Los candidatos y el discurso político

Actualizado
  • 06/04/2019 02:00
Creado
  • 06/04/2019 02:00
El Dr. Carlos Iván Zúñiga Guardia ‘El Patriota' escribió en una columna publicada originalmente el 3 de mayo de 2003 que en aquel entonces existían ‘decenas de miles de universitarios y de ciudadanos capaces' que no solo no creían en ‘el viejo y ridículo discurso-ficción' de los aspirantes a la Presidencia, sino que se sentían ofendidos cuando escuchaban ‘prédicas insulsas, propias de timadores de la opinión pública'

Tengo la impresión de que el electorado de hoy es más exigente que el de ayer. Al menos se observa una mayor participación de los sectores que analizan críticamente la conducta y el discurso de los candidatos.

La tendencia de la sociedad es exigir planteamientos sensatos sobre los problemas del país y no darle espacio a la demagogia. Son tan diversas las crisis de nuestro tiempo, que las únicas soluciones eficaces son las concebidas por el talento cultivado y previsor. Prever lo que está por venir o actualizar el porvenir, como decía Eusebio A. Morales, constituyen las regla de oro del estadista.

Este criterio dio nacimiento a la planificación que no solo conlleva la modernización del Estado y su fortalecimiento, sino que otorga brújulas para la buena conducción del Gobierno.

Es conocido que en materia de planificación hay doctrinas encontradas, unas la apoyan, otros, sobre todo los que quieren convertir el Estado en una ONG sin oficio coercitivo, la impugnan. Pero la historia nacional indica que a partir de los primeros impulsos gubernamentales más deliberados en pro de la planificación, el ejercicio científico del Gobierno fue más preciso y fecundo. Las administraciones de Ernesto De la Guardia Jr. y de Roberto F. Chiari, principalmente, concibieron la planificación estatal como fuente segura de los mejores programas o como oráculo de causa y fin de todos los proyectos.

En el año de 1956, año en que estudiaba en la Universidad de San Marcos del Perú, quedé deslumbrado al enterarme que el país sureño tenía debidamente planificada la generación y consumo de energía eléctrica en el campo familiar e industrial hasta el año 2000, de modo que sistemáticamente se iban ampliando las plantas de generación hidroeléctrica para cubrir el creciente consumo. Sin duda, el antiguo IRHE respondía a políticas previsoras semejantes y entiendo que las empresas que asumieron estos negocios responden a iguales compromisos.

Si en todos los aspectos de la vida nacional, los partidos, los políticos y los interesados por la suerte del país tuvieran en sus manos estas herramientas idóneas de trabajo, no habría lugar para la improvisación. En todo se caminaría con la precisión y entusiasmo del alpinista cuando divisa y sabe cuál es el objetivo de su andar.

No poseo a mano las cifras exactas de la explosión demográfica en el país. En alguna ocasión se decía que cada 23 años se duplicaba el número de habitantes. Entiendo que ahora esa multiplicación es más dilatada. Pero en todo caso cada cierta cantidad de lustros se dobla el número de la población. En otras palabras, a lo largo de cada 25 o 30 años debemos estar preparados para brindar servicios a una población adicional a la actual. Es como si tuviéramos que construir lenta y previsoramente un segundo piso, agregado al primer piso tan deficiente que hoy existe para alojar a los que van llegando. ¿Pueden los candidatos prever lo que tienen que hacer para afrontar el mañana sin la ayuda de la planificación? ¿Saben con precisión cuántas escuelas, hospitales, vertederos, carreteras, acueductos, aulas universitarias, etcétera, debemos tener en funcionamiento en el 2010, en el 2020, en el 2030, según el ritmo de crecimiento de la población?

‘‘El desarrollo cultural y político de muchos sectores obliga a elevar a niveles muy reflexivos el debate electoral. Ya no se vive en los tiempos de la ‘patria boba'.

El día que un candidato a la Presidencia de la República se presente sin estridencias ante el electorado desarrollando esos temas con el rigor que otorga el estudio y conocimiento de los problemas nacionales y con las debidas soluciones planificadas, sería el gran momento de la lucidez y de la verdad incontrastable.

Uno de los temas que se abordan con más frecuencia es el relativo al desempleo. ¡Problema mayúsculo! Hoy no hay país de América que haga alarde del pleno empleo. El porcentaje del desempleo es oscilante, según quién lo invoque. Si se logra precisar ese porcentaje estimado oficialmente en un 14% y si se determina el crecimiento anual de la población que ingresa al torrente de quienes vienen pidiendo trabajo, ¿cómo pueden los candidatos ofrecer la eliminación del desempleo sin precisar el cómo y el cuándo? El cómo y él cuando establecen los límites entre la promesa vana y la alternativa sensata. Igual ocurren con otros problemas agudos que confronta la sociedad y que son ‘resueltos' maravillosamente desde la tribuna proselitista.

El desarrollo cultural y político de muchos sectores obliga a elevar a niveles muy reflexivos el debate electoral. Ya no se vive en los tiempos de la ‘patria boba' en la que los embaucadores y demagogos eran protagonistas de la vida política nacional. Hoy existen decenas de decenas de miles de universitarios y de ciudadanos capaces que se sienten ofendidos cuando escuchan prédicas insulsas propias de timadores de la opinión pública. El viejo y ridículo discurso-ficción que trata de accionar los reflejos condicionados que hacen tránsito de la fatiga del pueblo al hartazgo, no puede ser el discurso electoral del siglo XXI tan urgido de fórmulas serias, viables y planificadas.

Estas recomendaciones, de seguirlas, tendrían por resultado un buen Gobierno. Pero todo sería necio si el Estado pasa a ser una entidad sin poder. La planificación es creación constructiva de un Estado fuerte. Porque una planificación con investigaciones destinadas al archivo, sin mandato prioritario y eficaz, es simple desperdicio. Por tanto el papel del Estado es un tema de obligada atención por parte de los candidatos, sobre todo si los ímpetus avasalladores de la globalización tratan de hacerlo cada día más débil y menos administrador de la cosa pública.

¿Quién planifica e impone políticas de crecimiento en los servicios de telefonía y de electricidad? ¿Está prevista esta contingencia en los contratos de concesión del servicio? Estos temas también deben ser desarrollados por los candidatos con el fin de determinar quiénes responden a los intereses nacionales y quiénes están de espaldas al desarrollo de la nación panameña.

Por todo lo expuesto, el siglo XXI y los graves problemas del país imponen un nuevo discurso político. ¡ Ojalá, así lo entiendan los candidatos!

FICHA

Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:

Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia.

Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé.

Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá.

Ocupación: Abogado, periodista, docente y político

Creencias religiosas: Católico

Viuda: Sydia Candanendo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.

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