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- 27/07/2009 02:00
Una sanción ejemplar
Todavía, como sociedad, no nos hemos repuesto del impacto de observar a un padrastro desatando su baja calidad humana en contra de un menor de tres años. Al parecer, y tomando como propia la apreciación de sus propios vecinos, no era la primera vez que cometía la acción, al parecer con el consentimiento de la progenitora del infante.
Afortunadamente una vecina logró captar la indescriptibles escena, haciendo la denuncia respectiva ante un medio de comunicación —Canal 13—, que actuando en función de su papel de proteger la vida, bienes y honra de la sociedad, lo puso en manos de las autoridades nacionales, quienes actuaron en consecuencia y hoy ese “monstruo o engendro de la vida” se encuentra detenido y ojalá pendiente de una condena de 10 o más años de cárcel, para que sirva de escarmiento a otros que se dicen hombres y se ensañan contra infantes, menores, mujeres y ancianos.
Porque casi todos en el país han emitido conceptos en torno a este caso, para generalizar sobre los miles otros que no salen en los medios, me atrevo a señalar que ahora saldrán los de siempre a implorar por el degenerado que nos heló la sangre al inicio de la semana, cuando con horror vimos las escenas.
Esos dirán que de pequeño vivió en un hogar dividido, que alguien lo violó, que no tuvo una infancia feliz y otras muchas cosas que esgrimen quienes siempre buscan evadir la justicia.
Eso nos brinda la oportunidad de exigir también una sanción para esta señora, que prefirió mantener el calor nocturno en su cama, que la tranquilidad en el hogar y la seguridad de esos niños fruto de otras relaciones amorosas.
No debe bastar un par de lagrimitas ante las cámaras y las grabadoras de los medios. Ella, — sin ánimo de soslayar los resultados de las investigaciones— tiene culpa. Ya en muchas otras ocasiones hemos sido testigos de casos similares y sin temor a equivocarme, opino que éste caso es uno de esos.
Esa madre no puede tratar de vendernos a un marido como un santo, la filmación de la vecina así lo indica.
Ese puede ser un “santo” , pero más lleno de carroña que de oraciones, como bien señala uno de los personajes principales de la obra teatral “El Corotú del Diablo” de Guillermo Beleño, porque siempre esconden su verdadera naturaleza detrás de una personalidad pacífica y bonachona, aunque adentro llevan una vorágine de tempestad de odios y malos sentimientos.
El llamado es para la autoridad que tiene en sus manos el aplicar la Ley en este caso. Tiene la oportunidad de ejemplarizar la sanción, elevándola incluso por encima de los topes, porque hay agravantes que lo permiten.
Esta oportunidad es de oro, para comenzar a cambiar los patrones de conducta de estos seres enfermos que a lo mejor son vecinos nuestros, que muestran una personalidad que no tienen.
*Periodista.erluga@cwpanama.net