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- 25/12/2009 01:00
- 25/12/2009 01:00
Ahora que nos acercamos a fin de año, permítanme compartir con ustedes algunas de las cosas que aprendí durante los últimos doce meses mientras viajaba por el mundo y escribía mi columna sobre el continente americano. Algunas de estas ideas son tan simples que pueden parecer bobas, pero quizás no lo sean. Aquí van, sin orden particular:
Necesitamos un PEB. Actualmente, los economistas miden el progreso de los países según su producto interno bruto (PIB). Pero Latinoamérica nunca resolverá su pobreza si no mejora sus estándares educacionales, porque —por más que crezca su economía— los beneficios del crecimiento no llegan a quienes no tienen suficiente educación como para conseguir empleos en el sector formal de la economía. Es hora de crear un Producto Educativo Bruto (PEB) y que este pase a ser un instrumento de medición tanto o más importante.
Lo que más vale son las ideas. Mientras que la mayor parte de las exportaciones latinoamericanas son materias primas o manufacturas ligeras, la economía mundial recompensa cada vez más a todos aquellos que producen nuevos conceptos. La innovación es la palabra clave del futuro.
En viajes a Perú y a la República Dominicana, me enteré de que los fabricantes textiles locales que exportan camisas deportivas y jeans para Ralph Lauren, Calvin Klein y otras multinacionales se quedan con menos del 20% del precio final de estos productos en las tiendas estadounidenses. Más del% del precio que pagan los consumidores norteamericanos van a quienes crearon las marcas, los diseños, la publicidad y realizaron otras tareas no manuales.
Igualmente, los exportadores de café reciben menos del 5% del precio final que pagan los consumidores estadounidenses por una tasa de su café. Es hora de que los latinoamericanos pongan más valor agregado a sus exportaciones, para quedarse con una tajada más grande.
Hay que ampliar los acuerdos de libre comercio. Latinoamérica y el Caribe representan apenas el 5% del comercio mundial, lo mismo que hace 30 años. Mientras tanto, Asia ha aumentado su porcentaje del 6% al 23% del comercio mundial durante las mismas tres décadas.
Y la proporción de Asia crecerá aún más rápidamente a partir del 1 de enero, cuando entre en vigor un mega acuerdo de libre comercio entre China y los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Si los latinoamericanos no firman nuevos acuerdos de libre comercio con EEUU, la Unión Europea o Asia —las economías más grandes del mundo— su comercio seguirá estancado.
Se puede enseñar inglés, portugués y otras lenguas gratis. Durante mis recientes viajes a Finlandia, Suecia e Israel, me sorprendió la respuesta que recibí cuando preguntaba por qué tanta gente hablaba inglés, facilitando así su inserción en la economía global. Mucha gente me respondió: “Muy fácil. ¡No doblamos los dibujos animados de la televisión, y nuestros niños se acostumbran al inglés desde la cuna!”.
Ahora que China y otros países asiáticos están empezando a enseñar inglés obligatorio desde el tercer grado —cuatro años antes que en la mayoría de la región—, no sería mala idea que los países latinoamericanos dejaran de doblar los dibujos animados, y permitieran que los niños los vean en inglés, portugués y otras lenguas extranjeras. Lo mismo en EEUU, donde pasar cómicas en español ayudaría a millones de niños no hispanos a hablar el idioma de Cervantes.
Mi conclusión: ya sé que muchos estarán pensando que estoy delirando, y que es una ingenuidad pensar que - en una región en que Venezuela y Bolivia tratan de prohibir palabras en inglés para revivir lenguas ancestrales de un pasado mítico, o de reducir sus vínculos económicos con EEUU y la Unión Europea - estas ideas puedan ser realizables.
Pero soy un optimista nato, y creo que la mayoría de los países latinoamericanos desea integrarse a la modernidad. Y quizás bajo la influencia del espíritu de las fiestas, mis niveles de esperanza han aumentado. De manera que les deseo a todos muchas felicidades, y que algunos de estos deseos se hagan realidad. ¡Feliz 2010!