Las huellas de obrero antillano en el Canal

Actualizado
  • 17/08/2014 02:01
Creado
  • 17/08/2014 02:01
Los elementos que hicieron posible esta portentosa obra del ingenio científico tecnológico. Los beneficios y distribuciones.

Hoy por hoy el Canal de Panamá, además de poseer un valor estratégico desde el punto de vista económico y comercial, es una prueba elocuente del progreso humano en el campo de la tecnología. Se trata sin duda alguna, de una de las obras de Ingeniera más grande a lo largo del desarrollo mismo de la humanidad.

Pero igualmente el Canal ha permitido, con todas las limitaciones propias de la época de su construcción, la convergencia de diferentes razas y culturas, generando un país multiétnico y pluricultural, constituyéndose en un ejemplo de convivencia intercultural, que da testimonios de las posibilidades de comprensión y tolerancia que encierra dialécticamente la condición humana.

FACTORES DETERMINANTES DE LA CONSTRUCCIÓN DEL CANAL

Tres elementos hicieron posible esta portentosa obra del ingenio científico tecnológico: la tecnología puesta por los Estados Unidos, la posición geografía, producto de un istmo estrecho separando los dos océanos, patrimonio aportado por la nación panameña y por último el tercer elemento que hizo realidad la construcción del Canal, fue la fuerza de trabajo, el trabajo incansable de miles de hombres, que derrotaron la fiebre amarilla, la malaria, los derrumbes, las explosiones de dinamita, la inclemencia del clima y un régimen laboral y social segregado, para ver culminado el 15 de agosto de 1914, el grandioso Canal de Panamá.

Fueron mayormente, miles de hombres provenientes de Barbados, Trinidad, Martinique, Santa lucia, Guadalupe, Jamaica y Grenada entre otras islas Caribeñas, los que llegaron al istmo para contribuir con sangre, sudor y sus vidas, para hacer del Canal una hermosa realidad, que continua cumpliendo mejor que nunca su estratégica función como punto de articulación del comercio mundial, gracias a la labor profesional y eficiente que desarrollaron en la operación y funcionamiento de la vía, parte importante de las generaciones descendientes de los obreros excavadores del Canal de Panamá.

EL REPARTO DE LOS BENEFICIOS

Los Estados Unidos que realizó la gran inversión financiera para la construcción de la vía, con los años que la controlaron, lograron captar los millonarios beneficios directos e indirectos producidos, recuperando con enormes utilidades su inversión original.

Panamá, después de una lucha generacional por lograr la soberanía sobre todo su territorio y el control de su principal recurso, alcanza finalmente con los Tratados Torrijos-Carter su sueño histórico; y a partir del año 2,000 el país ha venido obteniendo los beneficios a que tiene derecho por su privilegiada posición geográfica.

Y hoy, está a punto de ver completada bajo su administración, el inicio de una nueva etapa de la explotación de su posición geográfica, a través de un mecanismo más moderno y adecuado para las condiciones actuales de la economía mundial, como es la ampliación del Canal.

Los trabajadores antillanos, son los que no han sido recompensados debidamente; la dureza del periodo de construcción de la vía, el régimen de vida segregado, la discriminación, las injusticia del sistema judicial de la Zona del Canal, y el rechazo y la xenofobia por parte de importantes sectores de la sociedad panameña mantiene una deuda con estos valientes hombres del Caribe.

El testimonio de un obrero de la época recogido en la obra de Lancelot Lewis, The West Indian en Panamá, nos dramatiza el cuadro de la construcción de la siguiente manera: ‘Durante esos día llovía torrencial y regularmente, nos obligaban a trabajar bajo la lluvia para cumplir las ocho horas reglamentarias. Nuestra situación era una especie de semi esclavitud, no había a quien recurrir; teníamos que aceptar o correr el peligro de perderlo todo.

‘En la mayoría de los casos la comida estaba mal preparada, casi cruda. Teníamos que bañarnos, lavar nuestras ropas y beber el agua del mismo río. Agua que usábamos para cocinar, y que compartíamos con los caballos y el ganado… continua relatando Austin Harragan’.

‘Tuvimos que confrontar el problema de la malaria con médicos y enfermeras poco entrenados, muchos obreros murieron temprano. Otros se volvían sordos, por los usos excesivos de la quinina que teníamos que tomar para prevenir las enfermedades.

‘Tanto fue el problema que al quedar sordos los obreros no escuchaban el ruido y silbido del tren, y terminaron arrollados en la vía, o en los derrumbes, por no escuchar las explosiones de dinamitas’.

‘Había muchos que le temían a los doctores, y al enfermarse preferían ocultarse y buscar sus propios remedios. A veces eran descubiertos, golpeados salvajemente, e incluso llevados a prisión, ya que la regla era o en el trabajo o en el hospital. No había lugar para vagancia’.

‘Y después de la nueve de la noche no podía existir ninguna vela encendida en los campamentos de trabajo. Además de estas denigrantes situaciones, los antillanos se vieron obligados a realizar los trabajos más difíciles.

‘El informe anual del Departamento de Sanidad de la Compañía del Canal indica que para el año 1913, habían fallecido 11,943 empleados blancos, en relación con 44,711 obreros negros.’

GOLD Y SILVER ROLL

El sistema laboral segregado en la Zona del Canal, estaba legitimado por el régimen de Patrón Oro para norteamericanos y europeos blancos, y el Patrón plata, para los obreros negros. Los blancos recibían salarios en oro, aunque hicieran trabajos similares al trabajador negro.

Tenían separadas sus comunidades, viviendas, restaurantes, hospitales, almacenes, y en algunos servicios como correo, había una fila para blancos y una para negros, fuentes de agua según la raza.

Uno de los aspectos menos estudiados dentro de la Zona del Canal es el sistema de justicia. Las historias y los casos que recoge Julie Greene en su libro ‘The Canal Builders’ muestra claramente la manera en que el sistema garantizaba el orden y la productividad en la Zona, asegurando que el peso de la ley fuera siempre severo y diferenciado en el caso de los antillanos.

Sentencias y multas desproporcionadas, le aseguraba a la Compañía del Canal, mano de obra gratuita, para las faenas difíciles y peligrosas.

Estas condiciones infrahumanas, en que el trabajador antillano hizo realidad el Canal de Panamá, fueron gradualmente revertidas por las acciones organizadas de los trabajadores del Canal, a partir de 1916, cuando los sindicatos realizaron la primera huelga en Zona del Canal y que sería continuado por dirigentes como William Preston Storte y Samuel Innis, en 1920, y luego por Samuel White, que crea la Asociación de Trabajadores de Plata, y posteriormente por el sindicalista Luis Anderson.

Son estos trabajadores que inspirados en la resistencia de los excavadores, habrían de protagonizar gestas importantes hasta desmantelar el régimen del Gold y Silver Roll.

SIGNIFICADO DE LOS 100 AÑOS

Para los antillanos y sus descendientes, las esclusas y los lagos del Canal, contienen, la sangre y el sacrificio de sus antepasados, que llevaron con orgullo, el hecho de haber sido parte del Canal de Panamá.

Por eso cuando hoy se realiza una importante promoción de los 100 años de su existencia, causa molestia que en la reconstrucción de los hechos, no aparezca como se merece la huellas de los afroantillanos.

El Canal en manos panameñas, no debería repetir la historia de exclusión y rechazo xenofóbico como la sociedad panameña trato a los antillanos, y cuya expresión aunque no única fue la constitución de 1941, famosa por su artículo de raza de inmigración prohibida. Más bien el Canal en manos panameñas debería servir para generar beneficios que a través de políticas sociales, sirvieran para reducir la desigualdad y la pobreza, en los sectores populares que será una manera, ejemplar de reparar las injusticias que tuvieron que confrontar uno de los componentes humanos más significativos en la historia del Canal de Panamá.

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