• 14/03/2009 01:00

Brechas sociales y el carnaval

No hay necesidad de escudriñar profundo en torno a los últimos acontecimientos que han conmovido a la familia panameña, la que ha sido o...

No hay necesidad de escudriñar profundo en torno a los últimos acontecimientos que han conmovido a la familia panameña, la que ha sido objeto de fuertes golpes que han llenado de luto a los hogares.

Recordemos la reciente tragedia de los fallecidos en el llamado “bus de la muerte”; de la presente gravedad de los que perecieron por ingerir medicamentos envenenados distribuidos por la Caja del Seguro Social y su eterna secuela.

Se torna más grave el momento, cuando no llega la ayuda a la familia agobiada por los efectos del dietilenglicol.

Los damnificados de diferentes regiones del país, debido a las inundaciones provocadas por las intensas lluvias, es otro ángulo del espejo, en el cual deben mirarse el Gobierno y las Instituciones comprometidas en la celebración de los carnavales y que, critico, por representar una carga más para el pueblo panameño. Se ha tirado una cortina de humo, tendiente a distraer la atención de los jóvenes de 18 a 40 años, que representan una fuerte inyección electoral.

Todos estos elementos constituyen pruebas sensitivas y contundentes, para sugerir al próximo Gobierno y a los organismos afines a los Carnavales, que hagan un alto por el respeto a los muertos y de los que viven sin muchas esperanzas de alcanzar su plena salud por los hechos señalados, porque hay vivos que caminan muertos.

Por ello, nos hacemos eco de los familiares y parientes de los fallecidos en diferentes escenarios, que han elevado su voz de protesta ante esta farsa desmedida.

Los millones de dólares que gasta el Estado tienen que ser dirigidos para remediar los males que afectan a los humanos en el campo de la salud, medicinas y la precaria situación por la que atraviesan muchos hospitales y Centros de Salud y la precaria atención de los pacientes que tienen que recibir tratamientos especializados para lograr una vida de calidad.

Cuando decimos que el 37.2 por ciento de los panameños vive en total pobreza, lo que representa 1,025,000 personas; cuando se afirma que el 20.6 por ciento de los niños menores de 5 años sufren desnutrición crónica y cuando se afirma que 511,800 panameños viven en situación de pobreza extrema, sumado al 98.5 por ciento de las zonas indígenas en pobreza similar, nos lleva a meditar sobre la necesidad de enderezar las políticas equivocadas ante un inminente cambio de estrategias y propuestas dentro de los 100 primeros días del próximo gobernante.

Sin profundizar en esa gran brecha social que se agudiza por la falta de empleos permanentes, el pueblo está reclamando el verdadero cambio que liderizan Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, pero no por un simple cambio de figuras.

-El autor fue legislador de la República. chente-3406@hotmail.com

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