Un país que se queda sin historia

Actualizado
  • 24/04/2011 02:00
Creado
  • 24/04/2011 02:00
Tres décadas han sido suficientes para convertir a Panamá en el Miami de América Central. Lejos ha quedado aquella historia de la abunda...

Tres décadas han sido suficientes para convertir a Panamá en el Miami de América Central. Lejos ha quedado aquella historia de la abundancia de mariposas y la abundancia de peces. Ahora los árboles Panamá hay que encontrarlos con GPS.

El cemento, las varillas y estructuras de acero son las bases sobre las que se construye la nueva ciudad. Torres de concreto armado y ventanales de vidrio han remplazado el verdor de los bosques que antes cubría el istmo.

‘El crecimiento ha sido tan rápido y desordenado que no ha dado tiempo a pensar en el pasado ni el futuro de los panameños’, opinó el arquitecto Eduardo Tejeira. Mientras que países vecinos apuestan por la preservación de su pasado cultural y ecológico para aprovechar la explotación turística, los panameños parecen empeñados en una carrera por borrar el pasado y abrir paso a un futuro incierto.

El edificio donde funcionó la embajada de Estados Unidos por 69 años es sólo un ejemplo reciente.

HISTORIA

La legación diplomática funcionó en la Avenida Balboa desde 1942, después que el presidente de la República, Arnulfo Arias Madrid firmó en 1938 una ley en la que estableció un acuerdo para alquilar a los norteamericanos un terreno de 4,800 metros cuadrados por un período de 99 años.

Para derribar la embajada, el gobierno pagó a la empresa Administradora de Proyectos de Construcción S.A. 248 mil dólares. Cifra que no dista mucho del costo que tuvo la construcción del edificio original que en ese entonces fue por 366,719 dólares.

El borrador o diseño conceptual de la Torre Financiera tuvo un costo de 300 mil dólares y lo realizó la firma de arquitectos Skidmore Owings & Merril (OMS). Este diseño fue cuestionado por la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA), entre otros sectores de la vida nacional por su similitud con la torre Agban construida en Barcelona hace cinco años.

El ministro de Economía y Finanzas, Alberto Vallarino salió en defensa, dijo que se trataba de un diseño conceptual y preliminar.

Sobre la base de este diseño conceptual, se hizo una nueva licitación para los nuevos planos. La firma nacional Mallol & Mallol resultó favorecida. El nuevo costo de los planos fue de 7.2 millones de dólares.

Con la destrucción del emblemático edificio, se borrarán siete décadas de historia de la permanencia de la superpotencia y se dará paso a la construcción a la Torre Financiera, bautizada popularmente como ‘La Tuza’. Una inversión de 250 millones de dólares. Serán 427 metros de altura y 70 plantas con capacidad para 9,000 personas y 4,000 automóviles. Se convertirá en el edificio más alto de América Latina.

El ministro Vallarino, sostiene que la torre se pagará sola porque permitirá ahorrar 50 millones de dólareas que paga al año el Estado en alquiler para oficinas públicas.

‘La nueva torre albergará las oficinas del Banco Nacional de Panamá (BNP), la Superintendencia de Bancos, Superintendencia de Seguros, la Autoridad de Turismo, entre otras oficinas gubernamentales del sector financiero’, informó el ministro, quien negó que por el momento existan planes de establecer un hotel.

También se ubicarán en el edificio restaurantes y se alquilarán oficinas para embajadas, bufetes de abogados y otras empresas.

La obra debe ser inaugurada en el año 2013 como parte de los actos oficiales en celebración de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur. Según el diseño, la Torre Financiera nace como dos edificios separados que se unen en el séptimo nivel. En el medio habrá un paseo peatonal que se inicia en una de las estaciones del Metro en la Avenida Justo Arosemena, atravesará la torre y concluirá sobre la Bahía de Panamá.

En la azotea del edificio, se ha planificado un mirador de más de 380 metros.

DERRUMBE

La destrucción del inmueble y construcción de la torre en ese lugar fue lamentada por el sociólogo Marcos Gandesegui, quien piensa que ‘resulta doloroso que existan ciertos panameños que no se preocupen por la historia nacional. Lo más difícil es que muchos de esos malos panameños son los que gobiernan al país y toman las decisiones’.

Como estudioso del funcionamiento de la sociedad y su comportamiento, Gandasegui dice que ‘es el momento de hacer un alto pues el país, no puede seguir con un crecimiento desordenado. Derribar un edificio que es funcional, cuando hay gente que no tiene dónde vivir e instituciones que carecen de espacio para funcionar, no parece muy inteligente’.

Para Gandasegui una extensión del Hospital Santo Tomás o el Hospital del Niño podrían ser buenas opciones para este edificio. También considera viable la propuesta de ubicar allí un museo o casa para la juventud. ‘Cualquier opción hubiera sido más viable antes que derribarla’.

La directora de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura (INAC), Sandra Cerrud, reconoció que se trata de un edificio de muchos años, pero que no está incluido dentro de las listas de patrimonio histórico.

Adelantó que entre las oficinas públicas a que se ubicarán en la Torre Financiera, habrá un museo o casa de la cultura, lo cual en su opinión es muestra de que el gobierno preocupado por la historia y la cultura.

Contrario a lo que piensa la directora de Patrimonio, el historiador y docente universitario, Celestino Araúz, dice que los gobiernos de las últimas décadas ‘no sienten respeto ni amor por la historia. Están llevando a la sociedad a una amnesia colectiva, lo que no resulta para nada edificante’.

‘Un país civilizado, no puede desaparecer sus puntos de referencia histórica, sus estructuras, los lugares en que se desarrollaron los principales hechos que marcaron su historia’.

El catedrático recomienda que cuando hay estructuras que tienen valor histórico ‘hay que hacer lo posible por respetarlas’.

Además pregunta cómo es posible que el Estado invierta más de un cuarto de millón de dólares para destruir un edificio cuando hace falta dinero para construir.

El economista Fernando Aramburú Porras, se unió a las voces de rechazo, considera que es un ‘edificio que el país no necesita’. Aabogó por un mejor uso para los terrenos de la embajada.

Se ha informado incluso que se utilizarán parte de las áreas verdes del Hospital Santo Tomás (HST), eso va a of 24-10&11a-notas 10afectar un edificio que es patrimonio histórico, dijo Aramburú Porras, bisnieto del presidente Belisario Porras, quien construyó en su administración este centro hospitalario. Parte de la historia nacional cuenta que al momento que se construyó el HST, se le bautizó como el elefante blanco porque los opositores al gobierno, lo consideraron como una edificación ‘exageradamente grande’ y hoy día no es suficiente para la demanda de la población. Aramburú Porras dice que llegará el momento que el HST tendrá que crecer y si se usan sus tierras para la torre, no habrá espacio.

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