Temer asegura que ha "modernizado" a Brasil con sus impopulares reformas

Actualizado
  • 15/05/2018 17:45
Creado
  • 15/05/2018 17:45
Temer hizo un relato de las medidas promovidas por su Gobierno y destacó el límite impuesto al gasto público y la flexibilización de las leyes laborales

El presidente brasileño, Michel Temer, hizo hoy un balance de sus dos años en el poder y reiteró que sus principales logros fueron acabar con "la peor recesión de la historia" y "modernizar" al país mediante unas impopulares reformas.

"Fueron dos años de mucho trabajo, muchas realizaciones, mucha lucha y muchas victorias" en el combate a la recesión que, entre 2015 y 2016, le costó a la economía nacional una caída de siete puntos porcentuales, afirmó el gobernante.

La recesión concluyó oficialmente este año, tras el crecimiento del 1% registrado en 2018, y aunque sus efectos aún se sienten en toda la actividad económica, hay una tendencia a la recuperación que Temer atribuyó a "decisiones acertadas" tomadas desde el 12 de mayo de 2016.

En esa fecha, el Congreso separó de sus funciones a la entonces presidenta, Dilma Rousseff, y Temer, como vicepresidente, asumió el poder primero en forma interina y luego, tras la destitución de la mandataria en agosto de ese mismo año, en carácter definitivo.

Temer hizo un relato de las medidas promovidas por su Gobierno y destacó el límite impuesto al gasto público y la flexibilización de las leyes laborales.

Lamentó que se estancó una reforma del sistema de jubilación que impondría por primera vez en el país una edad mínima para acceder a ese beneficio, pero aseguró que el Gobierno que surgirá de las urnas en octubre próximo y asumirá en enero de 2019 "no podrá escapar de ese debate".

Según el mandatario, esas iniciativas ayudaron a reducir las tasas de inflación y de intereses, reanimaron la actividad económica y contribuyeron a recuperar el crecimiento y atrajeron nueva inversión externa y reavivaron el comercio exterior.

Con ello, aseguró que comenzó a declinar la tasa de desempleo, aunque admitió que la recuperación plena aún no llega y que unos 14 millones de brasileños continúan sin trabajo.

Aún así, afirmó que "el desempleo paró de crecer" y renovó su "compromiso" de "trabajar para crear las condiciones necesarias" y consolidar una "total retomada".

Aludió también a la recuperación de las empresas públicas y puso como ejemplo la petrolera Petrobras, que estaba "colapsada" hace dos años en buena medida por los escándalos de corrupción en su seno y que hoy ha vuelto a cerrar sus balances con ganancias.

"Pero lo más importante fue rescatar el nombre y la credibilidad de una empresa" que hoy tiene "la confianza como principal energía", dijo.

Temer omitió toda mención a la corrupción, que le ha alcanzado de lleno en forma de graves denuncias en estos dos años, y optó por dar relevancia a la actuación de su Gobierno en lo económico y social, con aumentos de los subsidios a los más pobres y la construcción de un millón de viviendas en los últimos dos años.

También defendió la polémica intervención en el área de seguridad de Río de Janeiro, que puso a las policías bajo órdenes militares, y aunque admitió que fue una "medida extrema", argumentó que era la "única" que cabía frente a la "extrema violencia" en esa ciudad.

Temer, quien hasta ahora ha coqueteado con la posibilidad de ser candidato a permanecer en el cargo en las elecciones de octubre, no hizo alusión a sus posibles aspiraciones pero sí dejó un mensaje para los eventuales candidatos.

"Ahora viene el momento político electoral, que es cuando las más diversas tendencias debaten y se contestan. Pero después vendrá el momento político administrativo, cuando todos debemos unirnos por el bien común" y "pacificar al país", declaró.

El Gobierno había escogido para conmemorar la ocasión la frase "Brasil volvió, veinte años en dos", que acabó siendo totalmente desafortunada, pues dio alas a los críticos de Temer a insistir en que su gestión causó un "retroceso histórico" en términos sociales con sus polémicas reformas.

Frente a ello, la frase fue alterada a última hora y se limitó a "veinte años en dos", aunque aún así se convirtió en la comidilla de los círculos políticos de Brasilia.

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