Panamá avanza en el Índice Global del Hambre en una región marcada por el ‘estancamiento’
- 23/12/2025 00:00
Pese a los esfuerzos internacionales en materia de seguridad alimentaria, el Índice Global del Hambre 2025 (GHI) confirma una desaceleración preocupante en la reducción del hambre a nivel mundial, un fenómeno con claras implicaciones económicas. En este escenario, Panamá —el segundo país más desigual de América Latina, según la Cepal— registra avances medibles, aunque aún enfrenta desafíos estructurales que lo mantienen por encima de los países con mejor desempeño regional.
El informe, que analiza la evolución del hambre durante las últimas dos décadas, muestra que la puntuación global del GHI apenas se redujo de 19,0 en 2016 a 18,3 en 2025, permaneciendo en un nivel “moderado”. Este estancamiento refleja límites en la efectividad de las políticas públicas, la presión de choques externos —como el cambio climático y la volatilidad de los precios de los alimentos— y el impacto persistente de la desigualdad sobre el acceso a una alimentación adecuada.
Según el índice, Panamá redujo su puntuación de 9,2 en 2016 a 7,5 en 2025, una mejora que evidencia avances en seguridad alimentaria y una reducción gradual del hambre. No obstante, el país aún se ubica por encima de las economías latinoamericanas con los mejores indicadores, como Costa Rica, Chile y Uruguay, que mantienen índices inferiores a 5. Paraguay registra 5,2, mientras que México mejoró de 7,1 a 6,0 y Colombia de 7,1 a 6,1.
En el resto de la región, el desempeño es desigual: Argentina y Brasil empeoraron sus indicadores, ambos pasando a 6,4; República Dominicana redujo su índice de 8,6 a 6,4; Perú pasó de 8,2 a 7,2; El Salvador de 8,9 a 7,6 y Venezuela de 14,2 a 9,6. En la categoría “moderada” permanecen Ecuador (10,9), Guatemala (18,0) y Nicaragua, mientras que Haití continúa en una situación “alarmante”, con 27,7 puntos.
Este conjunto de datos sitúa a Panamá en una posición intermedia dentro de América Latina: con un desempeño mejor que el de países con mayores rezagos estructurales, pero aún lejos del grupo de economías con sistemas alimentarios más resilientes y equitativos.
En reciente entrevista con este diario, el economista jefe de la FAO, Máximo Torero Cullen, destacó que “América Latina es la región que podría salir del hambre y cumplir con la meta ODS-2030 de hambre cero si acelera el proceso”, y reconoció que “Panamá mejoró” en materia de hambruna. Actualmente, la prevalencia de hambre en el país se sitúa en 5,7 %, una caída significativa frente al 23,2 % registrado en 2000-2002, el 14,8 % en 2004-2006, el 11,2 % en 2007-2009 y el 7,1 % en 2013-2015.
“Esto claramente es una caída. Panamá está cerca del promedio de Centroamérica (5 %) y podría estar por debajo del 4 % el próximo año”, señaló Torero. Sin embargo, advirtió que el avance en reducción del hambre convive con un problema creciente de sobrepeso y obesidad, lo que genera una doble carga de malnutrición con impactos directos sobre la productividad laboral y el gasto en salud.
En Panamá, el sobrepeso en menores de cinco años alcanza el 10,9 %, mientras que la obesidad en adultos llega al 36,1 %. Para la FAO, este fenómeno refuerza la necesidad de políticas enfocadas en dietas saludables y en el acceso a alimentos nutritivos a precios asequibles. “El costo de una dieta saludable en Panamá es alto: $4,34 en términos de PIB (PPA) per cápita”, advirtió Torero, subrayando que la falta de acceso a una alimentación adecuada incrementa el costo económico de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y los problemas cardiovasculares, con efectos tanto fiscales como sociales.
El informe señala que en América Latina y el Caribe el GHI descendió apenas de 8,2 en 2016 a 7,9 en 2025, lo que confirma una pérdida de impulso en la región. La subalimentación afecta al 5,4 % de la población —34,6 millones de personas— y el retraso en el crecimiento infantil alcanza a uno de cada ocho niños, con aumentos en cerca de un tercio de los países desde 2016.
Según el índice, este estancamiento está vinculado a factores económicos y estructurales como la volatilidad de los precios de los alimentos, la pobreza persistente, la informalidad y las crisis climáticas. En particular, las sequías recurrentes en el Corredor Seco de América Central —que se extiende desde el sur de México hasta Panamá— continúan debilitando la seguridad alimentaria de los hogares y elevando los riesgos para el crecimiento económico.
A nivel global, el informe advierte que siete países permanecen en niveles “alarmantes” de hambre y otros 35 en niveles “graves”. Al ritmo actual, al menos 56 países no alcanzarán un nivel “bajo” de hambre para 2030, y de mantenerse la tendencia posterior a 2016, el mundo no lograría ese umbral hasta 2137.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS 2): Hambre Cero, tiene como fin erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria y una mejor nutrición para 2030.
En este contexto regional y global de estancamiento, Panamá destaca por sus avances, pero el informe subraya que sostener y acelerar la reducción del hambre requerirá políticas económicas y sociales consistentes, mayor resiliencia climática y una estrategia integral que reduzca el costo de las dietas saludables. De lo contrario, los progresos alcanzados podrían diluirse, con efectos negativos sobre la productividad, la equidad y el crecimiento económico de largo plazo.