Papa: ‘No debemos tener miedo de la bondad ni de la ternura’

Actualizado
  • 20/03/2013 01:00
Creado
  • 20/03/2013 01:00
PANAMÁ. Francisco inauguró su pontificado con una declaración de intenciones y un mensaje de advertencia a los líderes del mundo reunido...

PANAMÁ. Francisco inauguró su pontificado con una declaración de intenciones y un mensaje de advertencia a los líderes del mundo reunidos en Roma: el verdadero poder es servir a los más necesitados. A su entronización asistieron unas 200,000 personas y 132 delegaciones oficiales de distintos países.

Su particular estilo como pontífice también ha causado impacto entre los seguidores. Este revela contrastes con Benedicto XVI, en un evidente cambio respecto a la forma en que su predecesor condujo el pontificado.

INVESTIDURA

Tras ser investido con el palio de lana de cinco cruces rojas como pastor de la Iglesia universal, Francisco recibió el anillo del Pescador: el símbolo del papado como ‘pescador de almas’, en referencia al apóstol Pedro. El pontífice eligió un anillo de plata bañado en oro que representa la imagen de Pedro con las llaves del cielo.

Con estos dos gestos cargados de simbolismo, comenzó oficialmente su ministerio como sumo pontífice número 266 de la Iglesia católica, una religión que profesan 1,200 millones de personas en todo el planeta.

En su esperada homilía, que leyó en italiano, Francisco pidió a los gobernantes que sean ‘custodios’ de la creación de Dios, que respeten el medio ambiente y que no dejen que ‘los signos de destrucción y de muerte’ acompañen al mundo.

Luego aseguró que el verdadero poder del sucesor de Pedro es el ‘servicio humilde’ y rico en fe, especialmente dirigido a los más desfavorecidos. Y pidió a los presentes a ‘vigilar’ los sentimientos, ‘porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen’. Finalmente, remató: ‘No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura’.

Esas palabras despertaron la ovación de los fieles, que también interrumpieron la predicación para saludar el mensaje de recuerdo al ahora papa emérito Benedicto XVI.

Antes de la celebración litúrgica, que coincidió con la festividad de San José, recorrió en papamóvil descubierto una abarrotada plaza de San Pedro. El pontífice dio varias vueltas entre vítores y aplausos en un día primaveral y soleado en Roma. Numerosas banderas latinoamericanas y sobre todo argentinas, país de origen del Papa, colorearon el recorrido.

Después de la misa, que duró menos de lo habitual tras unos ajustes, comenzó un largo pasamanos en el interior de la basílica. Francisco saludó de pie a dignatarios y representantes diplomáticos durante casi dos horas, en las que se pudo advertir especial afinidad con los de América Latina.

Al término de la ceremonia envió dos tuits en los que insta a los usuarios a respetar ‘la creación’ y explica que su misión será la de ‘servir a todos’, mensajes de 140 caracteres que han alcanzado ya casi cuatro millones se seguidores en nueve lenguas.

EL ESTILO

El papado de Benedicto XVI se remontaba a la larga tradición intelectual de la Iglesia, pero muchos fieles consideran que la fe también se basa en la emotividad. En este sentido, en lugar de encarnar a un distante catedrático, el nuevo Papa a menudo hace declaraciones espontáneas, algo inusual en Benedicto XVI.

Francisco, que sólo ha dicho cosas positivas sobre su predecesor, también impresionó a los cardenales al dejar de lado el estilo de monarca que caracterizó al papado anterior.

Subió a un autobús del Vaticano junto a los prelados en lugar de tomar una limusina tras ser elegido en el cónclave y se sentó en un puesto disponible al azar durante la cena, en lugar de la cabecera de la mesa.

Preocupados porque el mensaje de la Iglesia no estaba calando entre los fieles, los cardenales que escogieron a Francisco dijeron claramente antes del cónclave que era necesario tomar un nuevo enfoque. En sus primeros días como Papa, Francisco dejó claro este mensaje al ignorar repetidamente la pompa del Vaticano, destacando su rol como obispo de Roma y contactándose con los fieles, como lo hizo el domingo en una misa, cuando se comportó como un sencillo sacerdote de parroquia al saludar y hablar con los presentes en la puerta.

INVITADOS

Seis soberanos, el vicepresidente estadounidense Joe Biden, la presidenta argentina Cristina Fernández, así como líderes de otras religiones estaban entre las 130 delegaciones presentes en las escaleras de la famosa basílica.

La primera en saludarlo fue la presidenta argentina Cristina Fernández. Francisco también charló animadamente con el ecuatoriano Rafael Correa y la brasileña Dilma Rousseff.

Entre las delegaciones oficiales figuraba también el controvertido presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe; y el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, con el que conversó más tiempo, así como la canciller alemana Angela Merkel, quien dijo haber quedado ‘impresionada por la manera directa y simple con la que habla’ Francisco.

Entre los invitados también se encontraba el patriarca ecuménico Bartolomé de Estambul, marcando la primera vez que el líder de los cristianos ortodoxos asiste a la misa inaugural de un Papa en Roma desde el cisma entre el cristianismo occidental y oriental en 1054.

También asistieron delegaciones del judaísmo, como Riccardo di Segni, gran rabino de Roma; y Ricardo Pacifici, presidente de la comunidad judía de Roma. También estaban presentes el secretario general del rabinato de Israel, Oded Wiener; el presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder; y el director del Comité Judío estadounidense, David Rosen.

De parte de los musulmanes asistieron Mohamed Youssef Hajar, secretario general de la Organización Islámica de América Latina, y el imán Ezzedine Elzir, presidente de la Unión de las comunidades islámicas de Italia.

También estuvieron presentes los presidentes de Brasil, México, Paraguay, Costa Rica, Honduras y Panamá.

El gran ausente en esta jornada fue el papa emérito, Benedicto XVI, quien siguió la ceremonia por televisión desde su residencia temporal de Castelgandolfo, cerca de Roma, donde el papa Francisco le visitará el próximo sábado.

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