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Gobernanza inteligente Menos riesgo y más rentabilidad para el sector financiero panameño

- 03/09/2025 00:00
Oficial de Cumplimiento, In On Capital S.A.
Del hito a la ventaja: salir de la lista gris fue un logro importante, pero la percepción internacional no cambia solo con un hito. Cambia cuando demostramos, con evidencia, que la gobernanza de bancos, casas de valores y del sector financiero en general son capaces de anticipar riesgos, corregir a tiempo y sostener resultados. El desafío no es “tener manuales”, sino que el directorio gobierne el riesgo, supervise la calidad de los controles y mida el impacto en la rentabilidad ajustada por riesgo.
Cumplir la norma es el piso. El techo es mostrar impacto. Una entidad que pasa del checklist a la gestión efectiva tiene directorios con independencia real, tiempo suficiente para el riesgo y pericia financiera y tecnológica; comités de Auditoría y Riesgo con mandatos claros; reportes con datos útiles (no solo volumetría), y una cultura que premia la calidad del control tanto como el crecimiento del negocio. Ese es el puente entre integridad y competitividad.
Para avanzar rápido y bien, se proponen dos indicadores sencillos y comparables, que se pueden aplicar en el sector financiero:
Índice de Gobernanza (IG). Mide independencia del directorio, existencia y eficacia de comités de Auditoría y de Riesgos, dualidad presidente/CEO, diversidad, frecuencia y asistencia a sesiones, pericia financiera y equilibrio de antigüedad/rotación.
Índice de Efectividad antilavado (IE-AML). Evalúa cobertura del monitoreo por producto y canal, integración de listas y alertas en tiempo real, tiempos de atención y tasas de falsos positivos, validación independiente de modelos, horas de capacitación por rol, calidad del reporte a la junta y tendencia de hallazgos o sanciones ponderadas por severidad.
Con IG e IE-AML toda entidad puede responder tres preguntas decisivas: (i) si la gobernanza impulsa o frena la efectividad del control; (ii) si esa efectividad protege resultados y reputación; (iii) qué reformas generan el mayor retorno en 12 meses.
Ambos sectores viven de la confianza. La banca gestiona riesgo de intermediación y fondeo; las casas de valores, riesgos de mercado, idoneidad del cliente, concentración y custodia. En los dos, la gobernanza marca la diferencia: directorios que entienden su rol fiduciario, comités con dientes, supervisión basada en datos y decisiones oportunas. La consecuencia práctica es la misma: mejor acceso a corresponsalías, menor prima de riesgo y relaciones más estables con inversionistas y contrapartes.
Un directorio sólido reduce la probabilidad e intensidad de incidentes, minimiza reprocesos y fricciones operativas, y estabiliza relaciones internacionales. En términos económicos, eso significa costo reputacional más bajo, capital más barato y márgenes más predecibles. No es un gasto ornamental: es inversión en resiliencia y crecimiento, especialmente en un entorno de mayores exigencias globales.
Pericia mínima en el directorio. Al menos un director independiente con experiencia demostrable en prevención de lavado, inteligencia artificial y analítica de datos; capacitación anual evaluada para directores y alta gerencia.
Comités con mandatos explícitos. Auditoría y Riesgo responsables de políticas antilavado, validaciones y calidad del monitoreo, seguimiento de planes correctivos y reporte trimestral al directorio.
Transparencia inteligente. Publicación estandarizada—en forma agregada por sector—de indicadores IG e IE-AML: cobertura de monitoreo, tiempos de atención, validación de modelos, capacitación y tendencia de hallazgos con evidencia de remediación.
Supervisión que premia la madurez. Menor carga para quien demuestre IG/IE-AML robustos, más acompañamiento donde existan brechas. Mejor control, mejor trato.
Esta agenda no es solo para ejecutivos o reguladores; beneficia a la población. Menos incidentes y menos sanciones se traducen en tasas más competitivas para créditos de vivienda y consumo, y en costos más estables para pequeñas y medianas empresas. La seguridad del ahorro mejora cuando la institución es predecible y bien gobernada.
La inclusión financiera avanza porque los procesos de conocimiento del cliente, mejor diseñados y automatizados, reducen fricciones y tiempos de apertura de productos.
Un sector confiable atrae inversión de largo plazo, dinamiza el empleo y amplía oportunidades para emprendedores que hoy pagan más por su riesgo país. En resumen: integridad y eficiencia institucional se sienten en el bolsillo del ciudadano.
Tenemos base legal, capacidades técnicas y voluntad de mejora. Falta institucionalizar la evidencia. Gobernanza inteligente es tomar decisiones con datos, alinear incentivos y hacer pública —de manera responsable— la evolución del control. El premio es significativo: un sector financiero que paga menos “impuesto reputacional”, financia mejor a familias y empresas, y convierte la confianza en un activo tangible para el país.
Menos riesgo y más rentabilidad no es un eslogan: es el resultado de directorios que gobiernan, comités que funcionan y métricas que se publican. Ahí está la verdadera ventaja de Panamá.