‘Hay que creer en la capacidad de los panameños': Ulloa

Actualizado
  • 29/01/2019 01:01
Creado
  • 29/01/2019 01:01
Los istmeños somos capaces de organizar grandes eventos cuando tenemos un objetivo en común, indicó el arzobispo. La JMJ superó las expectativas, hasta de los más negativos, porque hubo un proyecto en común y quedaron atrás las banderas políticas

La lección más importante que aprendimos los panameños sobre la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), a juicio del Comité Organizador Local (CCL) del evento, es que el pueblo es capaz de unirse en un proyecto común y dejar atrás banderas políticas o intereses particulares.

Ayer el COL ofreció un primer balance de la JMJ y la visita del papa a Panamá (23-27 de enero). En la conferencia de prensa, hablaron el arzobispo José Domingo Ulloa; Alexandre Awi Mello, secretario del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida de la Santa Sede; y Víctor Chang, secretario ejecutivo del Comité Organizador Local.

Aunque las cifras aún no fueron divulgadas con exactitud, los organizadores afirmaron que el evento superó todas las expectativas que se habían planteado en un inicio, desafiando, incluso, a las voces más negativas que apostaban a que todo sería un fracaso.

‘Hay que aprender de esta experiencia, porque el pueblo se une para realizar los proyectos y la gente no se deja engañar. Esto hay que tenerlo muy claro', apuntó Ulloa, quien además hizo un llamado a los candidatos políticos para que no permitan que la experiencia se quede como una ‘llamarada de capullo'.

Algunos de los objetivos logrados, a criterio de los organizadores, consistieron en ‘la satisfacción de vivir una Iglesia que se ha adecuado al Concilio Vaticano II. Una Iglesia de comunidad, donde cada uno tiene su lugar, no hay protagonismos personales sino una (Iglesia) que impulsa a trabajar en red y coordinadamente', enumeró Ulloa.

Otra meta satisfecha fue haber efectuado el primer encuentro mundial de indígenas, hecho que el pontífice resaltó en varias ocasiones.

Ulloa narró que un representante de una etnia indígena tuvo la oportunidad de almorzar con el papa, junto a otros nueve jóvenes. Un momento que el sumo pontífice aprovechó para explicar al resto que ‘los indígenas nos enseñan a descubrir nuestras raíces'.

Otro logro señalado fue el trabajo arduo que se realizó para reducir el daño a la naturaleza, manejando adecuadamente los desechos de los eventos masivos. ‘Una cosa es cuando terminan los carnavales; otra es la foto que vimos cuando terminó la JMJ, con más de 700 mil personas en Metro Park', destacó el arzobispo.

PROYECCIÓN POSITIVA

Por último, resaltaron la proyección positiva al mundo del verdadero Panamá. ‘Tenemos en este momento embajadores en 150 países, que son los peregrinos que asistieron, hablando de lo que ha sido la JMJ en Panamá', indicó Víctor Chang.

Ulloa reiteró el asomo de otro Panamá, uno que siempre apunta a ganador. ‘Ahora todo el mundo sabía que esto iba a salir bien, y eso es mentira, porque tuvimos muchas dificultades afuera y dentro de la Iglesia, que no creían en este proyecto', indicó el religioso, al referirse a quienes apostaban por el fracaso del evento.

‘Decían que iba a colapsar la ciudad y no colapsó; que no habría alimentos, que sería el caos de este mundo, y no lo fue. Hay que creer en las capacidades de los panameños', insistió Ulloa, al tiempo que incentivó a ser mejores ciudadanos y dejar la negatividad ante los grandes retos.

Por su parte, Awi Mello destacó la asistencia de 700 mil personas a la misa de envío, lo que en un país como Panamá equivale al 20% de la población.

UN PUEBLO NOBLE

‘El papa manifestó su alegría, su gratitud y su cansancio, lo que habla de cómo estuvo involucrado en este evento', añadió el italiano.

Ulloa expresó que el papa definió a la gente de Panamá como un pueblo noble, ‘uno que se enorgullece de sus hijos y los alza para que los bendigan'.

‘Lo que valió la pena, para el papa, era ver el rostro de alegría, sobre todo de la gente más pobre que no puede ir ni a ver la feria de las flores, en Boquete, Chiriquí, pero que pudo ver al santo padre aquí, eso no tiene precio, el gozo de la gente sencilla', valoró Ulloa.

El monseñor también habló de algunos momentos que vivió junto al papa, durante los cinco días que estuvo en Panamá. Contó que cada vez que se subían al ‘carro pequeño' —uno de los vehículos que utilizó para movilizarse—, el papa encontraba dos rosas nuevas. ‘Lo primero que hacía el papa es que decía: muy hermoso, pero no huele. Me daban ganas de llevarle un narciso', narró Ulloa.

La otra es que la agenda del día siempre iniciaba con rezos. ‘Siempre que salíamos se encomendaba a Dios y me hablaba de lo que veía, la gente sencilla. Le arrebató aquella abuela que decía que hacen líos, me decía ¡qué ocurrencia!', rememoró Ulloa.

Los organizadores agradecieron a Dios y a las diferentes comunidades de fe que contribuyeron en la acogida a los peregrinos, como la judía, que abrió las puertas de su sinagoga para recibir a 49. O la musulmana, que proporcionó sitios de hidratación.

VIAJE DE RETORNO A ROMA

‘El aborto es un fracaso'. Durante el vuelo de regreso a Roma, el papa habló sobre el aborto, la educación sexual y el celibato.

Al primero lo calificó como ‘un fracaso' y compartió las palabras de una mujer que confiesa haber abortado.

El papa describió que para la madre que aborta ‘es una misericordia difícil, porque el problema no está en dar el perdón, el problema está en acompañar a una mujer que ha tomado conciencia de haber abortado. Son dramas terribles'.

Los periodistas también le preguntaron sobre la educación sexual, a lo que el pontífice indicó que en las escuelas se debe enseñar educación sexual. ‘Objetiva, como es, sin colonizaciones ideológicas. Porque si de entrada le das una educación sexual llena de colonizaciones ideológicas, destruís a la persona. El sexo como don de Dios necesita ser educado. No con rigidez. Educar es sacar lo mejor de la persona, acompañarlo en el camino', dijo el papa.

Francisco reiteró sobre el papel que deben asumir los sacerdotes y obispos, ‘uno activo que viva con pasión; de lo contrario, la gente se siente abandonada o con cierto sentido de desprecio, huérfana'.

Sobre el conflicto con Venezuela, el papa reconoció que ‘pensó y repensó' las palabras para expresar su cercanía con el pueblo venezolano. Lejos de tomar partido sobre a quién reconocer, si al opositor Juan Guaidó o a Nicolás Maduro, el papa desea que exista un acuerdo sin que se manifieste la violencia, porque le ‘aterra'. También describió los pasos a seguir al momento en que un religioso atiende a personas que han sido abusadas sexualmente.

Se negó rotundamente a la posibilidad de permitir el celibato como una opción. Reconoció que tal vez es muy cerrado en el tema, pero es cuestión personal. ‘Soy cerrado, quizás. No me siento para ponerme frente a Dios con esta decisión'.

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