Sólo se recicla un 2% de la basura que llega a Patacón

Actualizado
  • 25/06/2013 02:00
Creado
  • 25/06/2013 02:00
PANAMÁ. El primer día que Jenny González fue a trabajar como pepenadora en Cerro Patacón llovía, y el suelo embarrado resbalaba bajo su...

PANAMÁ. El primer día que Jenny González fue a trabajar como pepenadora en Cerro Patacón llovía, y el suelo embarrado resbalaba bajo sus pies. No vestía la ropa adecuada ni botas. Ni siquiera llevaba guantes, y además era de noche. Subía al relleno con unos cuantos más, rodeados de la basura que se iba cayendo de los camiones que pasaban. Tenía 16 años y esperaba a su primer bebé. ‘Íbamos subiendo, pero todo estaba muy complicado; éramos muchos y a un camión se le cayó un poco de basura. Yo iba a coger algo y alguien me gritó: ‘Chucha de tu madre, deja eso que es mío’, y del susto yo resbalé y caí sobre un poco de cosas de pescado. Recuerdo el olor.. me tuve que ir a bañar y ya no hice nada’.

De eso hace ya 21 años, en los que no ha dejado de trabajar ningún día, dice. Durante ese tiempo ha recibido más amenazas (‘cada uno marca su territorio’, dice), se ha cortado varias veces, un camión la golpeó y se ha convertido en la madre de cuatro niños más, aunque reconoce que sus hijas ‘no vienen al relleno ni de turismo’.

Hoy en día selecciona basura en una galera que la empresa Urbalia ha instalado a la entrada del recinto residual. Ahí llegan 25 camiones diarios con potencial material reciclable, de los que los segregadores obtienen unas 40 toneladas diarias de las 2,000 que llegan, según la empresa. Sin embargo, eso apenas supone un 2% de toda la basura que se entierra en el relleno. ¿El resto? Se queda en el camino.

MÁS TRABAJO INFORMAL

En Cerro Patacón se encuentran 300 segregadores, aunque la cifra varía, y ha bajado a menos de la tercera parte de los 1,050 que había registrados en 2008. Vielka Pérez, trabajadora social de Urbalia, considera que se ha mejorado y regularizado su situación, instalando aseos, una zona que se fumiga cada ocho días, y un lugar más seguro donde realizar su labor. Sin embargo, los trabajadores han reducido entre un 60% y un 75% su salario de media.

Jenny recuerda cómo antes lograba reciclar $60 dólares al día y ahora apenas alcanza los $15. No sólo eso, sino que se divide el trabajo con su marido, quien trabaja en la calle seleccionando basura de los tinacos directamente, y un buen día de recolección obtiene alrededor de $150; diez veces más que ella.

Algunos como Amalfi Blandón, compradora del material reciclado en la misma galera de Cerro Patacón, critican que sólo un 10% de los camiones pueda ser revisado para obtener los residuos valiosos para la reventa. ‘Si por mí fuera, volvería a mi relleno nuevamente; allí no había selección de carros y podíamos recoger todo’, reclama. Allá cobraba entre $4,000 y $5,000 semanales, el triple de los $1,500 que ronda actualmente.

Ella y su esposo, Francisco Pineda, fueron de los primeros en percibir el valor real de la basura. Francisco empezó como todos, rebuscando latas en la basura. A los 17 años había ahorrado $400, y con eso compró a sus compañeros todas las latas que tenían y las fue a revender a las recicladoras. Ahora se ha convertido en intermediario, y espera sentado a que el resto haga el trabajo sucio. Se estima que el 80% de las empresas compradoras de material reciclado son intermediarias.

Los pepenadores están pendientes de los días más jugosos: lunes, miércoles y viernes. Aunque la mejor parte se la quedan los que trabajan por fuera, dicen; decenas de personas que permanecen al margen del sistema y que viven de lo que otros desechan.

MÁS TRÁFICO EN LA GALERA

‘Para nadie la basura es importante hasta que hiede. Ven al reciclador como la basura que ellos mismos recogen, cuando en realidad son los únicos que contribuyen al reciclaje’, señala Vielka Pérez. Para esta trabajadora social sería necesario que se incremente el volumen de residuos a reciclar. ‘Tiene que haber una colaboración entre la recolección y disposición final para poder separar más’.

La Autoridad de Aseo ha rechazado ampliar el acuerdo del número de camiones que deben parar en la galera, argumentando que eso frenaría el tráfico que llega al relleno y entorpecería las labores de recolección. Sin embargo, para la trabajadora social, es sólo una cuestión de organización. ‘Hay largas filas en el área de la pesa, y esas se podrían aprovechar para que lleguen a la galera. A veces los segregadores se impacientan, y tenemos que crear procedimientos para que se establezcan más paradas. Otras veces llega todo el material de una vez y se acumula el trabajo’.

Pérez describe cómo en ocasiones los pepenadores acuerdan un punto de compra-venta con los propios recolectores de basura de la AAUD y recolectan el material reciclable para su venta antes incluso de que llegue a la galera de segregación.

El resto, todo lo que ellos no reciclan, va a la disposición final, incluidos algunos tipos de plásticos y otros materiales que sí se compran.

En Cerro Patacón se asientan cuatro empresas recicladoras que deben pagar una mensualidad de $500 para la extracción del material en las 132 hectáreas de la instalación.

Aunque los trabajadores del Cerro fueron censados y regulados a través del control que ejerce Urbalia, la Autoridad de Aseo ya ha advertido que no tiene intención de regularizar la situación de los pepenadores urbanos que trabajan en las calles de Panamá.

Entre la basura se han llegado a encontrar joyas, cheques que regresaban y se cambian nuevamente, ropa falsificada de marca y que había sido comisionada, hasta una maleta con miles de dólares, cuenta Militza, encargada de prestar asistencia y organizar a los segregadores.

UN PROBLEMA PERSISTENTE

‘Las condiciones bajo las cuales estas personas obtienen su sustento diario son para muchos insólitas y cuestionables, pero para quien sobrevive de esta actividad es una cruda realidad con la que ha convivido en algunos casos toda una vida’. Así da inicio el estudio que realizó en 2002 la Agencia de Cooperación de Japón sobre la situación de los pepenadores.

Ya en aquel año, el estudio determina que ‘aunque el problema de los pepenadores/as parezca algo propio de Cerro Patacón y de los mal llamados ‘piedreros’ que deambulan rebuscando en las tinaqueras, la verdad es que se registran actividades de reciclaje en el sitio de disposición final desde 1945, en un hueco localizado en el Malecón de La Exposición, que se utilizó para agilizar el relleno que dio origen a la actual Avenida Balboa’.

En aquel entonces, el estudio señala que sólo trabajaban de 8 a 10 personas por día, todas mayores de edad. Esa cifra se multiplicó por diez en 1969. Sin embargo, debido a las incursiones y al ‘aumento de los mineros en el vertedero, que incrementó la competencia, y a la violación de la regla que le prohibía a esta cuadrilla extraer alimentos, en 1977 se cierra la Sección de Reciclaje del Departamento de Aseo’.

Hoy en día Panamá forma parte de la Red de Recicladores de América Latina, integrada por 15 países, junto con la que se han realizado actividades como la formación de trabajadores del sector. Jenny fue una de las beneficiadas con una beca de reciclaje. Después de haber visto otras experiencias, reconoce que Panamá ‘está pobre en el reciclaje’ y sugiere, entre otras alternativas, embotellar el olor de los lixiviados.

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