La supervivencia como fin

Actualizado
  • 09/05/2020 00:00
Creado
  • 09/05/2020 00:00
Los cambios climáticos tienen muchos orígenes, pero uno de ellos es la falta de amor a la naturaleza. Repetirlo incesantemente obedece a una técnica magisterial, pero definitivamente la seguridad del globo es cada día más frágil, y ello obliga a tomar claras definiciones sobre la conducta humana para hacerle frente a todas las contingencias.

Ante las dimensiones de los desastres ocasionados por la naturaleza, algunos gobiernos han decidido profundizar y actualizar sus programas de prevención. Ahora resulta urgente lograr el apoyo de la sociedad no solo para dar la mano a los damnificados, sino para encarar la rehabilitación en las zonas afectadas. Las autoridades deben estimular los juicios de quienes pueden coadyuvar en el tratamiento de las calamidades y de los daños a vidas y bienes. El éxito de estas políticas preventivas y de la cooperación ciudadana depende en algún grado de la atención que presten los gobiernos a quienes formulen dictámenes y sugerencias.

La supervivencia como fin

En estos días, por ejemplo, este diario publicó un artículo del ingeniero Chapman sobre la catástrofe de Prados del Este. En esa nota se aprecian alternativas encaminadas a rehabilitar, a bajos costos, la barriada inundada. Las autoridades que se identificaron con la desocupación de las viviendas no rebatieron los juicios del ingeniero Chapman, quedando la sensación de que las soluciones aplicadas a Prados del Este tienen carácter de precipitadas.

A diferencia de lo expuesto, otros gobiernos vienen reclamando recomendaciones para encarar las calamidades. Se ha sugerido que las casas ubicadas en las playas estén distantes del mar. En algunas regiones se revisan los planos reguladores referentes a las barriadas y se prohíbe la construcción de viviendas cerca de los ríos.

Igualmente se ha ordenado el traslado de las residencias que pueden ser sepultadas por el deslizamiento de laderas y cerros para que no se repita lo acontecido en Armero, Colombia, o en el hermosísimo callejón del Huaylas, Perú. Pueblos enteros sepultados por toneladas de piedra y lodo.

En los sitios montañosos, como Boquete y otras tierras altas, donde el paisaje invita a habitar cada metro cuadrado, deben contar con un plano regulador de su crecimiento como el que se hizo para El Valle de Antón, estudio sesudo que analiza desde todos los ángulos el desarrollo previsor y saludable de la región. Manos amigas y muy estimadas me hicieron llegar copia del plano regulador de El Valle y de inmediato lo entregué al alcalde de Boquete, para que algo semejante elabore allí el Ministerio de la Vivienda, autor del plano de El Valle. Otro tanto debe hacerse con distintas regiones del país que por su conformación topográfica y su atractivo turístico, así lo ameriten.

Es obvio que la furia de la naturaleza muchas veces vence la previsión humana. Los diques construidos en New Orleans y que fueron destruidos por las corrientes impetuosas de las aguas, confirman que ante esta clase de embates lo realmente previsto es lo imprevisto, salvo que en Estados Unidos se tenga otro criterio y los ingenieros constructores de tales diques ya estén sometidos a procesos penales.

De modo simultáneo a toda política estatal de protección a las comunidades, debe ser desarrollado un programa docente destinado a fomentar una actitud colectiva en defensa de la naturaleza. La floresta que bordea los ríos, quebradas y ojos de agua, debe ser protegida con mayor ahínco y vigilancia. La deforestación resulta criminal. En Panamá se hizo un escándalo mundial porque se pretendió construir una carretera de pocos kilómetros entre Cerro Punta y Boquete, pero hoy Darién, con el silencio cómplice de todos, se apresta a brindar a los arboricidas la tala de mil hectáreas de bosque. Nos encontramos colando mosquitos, pero tragando hipopótamos.

El cauce de los ríos solo debe servir para que circulen libremente las aguas, evitando los embalses. Los ríos y quebradas que orillan los pueblos deben ser canalizados. En Boquete, hace pocos años, una quebradita insignificante se desbordó causando males mayores. Unas casas fueron totalmente destruidas, otras quedaron de rodillas y a una pobre anciana la arrastró para siempre la corriente. Esta escena se repite anualmente en distintos sectores de la geografía nacional.

Desde luego, todo lo que viene expuesto no constituye originalidad alguna. Simplemente se trata de una recopilación de soluciones conocidas, que en el caso panameño deben ser más divulgadas.

Los científicos y expertos son claros en sus advertencias. Los cambios climáticos tienen muchos orígenes, pero uno de ellos es la falta de amor a la naturaleza. Repetirlo incesantemente obedece a una técnica magisterial, pero definitivamente la seguridad del globo es cada día más frágil, y ello obliga a tomar claras definiciones sobre la conducta humana para hacerle frente a todas las contingencias.

Sin exageración, se podría afirmar que la especie humana, como nunca, tendrá que luchar como en las etapas primitivas por su supervivencia ante los fenómenos cada día más mortales de la naturaleza. Es decir, la planificación de la vida tiene menos relevancia que la planificación de la supervivencia. Es el drama y el fin de la especie en la hora actual.

Artículo publicado originalmente el 29 de octubre de 2005.

Carlos Iván Zuñiga Guardia
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena, y la Orden del Sol de Perú.

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