• 30/09/2008 02:00

Calentamiento global...

Debajo de los hielos eternos de la Tierra, que abarcan un cuarto de su superficie, se esconde un nuevo peligro que, según expertos en cl...

Debajo de los hielos eternos de la Tierra, que abarcan un cuarto de su superficie, se esconde un nuevo peligro que, según expertos en climatología, podría desembocar en una mayor aceleración del cambio climático.

En zonas de suelos, que hace miles de años están permanentemente congelados, como los de Siberia, Alaska y Canadá, se está produciendo un deshielo acelerado que podría traer, a largo plazo, consecuencias dramáticas para el clima. En la región pantanosa de la tundra siberiana, del tamaño de la ex República Federal de Alemania, se hallan depositadas bajo el hielo cantidades descomunales de carbono, en forma de turba que por quedar al aire libre a causa de los deshielos, pueden transformarse en CO2, por oxidación, o en metano, por la acción de bacterias, y ser absorbidos por la atmósfera, lo que aceleraría el calentamiento de la Tierra.

Científicos de Rusia, Finlandia y Holanda, unidos en el proyecto CASUS, reportan una gran disminución de la capa de hielo siberiana. El deshielo es normal en esta región, pero los cambios actuales son extremos. Aún no se puede determinar el desarrollo que experimentarán los hielos permanentes de forma definitiva, pues los lapsos de medición son demasiado cortos, y los modelos de investigación no reflejan fielmente todas las interacciones posibles. Sin embargo, los expertos tienen hoy datos suficientes como para advertir que los gases despedidos podrían acelerar más aún el cambio climático, pues agudizarían notablemente el ya existente “efecto invernadero”.

El Ártico no sólo es clave por reaccionar sensiblemente a los cambios climáticos, sino que influye a su vez en el clima global respondiendo al más mínimo de ellos. En él se articula la circulación de los océanos, y es dicha circulación la que, a su vez, asegura la estabilidad de nuestro clima. Si la circulación oceánica se modifica, se desplaza o colapsa, esto puede tener consecuencias fatales para el ecosistema. En la zona ártica se registró un aumento de la temperatura media de 3 grados en los últimos treinta años.

En Panamá es hora de un cambio no climático, sino de actitud, porque aun tenemos áreas que pueden servir como pulmones naturales vitales para la supervivencia; pero que son amenazadas por el progreso y los altos costos del petróleo. Hoy con los carburantes a tan altos precios se vislumbra en la naturaleza la forma más eficaz de conseguir energía más limpia y renovable, lo cual puede ser la solución para los gobiernos de tercer mundo entre ellos nuestro país. Pero sin oponernos a esto también se deben buscar proyectos armoniosos con el ambiente, donde el Estado brinde seguridad a sus asociados para que puedan vivir con desarrollo y ecología a la vez.

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