La historia que no nos enseñaron

Actualizado
  • 18/12/2011 01:00
Creado
  • 18/12/2011 01:00
Ya son 21 años los que llevo escuchando la misma historia, una que aún hoy no alcanzo a conocer completamente. Un relato que se ha vuel...

Ya son 21 años los que llevo escuchando la misma historia, una que aún hoy no alcanzo a conocer completamente. Un relato que se ha vuelto como una tradición: hablar del 20 de diciembre es como hablar de fiestas patrias para los panameños. La diferencia está en que en una celebramos ser independientes, y estamos felices; pero al mes siguiente estamos enojados, reclamándole al mundo, en especial a nuestro gobierno, justicia, precisamente por los 23 años en que la libertad se nos fue negada.

Así fue como en mi país me enseñaron los hechos del pasado. Más que con una educación formal que informe, explique y, por qué no, analice los acontecimientos que nos marcaron en el siglo XX, y que repercuten en nuestro presente, lo que tanto yo como casi todos los jóvenes de 21 años conocemos del pasado es lo que escuchamos, vemos y percibimos en la calle, en nuestras casas o nuestros trabajos. En fin, en lugar de conocimiento, lo que nos han regalado son sensaciones: que Noriega es malo o ayudó, que Torrijos quiso a la gente o no, que la invasión nos liberó de un monstruo o nos sometió a otro. Todas sensaciones.

Y ahora, otra vez, alrededor nuestro se alzan voces sobre cuestiones en las que no tenemos posturas. Otra vez un aniversario de la invasión. No me atrevo a decir que sé qué fue lo que pasó al cien por ciento. Los libros de historia con los que ilustran el pasado a quienes no lo vivimos, no nos han ayudado mucho, más bien nada.

¿Por qué no sé de mi historia y todo lo que puedo conocer dependió de mi buena voluntad por aprender? Los mayores me lo preguntan azorados. La explicación es simple: nunca nos enseñaron. El pasado que conozco, el que me enseñaron, no es el mío. No el de mi país. Me contaron en la escuela cosas sobre Estados Unidos, Rusia, Francia, hasta Cuba y su revolución, pero de Panamá no, no se hablaba más que de Panamá la vieja, el Canal, el origen de los símbolos patrios y de la lista de presidentes que pasaron por el Palacio de Las Garzas, por cortos periodos. Por eso muchos no logramos abarcar el presente, entender las exigencias de una población sediente de justicia, la poesía que los medios han hecho del caso del ex ‘hombre fuerte’ y los relatos de las experiencias vividas de nuestros padres. Eso proyectó en nuestras mentes una película en la que el mayor culpable resulta el mismo: Noriega. ¿Por qué? No sé.

PERIODISTA DE EGO

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