Más de 5.000 personas, según la policía, y alrededor de 10.000, según los sindicatos, se manifestaron este lunes en Bruselas para pedir a las autoridades...
- 23/12/2015 01:00
- 23/12/2015 01:00
¿Finalmente Obama visitará a Cuba? Se trata de una pregunta que no ha nacido en la Isla, sino en los propios Estados Unidos, donde las especulaciones acerca de esa posibilidad planteada por el propio mandatario como mínimo en tres ocasiones inquietan a los adversarios de la recomposición de las relaciones bilaterales y entusiasman a sus defensores.
El tema es motivo de comentarios en estos días por las declaraciones de Obama en Yahoo, donde acaba de insistir en su interés en visita la Isla en 2016 antes de finalizar su mandato presidencial, pero la ha condicionado a intereses políticos y las autoridades cubanas son hipersensibles a todo lo que huela a precondicionamiento.
La jefa de la delegación cubana en la comisión negociadora, Josefina Vidal, ya adelantó lo que podría ser una respuesta al declarar en rueda de prensa que Obama será bien recibido en La Habana, pero no para dialogar sobre política interna del país y, a buen entendedor, con pocas palabras basta.
Que Obama desee reunirse con opositores a la Revolución no parece ser el caso mayor. Su secretario de Estado, John Kerry, ya lo hizo de una forma discreta, en la residencia oficial, sin anuncios previos públicos, cuando visitó la Isla en agosto por la ceremonia de apertura de la embajada e izamiento de la bandera estadounidense en el edificio del Malecón habanero.
El presidente Raúl Castro de alguna manera respondió también a las intenciones de su interlocutor, en una declaración oficial por el aniversario de su primer diálogo con Obama el 17 de diciembre de 2014.
El menor de los Castro reiteró que el derecho de todo Estado a elegir el sistema económico, político y social que desee, sin injerencia de ninguna forma, debe ser respetado, y puntualizó que el Gobierno de Cuba tiene total disposición a continuar avanzando en la construcción de una relación con los Estados Unidos que sea distinta a la de toda su historia precedente, sobre bases de respeto mutuo a la soberanía y la independencia.
Eso no significa que se deje de entender la importancia de una hipotética visita a Cuba de Obama. Sería un estímulo adicional para acelerar el largo y accidentado proceso de normalización de las relaciones bilaterales, que ya tiene grandes piedras en su camino como el bloqueo económico, comercial y financiero, devolución del territorio que ocupa ilegalmente la base naval de Guantánamo, la política migratoria estadounidense, y últimamente el tema de las compensaciones, básico para los cubanos.
Por supuesto que toda negociación es por fuerza una calle de dos vías, y hay un toma y daca obligado sin el cual es imposible conversar y llegar a acuerdos, y esa realidad no excluye a las visitas oficiales recíprocas de alto nivel en las que se manejan previamente los intereses y objetivos que las determinan.
Cuando el secretario de Estado, John Kerry, estuvo en La Habana el 14 de agosto insinuó el tema de la posibilidad de un viaje de Obama, al igual que había hecho Peter Kornbluh, director de Proyecto de Documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional, quien llegó a decir que, de concretarse, consolidaría los cambios en la política hacia Cuba.
Una opinión semejante esbozó el abogado estadounidense de origen cubano José Pertierra, quien está persuadido de que Obama va a visitar La Habana antes de que termine su mandato para sellar su política hacia la mayor de las Antillas.
Al margen de interpretaciones de cualquier género, lo cierto es que de concretarse dicha visita sería todo un acontecimiento en cuanto a que no se recuerda alguna de un presidente de Estados Unidos en ejercicio, pues en sentido general eran los gobernantes cubanos quienes acudían a la Casa Blanca.
Los anticastristas en Miami en cambio la han criticado aun cuando no hay confirmación de que se realizará, pues ven en ella un espaldarazo al proceso de normalización de las relaciones que de una u otra manera se blindaría y haría muy difícil a otra administración desmontarlo, incluido un gobierno republicano.
Ciertamente sería un hecho trascendente, podría decirse incluso que histórico, y una posibilidad muy grande para aprovechar en favor de las relaciones bilaterales el poco que tiempo que le queda a Obama en la Casa Blanca.
ANALISTA