Ocho días antes de su reapertura la catedral de Notre Dame de París desveló su nuevo “resplandor” al mundo durante una visita del presidente francés, Emmanuel...
- 31/08/2008 02:00
- 31/08/2008 02:00
PANAMA.No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro [sic] tenga garantizados sus derechos de ciudadano.
Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia”.
Esas palabras pronunciadas por Martin Luther King el 28 de agosto de 1963 desde los escalones del monumento a Lincoln en Washington en su famoso discurso “Yo tengo un sueño” reclamaban lo que entonces constituía una utopía en los Estados Unidos: la igualdad entre blancos y negros.
El jueves, exactamente 45 años después, Barack Obama -hijo de un africano de Kenia y una americana de Kansas- recibió y aceptó la nominación presidencial por el partido demócrata.
Su trayectoria ha sido fulgurante.
Dueño de una elegante retórica, exquisitos ademanes, y un encanto no visto desde los tiempos de John F. Kennedy, Obama es sin duda el hombre del momento no solo en Estados Unidos sino en el mundo entero.
En su libro 'The Audacity of Hope', él mismo se define como "una pantalla en blanco en la que la gente de muy diferentes ideologías políticas proyectan sus visiones.
Como tal, estoy destinado a decepcionar a algunos de ellos, sino a todos".
Pocas frases podría explicar mejor el fenómeno que representa Obama: no es blanco, no proviene de la élite norteamericana, es elegante, joven, atlético y ya ha confesado todos los “deslices” de su pasado en dos volúmenes autobiográficos.
Pero quizás ahí se encuentre el mayor peligro para su futuro político.
No son pocas las personas que, como anticipaba el propio candidato, se han desilusionado de él.
Tras haber vencido a un verdadero animal político como Hillary Clinton con sus tesis de izquierda, Obama ha cambiado su discurso.
Con ello, Obama ha decepcionado a muchos que no entienden que es parte de una estrategia electoral.