‘Juega vivo’ en Punta Hospital

Actualizado
  • 09/09/2009 02:00
Creado
  • 09/09/2009 02:00
PANAMÁ. En 1899, la gigantesca United Fruit Company suplantó a todas las empresas bananeras en Bocas del Toro. Para asegurarse una fue...

PANAMÁ. En 1899, la gigantesca United Fruit Company suplantó a todas las empresas bananeras en Bocas del Toro. Para asegurarse una fuerza de trabajo saludable, la compañía construyó un centro médico en el borde occidental de la Isla Solarte, lugar que se conoce como Punta Hospital".

Así escribe el Dr. Clyde Stephens en su libro "Historia de Punta Hospital". Stephens, un entomólogo de 75 años, vino al Istmo en 1959 como empleado de la bananera. En 1970 compró Punta Hospital, que tiene casi una hectárea y una escritura fechada 1899.

Luego compró derechos posesorios a unas hectáreas al sur de la punta. Tiene de vecinos una aldea indígena Ngöbe y otro norteamericano, Jon Nilsson, quien compró los derechos posesorios de siete hectáreas al sur de Stephens, e hizo una casa que usa como hogar de vacaciones.

Un día apareció un señor Alfredo Machado Prescot, nacido en Bocas del Toro, pero residente de la capital. Tenía con él un mapa dibujado a mano. Anunció a quien quería oír que todo por allí era tierra de su abuelo, Samuel Prescot. Él iba a tomar posesión.

LA AVANZADA

Reclamaba casi nueve hectáreas. Entre ellas había una hectárea del terreno de Stephens, la mitad del terreno de Nilsson con su casa, y gran parte de la aldea indígena, incluyendo la escuela.

Los indígenas no tuvieron ni dinero ni acceso a ayuda legal. Buscaron consejo de su vecino Stephens. Les dijo que no hicieran arreglos con nadie, que no firmaran nada, ni tomaran dinero. Y jamás moverse de allí. Stephens se reunió con Machado Prescot en un hotel en el pueblo de Bocas. Llevaba un mapa de la isla, y pidió prestado el mapa dibujado.

“Señor,” le dijo, mostrando los dos mapas, “el terreno desde Punta Hospital a la aldea indígena corre norte a sur con el mar al oeste. Su mapa muestra 330 metros que corren este a oeste con el mar al sur. No caben en nuestra parte de la isla. No hay lugar por allí donde pueden caber.”

“No te preocupes”, dijo el otro. “Mis agrimensores arreglarán eso.”

“Y así trataron,” dijo el Dr. Stephens a La Estrella. “Vinieron año tras año, hasta que su agrimensura estaba toda torcida para mostrar agua donde a él le convenía. Hay agrimensores en Bocas que ubicarían una finca dondequiera que el cliente se lo pida”.

“A lo mejor, el abuelo tuvo tierra en Solarte, pero no donde el nieto la está reclamando. Más abajo una línea este-oeste quizás quepa, pero por allí hay mayormente manglar”.

El abuelo de Machado Prescot murió en 1950. A nadie le importaba la tierra en Bocas entonces. No se podía vender porque nadie iba a comprar. Ahora, cuando tiene valor, aparece el nieto.

“‘Yo solía jugar debajo de aquel almendro,’ tuvo el coraje de decirme. Y el árbol está en tierra mía. ‘No te preocupes,’ me dijo. ‘Tomaré la punta también”.

EL ÁRBOL DE ALMENDRAS

Entonces entró en la escena el honorable Manuel García, juez de Circuito. Procedió a tres deslindes y amojonamientos solicitados por Machado Prescot en Solarte.

“Vino con su cortejo”, explicó Stephens. Preguntó a Machado Prescot dónde quedaba su línea de base, según su reclamo.

“Allí mismo, en ese almendro, donde yo jugaba”, contestó el nieto y supuesto heredero.

“No habían mojones ni hitos. Escogió un lugar al azar, y allí comenzó. Tampoco había una orden formal del juez. Tuve que pagar abogado y agrimensor”.

Sus servicios beneficiaron a los indígenas, pero la amenaza seguía año tras año, porque el juez se rehusó a fallar. Mi abogado y él de Nilsson le preguntaban, ‘Señor juez, ¿por qué no falla? Falle contra nosotros si quiere. Así podremos apelar a otra Corte.’ No falló, y yo tenía que estar alerta de que un buen día no llegara la Policía a desalojarme.”

En junio de este año el abogado del Dr. Stephens pidió otro deslinde. No acudieron ni Machado Prescot, ni su abogado, ni su agrimensor. Esta vez el agrimensor nombrado por la Corte quedó convencido que el terreno de Machado Prescot no se ubicaba en aquel lugar y se lo comunicó al juez allí mismo. En julio los agrimensores de Stephens y de la Corte concurrieron en un reporte que el reclamo de Machado Prescot no tiene validez. Stephens espera que esta vez sí, el juez se anime a fallar.

“He gastado miles,” dijo. “He pasado noches sin dormir. Mi vecino también. La parte buena es que, si esto termina, los indígenas habrán ganado por nuestra lucha. No pagaron nada porque no tienen, pero hubieran perdido sus hogares”.

Por su parte, el abogado del señor Machado Prescot, el Dr. Olmedo Mario Cedeño, dijo a La Estrella que “el juez favorece a los indígenas. Yo le tengo una recusación, y una denuncia por indebido proceso”.

El juez García declinó comentar sobre los casos.

Consultado sobre si él creía que iba a ganar el pleito, el Dr. Cedeño contestó: “Tenga la plena seguridad que nosotros ganamos”.

Luego de hablar con él, La Estrella le preguntó al Dr. Stephens qué consejo le daría a alguien que quiere comprar tierra en las islas de Bocas. “Ten cuidado,” contestó. “...Ten mucho cuidado...”

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