La promesa quebrada de Obama

Actualizado
  • 30/11/2013 01:00
Creado
  • 30/11/2013 01:00
La promesa quebrada del presidente Obama, de que la gente podría mantener el seguro médico existente, tiene consecuencias mucho mayores...

La promesa quebrada del presidente Obama, de que la gente podría mantener el seguro médico existente, tiene consecuencias mucho mayores de lo que se nos ha hecho creer. Hasta ahora, la atención se ha concentrado en el mercado de seguros individuales: individuos que compran seguro para sí mismos y sus familias en compañías de seguros. Se han cancelado pólizas porque no cumplen los requisitos de la Ley de Asistencia Médica Asequible (ACA, por sus siglas en inglés). Pero el mercado individual es pequeño y representa alrededor de un 5% de la población no-anciana, según la Kaiser Family Foundation. Lo que no se tiene en cuenta es que las cancelaciones, bajo la ley actual, en última instancia se propagarán al mercado de seguros mayor: la cobertura proporcionada por el empleador.

Así pues, el Capítulo Dos de la promesa quebrada se avecina. En 2012, 171 millones de norteamericanos recibieron seguro médico de sus empleadores, informa la Oficina de Censos. Esa cifra empequeñece a Medicaid (51 millones) y Medicare (49 millones), las otras dos fuentes mayores. Dada la complejidad de la ACA, es difícil saber cuántos norteamericanos con cobertura de su empleador podrían verse afectados por la cancelación de pólizas. Pero suposiciones plausibles sugieren entre 25 y 50 millones, en su mayor parte, en empresas pequeñas.

El hecho de que las pólizas se cancelen no significa que la gente se vaya a quedar sin seguro. Gary Claxton, de Kaiser, dice que con modificaciones modestas —supuestamente incurriendo en costos adicionales— los planes podrían cumplir con los requisitos de la ACA. Aún así, parece cada vez más claro que la ACA se vendió sobre la base de una premisa que simplemente no es cierta.

El tenor del debate fue que la cobertura ordenada por la ley podía ser un agregado al status quo. Tal como expresara el presidente: ‘Si a usted le gusta su plan, puede quedarse con él.’ La promesa no fue una exageración hecha en una ocasión, sino parte habitual de la forma en que el gobierno vendió la idea. (Para confirmación, vean el video montaje de 23 segmentos diferentes de Obama: http://nym.ag/1dOLC6z.) La Casa Blanca enfrentó un dilema. Por un lado, no quería asustar a los que estaban satisfechos con su seguro; había que tranquilizarlos. Por otro, quería definir un nivel básico de ‘beneficios esenciales’ proporcionados por los seguros; de lo contrario, individuos y empresas podrían comprar pólizas poco sólidas para cumplir con la orden de la ley de proporcionar seguro. Así pues, por ejemplo, la ACA impone un límite superior en los deducibles de los pacientes: $2,000 dólares para una cobertura individual, $4,000 dólares, para una familiar. Las pólizas con deducibles más altos generalmente no cumplen con la ACA.

Pero los objetivos chocan: Cuanto más estrictos sean los estándares para la cobertura ordenada, más difícil es que las pólizas existentes cumplan con esos requisitos —y más probable que se cancelen. Eso es lo que está ocurriendo ahora en el mercado individual. Por razones legales, la mayoría de las potenciales cancelaciones en el mercado de empleadores se llevarán a cabo probablemente por lo menos dentro de un año.

El mercado de los empleadores se divide en dos partes. La mayoría de las grandes empresas (las IBMs, Procter & Gambles) tienen seguro propio. Definen los beneficios de los trabajadores y pagan los costos directamente. La ACA en gran parte exime a estos planes del estándar de ‘beneficios esenciales’ sobre la aparente suposición de que esos planes son generosos. Cuando el presidente expresó que la gente no perdería la cobertura existente, se refería probablemente a firmas con seguro propio. Alrededor del 60% de los trabajadores con seguro proporcionado por el empleador lo recibe de estas empresas, según cifras del gobierno.

El otro 40% lo recibe de empresas más pequeñas, que compran cobertura de las compañías de seguros. La ACA ‘eximió’ pólizas que existían cuando la ley se aprobó. La gente podía (como prometió Obama) quedarse con esos planes, incluso si no cumplían los requisitos de la ley. Pero había un problema que, en gran medida, anula esa protección: Cambios menores a pólizas ya existentes harían que las empresas perdieran su status de ‘exención’. No es de sorprender que esto ocurriera. En 2014, quizás tres cuartos de las firmas pequeñas (de menos de 100 operarios) no queden ya exentas, estima el economista Stan Veuger, del American Enterprise Institute, un centro de investigaciones conservador.

No está claro cuántos individuos se verán afectados por las cancelaciones. El cálculo de Veuger de empresas vulnerables implica un máximo de unos 50 millones de trabajadores y dependientes, pero podría ser mucho menor. Aún así, hasta la mitad de esa cifra sería mucho. Las cancelaciones no ocurrirán inmediatamente, porque el gobierno permitió que las firmas renueven pólizas existentes durante casi todo el año 2014. Es interesante que aunque la ACA no requiere que empresas de menos de 50 empleados a tiempo completo provean de seguro médico, si lo compran, deben cumplir con los estándares de la ACA. Ésa podría ser la causa de que algunas empresas abandonaran la cobertura.

Avergonzada por las cancelaciones en el mercado individual, la Casa Blanca ha instado a los estados —que aprueban pólizas de seguros— que permitan que las pólizas viejas se renueven por un año más. También ha pedido otra extensión de las pólizas existentes en el mercado de empleadores pequeños. La mayoría de los estados está considerando los pedidos. Mientras tanto, queda una pregunta abierta: ¿se habría promulgado la ACA si sus promotores hubieran reconocido que millones de norteamericanos no podrían quedarse con sus viejos planes? LA COLUMNA DE ROBERT J. SAMUELSON

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