Más allá de Monroe, el legado de la doctrina

  • 06/08/2023 00:00
Este 2023 se conmemoran 200 años de la doctrina Monroe, un postulado cuya herencia es más profunda de lo que pensamos
En un inicio, la doctrina Monroe no era imperialista.

Cuando pensamos en la doctrina Monroe, es inevitable recordar aquella frase que el presidente estadounidense, James Monroe, exclamó durante su quinto discurso ante el Congreso de los Estados Unidos, en 1823. 'América para los americanos', un postulado ampliamente referenciado en la historia panameña, que para la historiadora Marixa Lasso, directora del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales (Cihac-AIP), esconde más de lo que pensamos.

Lasso nos cuenta que en un inicio, los ideales de la doctrina no eran imperialistas, pues tenían su origen en el temor que había en las recién creadas repúblicas americanas, de una reconquista por parte de las monarquías europeas. “La idea de una República, sin reyes, todavía era revolucionaria en 1823”, asegura la historiadora, en conversaciones con La Estrella de Panamá.

“Esas repúblicas tenían miedo de que las monarquías europeas, de las que se acababan de independizar, intentaran retornar al poder. De allí que el fundamento de esa doctrina fuera la protección y autodefensa, en lugar del imperialismo”, analiza la especialista, quien explica que la faceta imperialista de la doctrina comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios de siglo XX. Llegando a consolidarse con el 'Corolario Roosevelt', en 1904.

Su nueva investigación (recientemente publicada en Diplomatic History) plantea que para entender esa evolución es indispensable estudiar los debates que se dan sobre el Canal de Panamá en el siglo XIX. Uno de ellos se da en Bogotá cuando el congreso colombiano inició a debatir el tratado Arosemena, Sánchez-Hurlbut (1870) para la construcción de un canal interoceánico, que fue firmado, pero no ratificado.

Según Lasso, las opiniones de los senadores colombianos en torno a ese tratado evidencian que los colombianos también tenían su propia opinión sobre la importancia de generar alianzas republicanas para protegerse de las monarquías, pero que era necesario que se dieran en condiciones de igualdad.

La especialista destaca el trabajo del senador Carlos Martín, quien jugó un papel fundamental en las críticas que recibió el tratado. “Esta persona por una lado defendía la importancia de una alianza entre repúblicas para construir el canal, pero por otro lado denunciaba que ese tratado no era entre iguales, sino que le daba completo control a EE.UU. sobre la zona canalera. Lo interesante de la crítica del senador Martín al tratado de 1870 es que anticipa muchas de las situaciones que sí se dieron con el tratado  Hay-Bunau Varilla.” Según la historiadora, el senador Martín predice, entre otras cosas, que los norteamericanos iban a tomar completo control de los puertos y de los pueblos de la franja canalera, porque el tratado permite interpretaciones que llevan a eso, que fue exactamente lo que pasó, en el  Hay-Bunau Varilla. Los ideales de soberanía impulsados por la doctrina Monroe servirían más adelante como herramienta para combatir el imperialismo en el que mutó esta misma doctrina más adelante.

El legado de Nueva Granada

Las ideas de Carlos Martín sobre soberanía nacional y el Canal de Panamá son parte fundamental de nuestra tradición histórica y son parte de un legado no reconocido que llegó a impactar el pensamiento de negociadores panameños de principios de siglo XX, como Eusebio Morales y Harmodio Arias, quienes llevaron esos ideales a la lucha de Panamá por su soberanía sobre los puertos y la ruta canalera.

“Hay una tradición antigua [en Panamá], que no empieza con nuestra separación [de Colombia], sino que da inicio en esos ideales de soberanía colombiana, de 1870. Esa tradición fue importante y aunque perdimos batallas a corto plazo [en la lucha por el Canal], esa larga tradición de la lucha por la soberanía en el Canal nos motivó a seguir luchando”, teoriza la historiadora.

Lasso destaca que el periodo de unión a Colombia forma parte de nuestra historia y no podemos desconocer los aportes históricos de ese momento. “Muchas veces pensamos que nuestra historia se inicia en 1903 [fecha de la separación de Panamá de Colombia], pero la tradición obtenida de la época de unión a Colombia, es invaluable”, destaca la especialista, quien comenta que muchos de los profesionales panameños de la época, eran egresados de universidades colombianas, participaban del congreso de esa nación y tuvieron gran injerencia en la realidad Colombiana, algo que no se suele mencionar en los colegios. “Aunque nos separamos, somos herederos de esa historia y eso hace que nuestra historia sea más rica”, asegura.

La identidad nacional

¿Reconocer que la identidad panameña está permeada por su pasado colombiano hace que seamos menos panameños?, a criterio de Lasso no. “Me causa un poco de gracia que no tengamos conflicto en aceptar nuestra herencia colonial, pero sí la colombiana”.

“Si desconocemos ese periodo de nuestra historia, nos estamos quitando casi 100 años de instituciones democráticas, que son parte de nuestra experiencia con el sistema republicano.” Elementos como la separación entre la Iglesia y el Estado, la educación pública, las elecciones democráticas y la Constitución, son parte de ese legado.

“No hay por qué estar avergonzados de ese periodo, es parte muy interesante y rica de nuestra historia”, considera la historiadora. “reconocer la importancia de nuestro pasado durante el período de unión a Colombia, no debilita nuestra identidad, sino que la enriquece”, añade la especialista, quien menciona que aunque Panamá mantuvo mucho de la institucionalidad colombiana, tras la separación, hubo una “reinvención” de ellas, adaptando una tendencia liberal, lo que las diferenció. “Una sociedad que piensa que su historia es muy reciente es una sociedad que se siente débil, porque no tiene una tradición en qué apoyarse. No conocer la riqueza de nuestra historia milenaria es lo que debilita nuestra identidad”, concluye la historiadora.

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