Persecuciones y desigualdad

Actualizado
  • 16/02/2012 01:00
Creado
  • 16/02/2012 01:00
El mundo viene siendo testigo de las más absurdas y crueles persecuciones a diferentes pueblos y estratos de la comunidad internacional ...

El mundo viene siendo testigo de las más absurdas y crueles persecuciones a diferentes pueblos y estratos de la comunidad internacional en muchos países del orbe terrestre. Por razones de espacio haré mención a pocos casos de este tema, aclarando, que aún así, estos son muy profundos y sus efectos son utilizados con los más aberrantes y crueles métodos.

La persecución a los pueblos originarios contiene 2 aristas sobresalientes: Una religiosa y otra socioeconómica y no se circunscribe a un solo Continente ni época.

Así vemos como se ha venido sometiendo y discriminando en los últimos tiempos, con el mayor cinismo y crueldad a los negros africanos, a los palestinos y a nuestros indios ancestrales y auténticos AMERICANOS, pueblos todos que tienen una historia y un legado tan amplio y valioso, que ninguna cultura, dinastía o tiranía puede discutirles o superarles.

Es histórico, que en muchas ocasiones, las crisis sociales y políticas acaban por instaurar regímenes tiránicos, o sea, poder político personal inconstitucional que, con astucia, usurpan el poder completamente.

Viene sucediendo que dinastías de países y familias, unidas o por separado, transitan por los mismos o parecidos caminos de antes de Cristo o inmediatamente posteriores a su llegada.

Están demostradas fehacientemente las formas de persecución , dominación y apropiación de vidas, territorios y riquezas alrededor del mundo por esas dinastías, como dije de países y familias, que no tienen escrúpulos en utilizar el engaño y la fuerza de las armas y el dinero para lograr aviesos fines.

Tanto Cristo, como Mahoma y Confucio, pregonaron y defendieron la justicia y la igualdad, pero, en las cúpulas político – económicas de la humanidad, continúa, más acentuadamente, predominando el enriquecimiento a cualquier precio.

Las desigualdades rayan en lo extremo y vergonzoso, en una sociedad inconsecuente, discriminadora y voraz.

En América, las tribus originarias han venido siendo exterminadas, despojadas de sus tierras, su cultura y sus derechos.

Sin temor a equivocarme, estos hechos vienen dándose en todo indoamérica, con la actitud y participación complaciente de una sociedad indolente que margina con desfachatez a las tribus que, en honor a su historia, les son muy superiores.

El complejo absurdo del color de piel, ojos azules y apellidos extranjeros pretenden convertirlo en sinónimo de superioridad.

Nuestros indios, como los negros, los orientales y los palestinos son iguales ante Dios, con mayor razón ante los hombres.

Es hora de que los testarudos, prepotentes e ignorantes que se dicen ‘seres humanos’, así lo entiendan, como también que, en aras de un manipulado crecimiento y desarrollo, se cambien las imposiciones por justicia y equidad. Debe equilibrarse capital y trabajo y entenderse, que el poder terrenal, en una democracia real, lo tiene el pueblo.

Tratar de continuar dominando por la fuerza de las armas no cabe ya en la evolución de la humanidad, son atavismos superados.

Las épocas de los imperios no tienen cabida, su propio manejo les está demostrando lo caro de sus errores.

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