El diálogo que el pueblo reclama

Actualizado
  • 04/02/2023 00:00
Creado
  • 04/02/2023 00:00
La crisis que vive Panamá no es una crisis política cualquiera. La crisis que vive Panamá es semejante a la crisis que produce una guerra. Tiene los mismos efectos de una guerra civil
El diálogo que el pueblo reclama

Tengo otra reflexión, y es sobre el contenido del diálogo. ¡Sobre el diálogo! La crisis panameña no solamente es política. La crisis panameña es económica, es social, es integral, moral, es una crisis total. Todos los sectores de la sociedad panameña están afectados por la crisis. Unos más unos menos, pero a todos en alguna forma le llegan los efectos de la crisis. De tal manera, que en el país actual a todos les interesa la solución de la crisis. No solamente le interesa a la APEDE, o le interesa a los Partidos Políticos. Reitero, hay en el país una nueva conciencia. El que no quiere percibir que hay una nueva conciencia en el país o que por lo menos hay más conciencia en el panameño sobre todos los problemas, no ha captado bien los cambios formidables que se han dado en las estructuras sociales panameñas. Hay una mayor preocupación de todos los sectores. La presencia sin precedentes de ustedes en esta sala para escuchar un testimonio, que, como decía al principio, no tiene si no por objetivo crear algún tipo de, preocupación y hacer un análisis íntimo sobre lo que yo diga, aceptarlo o no enriquece el criterio y prueba de que hay una nueva conciencia en el país.

La crisis que vive Panamá no es una crisis política cualquiera. La crisis que vive Panamá es semejante a la crisis que produce una guerra. Tiene los mismos efectos de una guerra civil. Porque se da en el campo económico, en el campo de la economía doméstica, en el campo de la economía estatal, no hay circulante. Tenemos un común denominador todos los panameños hoy: el déficit.

Todos andamos angustiados, todos andamos con una preocupación, sobre todo que existe la crisis de ilusiones. Todos andamos sin horizontes, nuestra juventud emigrando, nuestros talentos emigrando. ¿Saben ustedes lo que significa para un país pobre como el nuestro que la juventud sienta que no tiene destino en su patria y los profesionales sientan que no tienen destino en su patria? Que ha costado tanto al Estado panameño formar profesionales, para que tengan ellos que emigrar porque aquí no encuentran una alternativa a su vida. Es una crisis integral la que tenemos los panameños. Por lo tanto, es una crisis que se acrecienta. Es una crisis que obliga a que todos tengamos mucha responsabilidad y a no actuar con un criterio politiquero; sino a actuar con un criterio, yo diría que hasta empinándonos sobre nuestra propia capacidad, y otear un poco el plano político con lo que podamos tener de Estadistas con suprema responsabilidad.

¿Saben ustedes lo que significa que hoy tengamos 200,000 desocupados? ¿Saben lo que significa para un país que en el ritmo que traía de crecimiento antes de la crisis, no iba a poder hacerle frente al crecimiento natural de la población panameña dentro de 20 años? Que no hemos podido satisfacer las exigencias del país de 1987, y dentro de 20 años este país, por la duplicación de la población, deberá tener construido el segundo piso para esa nueva población, con todas sus exigencias. ¿Saben lo que significan todos estos problemas graves de un pueblo sin asistencia social, de un pueblo con un sistema hospitalario negativo, que usted no sabe si va al hospital estatal a morir o a curarse, que usted no sabe exactamente en qué momento usted tiene la desgracia de enfermarse y no tener en su bolsillo dinero suficiente para hacerle frente a un hospital privado? Saber que si va al Seguro Social los mismos médicos les advierten a los pacientes lo que ocurre en el Seguro Social. Los pacientes que se operan hoy a las nueve de la mañana de hernia, a las dos de la tarde le dicen: vete a tu casa porque allá tienes más seguridad. Y lo sacan del hospital tres horas después de la operación.

Esa crisis que vivimos los panameños es una crisis agobiante, creciente. En las democracias las crisis políticas se resuelven en las urnas. Todos los empeños políticos se resuelven en las urnas. Si hay una diferencia, pues vamos a la controversia y cada partido tiene su posición y plantea sus objetivos y sus programas. Surge el proselitismo y se resuelve en la urna en una democracia. Pero las crisis nuestras, además de políticas, son crisis superiores; que escapan al control de un sólo hombre; que escapan al control de un partido. La crisis actual de Panamá es una crisis de solución de todos los panameños.

Yo lo que quiero es dejar en el ánimo de ustedes esta reflexión: a todos nos incumbe subirnos en la cubierta del barco y ver de qué manera vamos a dirigir todo este barco para salir del mar proceloso en que nos encontramos. Las crisis se resuelven directamente en las urnas, en la democracia. Son crisis que se resuelven parlamentando en los parlamentos. Se va una Asamblea y allí llegan los parlamentarios y plantean las soluciones y hay una controversia, hay una solución, hay un intercambio de criterios periodísticos, se plantea un proyecto de ley, se discute en la prensa, surgen los comentaristas, surgen los periodistas. Los periodistas se hacen líderes sociales y cuando usted ve como los periodistas de Panamá llegan a las Asambleas es porque dentro de la democracia juegan un papel vigoroso de intérpretes del organismo social. En la dictadura, que es lo que vivimos actualmente, no sólo se genera esta crisis nuestra por los problemas internos, sino que también la generan o coadyuvan a su robustecimiento factores políticos-económicos externos. En consecuencia, la solución de la crisis actual no se encuentra en las urnas, porque la dictadura no cree en las urnas; es alérgica a las urnas. Entonces se debe buscar un mecanismo que nos lleve a la democracia y que nos lleve a trabajar a todos por la democracia. Un mecanismo que tenga como primer objetivo el logro de un diálogo, que obtenga de ese diálogo un programa democratizador.

Yo considero que hay un programa inmediato y un programa mediato. El programa inmediato, el que está cerca de nuestras narices, es lo que planteaba hace un rato un gobierno provisional democrático. Un Tribunal Electoral imparcial. Ese debe ser el objetivo de un diálogo, de tipo inmediato: La obtención de las libertades públicas, el repliegue y el reemplazo de las cúpulas militares y la nueva Corte. También hay un programa mediato, un objetivo mediato que es convocar elecciones presidenciales y una Asamblea Constituyente paralela que haga posible que allí, en el seno de la Asamblea Constituyente, se haga el gran diálogo nacional de todos los sectores como lo concebía Tomás Herrera para decidir allí la suerte del Istmo.

¿Quiénes deben participar en el diálogo inmediato, en el diálogo para lograr, a mi juicio, un clima que haga posible la elección de la democracia? Deben participar fundados en la experiencia, los protagonistas fundamentales. Fundados en ¿qué experiencia? En el sistema para el diálogo que siguen pueblos que salen de las Catacumbas, o que salen de las montañas armados.

¿Quiénes participan en los diálogos en Colombia? ¿Quiénes son los convocados a dialogar en Colombia? ¿Quiénes son los que participan en una sociedad sangrienta, mutilada, en una sociedad sin horizontes, como la colombiana, en la amada Colombia? ¿Quiénes son? No participan, únicamente, aquellos que piensan que la solución política de la crisis panameña debe pasar exclusivamente por el cuello de botella de los partidos políticos. Yo no creo en el diálogo únicamente en manos de los partidos políticos. Eso es un cuello de botella. No son los únicos protagonistas, no son los únicos interesados en esta crisis nacional, esta no es solamente una crisis política para dejársela exclusivamente a los partidos.

Esta es una solución que incumbe a todos los sectores panameños. ¿Quiénes dialogan en Colombia? Por el gobierno, de un lado, los militares y los partidos. De otro lado dialoga la oposición, los partidos de oposición. Y de otro, participan los gremios, los obreros, los gremios cívicos, las fuerzas económicas y los universitarios. Aquí en Panamá, los que deben dialogar son estas fuerzas: los militares y su gente, porque aquí no hay más participe, protagonista del lado del gobierno que los militares, porque tienen el poder real, todos en Panamá lo saben. No es cuestión de mandar a civiloides a que lo hagan por ellos, van a dialogar los militares directamente; van a dialogar los partidos de oposición, y van a dialogar los gremios obreros, los gremios empresariales, los universitarios, los sectores vitales de la sociedad panameña. Pero ese diálogo inmediato es para obtener los objetivos que yo he planteado de un gobierno democrático de transición. Y el otro diálogo, el diálogo mediato, que es el que debe darse en el seno de la Asamblea Constituyente donde se van a hacer los grandes planteamientos para reestructurar a la sociedad panameña en paz, en convivencia. Sólo un organismo como una Asamblea Constituyente podrá servir de colchón amortiguador de los conflictos en donde las pasiones no van a enervar el desarrollo del talento, y muy por el contrario, allí se podría dar un gran debate nacional, sobre todo, que es lo más importante, para que las estructuras legales que se den en este país le sirvan de marco al desarrollo social, económico y político de un país creciente, como es el país panameño.

Las actuales estructuras jurídicas no son exactamente las que pueden permitir el desarrollo social de la nación panameña porque están atadas a ciertos criterios de tipo ideológico que le hacen totalmente ineficaz para la nueva sociedad panameña que nació en junio de 1987. ¡Entre los panameños podemos hacerlo!

No podemos permitir que nos sigan ridiculizando como nación observando el diálogo repito, entre extranjeros y militares y presentándonos como una comunidad sin dirigentes capaces de conducir a la nación panameña.

Extracto de la conferencia 'Reflexiones sobre el Momento Político Actual¡ ofrecida en la Apede, el 1 de septiembre de 1988. Publicado originalmente en el periódico Acción.

El diálogo que el pueblo reclama
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
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