Panamá, punto de inflexión entre EEUU y Cuba

Actualizado
  • 28/03/2015 01:00
Creado
  • 28/03/2015 01:00
El camino es largo y nada exento de dificultades

La Cumbre de las Américas de Panamá se proyecta como el momento de maduración de un complejo proceso de reanudación de vínculos entre Estados Unidos y Cuba, pues están creadas las condiciones para que sea el ámbito casi perfecto para avanzar hacia los objetivos expresados por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Las expectativas sobre esa cita cimera, que ya muchos con toda razón califican de histórica, son optimistas y, hasta el presente, no hay razones para opinar lo contrario, y eso debe hacer feliz al gobierno del presidente Juan Carlos Varela, quien, desde su campaña electoral, abogó por un Panamá de diálogo y puente hacia la paz y la convivencia amistosa. El camino es largo y nada exento de dificultades, pues más de medio siglo de hostilidades, enfrentamientos de todo tipo y criterios políticos, ideológicos -y hasta filosóficos- tan encontrados han dejado huellas. Pero las partes han decidido que ese viejo camino lleno de amarguras no ha conducido a nada positivo y que los nuevos tiempos imponen una visión constructiva, aún cuando ni uno ni otro renuncian a sus postulados. Y eso no está del todo mal en cuanto a que ninguno va a la mesa de diálogo engañado por los reflejos de un cambio de actitud tan contrastante, entre lo que Cuba vivió en estos más de 50 años de bloqueo económico, comercial y financiero, y lo expresado por Obama el 17 de diciembre al admitir el fracaso de esa política condenada por la aplastante mayoría del mundo, año tras año, en la Asamblea General de Naciones Unidas. La Cumbre de las Américas está a la vuelta de la esquina y Panamá se esfuerza por ser un anfitrión que esté a la altura de lo que puede o debe ocurrir entre las paredes del legendario Centro de Convenciones Atlapa, pero no se puede decir lo mismo de este proceso negociador Estados Unidos-Cuba, que apenas ingresa a sus prolegómenos. Entre muchas de sus expectativas destaca lo que ahora es fundamental: la reapertura de las embajadas respectivas en sustitución de las oficinas de intereses que han suplido en las últimas décadas a las sedes diplomáticas, cuyo papel ha sido bastante limitado, e incluso criticado por el gobierno cubano. Un hecho es positivo: tanto la Casa Blanca como el gobierno revolucionario están interesados en desbrozar el camino para que la reapertura se concrete, más temprano que tarde, aunque ninguna de las partes se arriesga a encuadrar el tema en un tiempo específico, aún cuando lo ideal sería que ambos gobernantes llegaran a Panamá con las sedes diplomáticas establecidas y operando en Washington y La Habana. Aparentemente, en ese sentido la bola está en el terreno de Estados Unidos y tocaría a Obama hacer sus gestiones personales y tomar decisiones que le corresponden para que los trámites se agilicen en el Departamento de Estado, y neutralizar algún tipo de acción de los sectores republicanos más retrógrados y conservadores, pues aquellos que están más cerca de la industria, la agricultura, el comercio y las finanzas no parecen constituir un obstáculo. Por supuesto que hay otras muchas expectativas que quizás afloren en Panamá, como la demanda de Cuba de que sea excluida de la arbitraria clasificación estadounidense de país a favor del terrorismo. Cuba ha exigido durante años su eliminación de esa lista, en la que los gobiernos sucesivos la han mantenido desde 1982, lo ha reiterado ahora a lo largo de las conversaciones para normalizar las relaciones con Washington, y lo considera una condición para la reanudación de relaciones. Es importante admitir que la Casa Blanca ha sido receptiva a esa demanda y, en apariencias, hay una voluntad de liberarla de esa injusta calificación que, además, ha sido rechazada por la comunidad internacional año tras año. Ya desde antes del 17 de diciembre de 2014, el gobierno de Estados Unidos admitía que no existía ningún tipo de indicio de apoyo de Cuba a grupos calificados de violentos y se destacaba, en cambio, el papel de la Isla en el proceso de paz en Colombia. Sería una muy buena noticia que, antes o durante la Cumbre de las Américas, surgiera el anuncio de que Cuba fue retirada de esa ignominiosa lista y que la ley de ajuste cubano, que estimula la emigración ilegal, sea también eliminada. Desde ya, Atlapa está en el centro óptico y auditivo de América y del mundo, en especial de los saludos protocolares de los 34 mandatarios y la ‘foto de familia’ en la cual el orden alfabético acerca bastante a países cuyas iniciales son la C y la E.

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