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- 31/05/2014 02:00
- 31/05/2014 02:00
El presidente Barack Obama anunció ayer la dimisión de su portavoz, Jay Carney, después de más de tres años en el cargo, y el nombramiento de su hasta ahora número dos, Josh Earnest, como su reemplazo.
En una aparición por sorpresa en la conferencia de prensa diaria de Carney, Obama indicó que su portavoz decidió dejar el cargo para dedicar más tiempo a su familia.
Carney, el segundo portavoz que ha tenido Obama después de Robert Gibbs (2009-2011), llegó a la Casa Blanca ‘con una perspectiva de periodista’, según indicó el mandatario. ‘Pero su trabajo obviamente ha afectado a su mujer, Claire, y a sus dos maravillosos hijos, Hugo y Della’, señaló Obama.
El presidente calificó de ‘agridulce’ la decisión de Carney, que le comunicó su intención de dimitir en abril y de quien dijo que se ha convertido en uno de sus ‘mejores amigos en Washington’.
‘Jay tiene un buen juicio, un buen carácter y un buen corazón. Le echaré mucho de menos y seguiré recurriendo a él como amigo y como asesor cuando se vaya para pasar el máximo tiempo posible con sus hijos este verano antes de decidir qué es lo próximo que va a hacer’, manifestó Obama.
Por su parte, Carney afirmó que fue una experiencia maravillosa y muy gratificante.
Carney, un veterano periodista de 49 años y con más de dos décadas de experiencia en el oficio, ha sido el portavoz de Obama desde enero de 2011, y anteriormente, desde 2009, había sido portavoz del vicepresidente estadounidense, Joseph Biden.
El nuevo portavoz, Josh Earnest, de 39 años, es muy conocido ya por la prensa que cubre la Casa Blanca y Obama aseguró que ‘su nombre describe su temperamento’, dado que ‘earnest’ significa serio.
‘Es imposible encontrar a un individuo más amable, incluso fuera de Washington’, añadió el mandatario estadounidense. ‘Josh y yo tenemos mucha historia desde las primarias de Iowa (2008). Fue mi director de comunicaciones allí, y recuerdo que siempre se quedaba tiempo extra ayudando a los empleados más jóvenes.
ADIÓS A UN VETERANO
Por otro lado, Obama aceptó ayer la renuncia del cuestionado director de la Administración de Veteranos de guerra, Eric Shinseki, quien debió pagar el precio de un escándalo sobre la atención médica a militares estadounidenses.
‘El secretario Shinseki ofreció su renuncia y la acepté con considerable pena’, dijo Obama, quien elogió calurosamente a Shineski, pero admitió que mantenerlo en el cargo habría sido una fuente de polémica en esta crisis.
‘Tal como Shinsek me dijo, la Administración de Veteranos necesita una nueva dirección. No quería ser un obstáculo’, afirmó Obama. ‘Mi valoración es que desgraciadamente tiene razón’, agregó. ‘No tenemos tiempo para distracciones. Necesitamos arreglar el problema’, advirtió.
Obama señaló que un informe preliminar de Shinseki había concluido que las tardanzas y otras fallas en el sistema de salud de los excombatientes no estaban acotados a las instalaciones de Arizona, sino que eran sistémicos y abarcaban a todo el país.
El director del organismo que se ocupa de los excombatientes estaba desde hacía varias semanas en una situación cada vez más endeble por las revelaciones sobre graves anomalías en los hospitales que atienden a los veteranos, en particular en Phoenix (Arizona, suroeste), donde responsables están acusados de haber puesto en funcionamiento un sistema para ocultar la amplitud de las listas de espera.
Los retrasos en la atención le habrían costado la vida a 40 pacientes. ‘Cuando comenzó la crisis, dije que pensaba que el problema era limitado y aislado en los servicios de Phoenix. Ya no lo pienso. Es un problema sistémico. Confié demasiado en algunos colaboradores’, afirmó el mandatario.
El presidente Obama había prometido el miércoles que se aplicarían sanciones si la investigación en curso demostraba que se habían cometido faltas. Consciente del costo político que supondría que se demostrara que su gobierno maltrata a los veteranos, nombró a uno de sus hombres de confianza, Rob Nabors, para que encabezara una auditoría.