• 29/10/2008 01:00

Política y crisis de valores

En los últimos meses hemos observado con estupor noticias con diferentes matices, que crean “shock” en la vida política.

En los últimos meses hemos observado con estupor noticias con diferentes matices, que crean “shock” en la vida política.

Es un llamado para todos los estamentos del Estado, la Iglesia y la Sociedad Civil. Sin duda, están dadas las condiciones para poner en tela de juicio la probidad y valores éticos y morales en la Política. Se trastoca la sociedad ante acciones impúdicas que dejan una estela de corrupción.

Cuando empezábamos a creer que el país apuntaba hacia un sólido crecimiento material, moral y democrático, resurgen negros nubarrones insospechados que marcan hitos tenebrosos que tiñen nuevamente de luto la patria istmeña. Increíble, aparte de chocarrero, fueron las expresiones confesas aparecidas en los diarios por parte del Ministro de Gobierno, Daniel Delgado Diamante. “Reconocer que mató a su subalterno en su propia casa ubicada en Panamá Viejo y que autocalificó como un incidente de carácter policial”, es escalofriante. Una rápida acción política del señor presidente, era lo comedido. No se pasen la bola como el caso de los “juegos de antaño”.

El crecimiento económico tiene que ir parejo con el desarrollo de la educación y, por ende, de los valores humanos. Un país no puede ser completo, si no reúne las condiciones sociales, espirituales, éticas y materiales deseables que lo sustentan.

Panamá, con tradición democrática y pacifista, no puede ser blanco de las miradas y acciones trasnochadas de los enemigos de adentro y de afuera, que animan y apoyan los tentáculos de quienes anhelan para sí el “puente del mundo y corazón del Universo”.

Este paraíso de América, con todas sus trabazones, no puede ser trampolín de los nuevos gorilas disfrazados ni de demagogos, ni demagogas, aupando falsas organizaciones y grupos de países, so pretexto de hacerle frente al imperialismo norteamericano. En ese juego y en la retórica del doble discurso, no puede el electorado, ni mucho menos la orgullosa juventud doblegar.

Se siente en el ambiente, en la comunidad panameña, la necesidad de un cambio, pero no un simple cambio de figuras. Es imperiosa la necesidad de una figura presidencial que llene las expectativas de un excelente y exitoso administrador de la Nación, del funcionario honesto, decidido a gerenciar con alta visión de economista.

Los problemas y las esperanzas de Panamá no pueden recaer sobre personas improvisadas, sin carácter ni moral pública.

Yo creo que Ricardo Martinelli es la mejor opción para las elecciones del 3 de mayo de 2009.

Martinelli ya ha pasado por el filtro de la honestidad administrativa y la credibilidad moral, sin desconocer por ende, cualquiera debilidad humana, porque sólo Dios es el ser más perfecto.

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