La metástasis de la Casa Wilcox

Actualizado
  • 11/04/2019 02:00
Creado
  • 11/04/2019 02:00
¿Negocio?, sí. El negocio está en medio de esta polémica, porque restaurar la Casa Wilcox también parece serlo, al igual que utilizar el valioso lote donde está asentada para cualquier otra actividad lucrativa

La ciudad de Colón está pasando por la restauración más grande en muchos años. El centro de la ciudad está literalmente ‘patas pa'rriba', donde máquinas, autos y peatones compiten por el espacio de las calles. Las aceras ya finalizadas empiezan a rebotar la tierra erosionada de las palmeras y árboles que no lograron que les colocaran un redondel para que lucieran mejor. Hay un cambio, sí, pero la belleza aún no asoma su cara en algunas áreas, porque todavía se trabaja en el soterramiento de cables o la pavimentación de calles que al final hará que todo luzca mejor, mucho mejor.

En medio de todo este desorden, algunos edificios como los del complejo ‘Bambulein' o ‘La Bambulé' sonríen con su nuevo look y los parques que emergieron con la mejora son anfitriones de chiquitines, jóvenes y adultos que se reúnen para jugar o intercambiar palabras.

En este desorden, la polémica también se ha hecho presente. Y es que hay un edificio, conocido como la Casa Wilcox, que se yergue enfermo y las autoridades dejan pasar el tiempo sin decidir qué hacer. La Casa Wilcox es considerada un monumento histórico de Colón y, por tanto, se ‘tiene que restaurar', según la norma.

El problema, empero, es que la Casa Wilcox está en metástasis y la eutanasia parece ser la mejor alternativa. ‘La restauración será tan costosa, porque ni el suelo es apto, ni sus paredes ni sus columnas aguantan… Hacer el trabajo que necesita ya no es restaurar, sino reconstruir, y eso es más costoso que echarla abajo, afirmar la tierra y construir una réplica', comentó un ingeniero que prefirió mantenerse en el anonimato por las bataolas que levanta el tema.

Porfirio, un colonense de a pie, es directo en su dictamen: ‘…echen esa vaina abajo, antes de que se caiga sola y le haga daño a alguien…'.

En un recorrido por el lugar, los colonenses de a pie parecen tener la razón. Constatar cómo los pedazos de paredes que ya se han desprendido se deshacen en las manos, denota que la sal que venía adherida a la arena con que se construyó el inmueble en 1913 se ha hecho sentir y cual merengue se desprende poco a poco. Esa sal también está corroyendo las barras de acero de las losas y columnas y a simple vista se ven las varillas oxidadas que asustan a quienes transitan por el lugar, temiendo que en un instante se vaya al suelo. De hecho, ya el Sistema Nacional de Protección Civil y el Cuerpo de Bomberos han emitido sus informes, advirtiendo del peligro del vetusto inmueble.

Pero la Casa Wilcox está en el mero centro de la ciudad de Colón. Un lugar ideal para cualquier negocio y más de uno le ha echado un ojo. Algunos colonenses lo dicen sin reparo: ‘El terreno se lo quieren coger. Lo quieren pa' negocio…'.

¿Negocio?, sí. El negocio está en medio de esta polémica, porque restaurar la Casa Wilcox también parece serlo, al igual que utilizar el valioso lote donde está asentada para cualquier otra actividad lucrativa.

Es la tragedia de la Casa Wilcox, ese inmenso caserón neoclásico para alquiler que construyó el gringo Robert. Wilcox vio un lucrativo negocio alquilando cuartos por el auge de la época debido a la construcción del Canal de Panamá, negocio que hoy también ven algunos en el lote o en la restauración. Mientras tanto, la Casa Wilcox se muere de a poquito, con úlceras en cada una de las paredes, esperando una decisión salomónica que para el colonense de a pie es tirarla abajo, construir una réplica y volver a habitarla con gente del pueblo o que se destine para un museo que cuente la historia de esa grandiosa ciudad.

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