• 10/08/2009 02:00

¿Cuánto cuesta destruir?

La descalificación está a la orden del día. A dos por uno y te regalan uno más. Es más notorio en estos últimos meses. Una estrategia qu...

La descalificación está a la orden del día. A dos por uno y te regalan uno más. Es más notorio en estos últimos meses. Una estrategia que han utilizado todos los gobiernos para desmeritar la gestión del anterior. Pero igual es una conducta generalizada. Un intenso interés por destruir lo que nos rodea, no solo en lo político, sino en todas las esferas sociales. Hay individuos que trabajan para no permitir la integración de grupos que, unidos y tan solo unidos, pueden significar el mejoramiento de su condición y desempeño. Personas que viven por desmeritar los logros de otros.

Había visto el titular del periódico que leía: “Vivian recorrió parte del mundo con sus amigas” , pero en los enredos cotidianos no tuve la oportunidad de leer la nota. El jueves, con un poco más de tiempo, leí detenidamente en la página del lector del diario La Prensa , una solicitud de replica que escribió la ex primera dama Vivian Fernández de Torrijos. Me tocó buscar la nota inicial firmada por el periodista Rafael Berrocal de la Unidad de Investigación del diario La Prensa para ilustrarme sobre el tema. Hago constar dos cosas: el que haya cometido delitos o abusos con la Cosa Pública, debe ser investigado y sancionado, sea que sea y, no conozco y nunca he compartido con la señora de Torrijos.

La nota de Berrocal está llena de información puntual sobre lugares, acompañantes y en particular costos de los diversos viajes. Creo que de parte de los registros oficiales de estos viajes faltó detalle en las justificaciones lo que da pie a muchas especulaciones e interrogantes. Es un descuido inaceptable que cometen muchos funcionarios cuando están en el poder. Se sienten por encima de cualquier cuestionamiento y no entienden que trabajan para un pueblo al cual deben rendirle cuentas. Es así de sencillo.

Hay actitudes del ser humano que a lo largo de los años se convierten en hábitos. Algunos positivos y otros, no tanto. Se deben al condicionamiento  psicosocial del individuo a través de los años y son aprendidos, ensayados y asimilados en el seno de los grupos humanos en los cuales se desenvuelve (la familia, el barrio, el colegio, la iglesia, el sitio de trabajo, etc.). Estos hábitos pasan a ser parte esencial de su condición humana. Esta condición ha interferido sobremanera en el circuito periodístico nacional.

Si la formación humana primaria se desarrolla y manifiesta como conductas de apoyo incondicional a los semejantes y al entorno; de apertura, de entrega y dedicación a las causas que promueven el crecimiento emocional y espiritual de la humanidad; si se fundamenta en una comprensión sinérgica de los retos que imponen el hecho de la existencia misma, entonces, lo más probable es que el individuo trabaje afanosamente por hacer de la convivencia entre los grupos sociales en donde se mueve, un ejercicio constructivo y de crecimiento, no solo para él, sino para todos en general.

Si por el contrario, su ambiente de convivencia es un reto constante de supervivencia emocional; se fundamenta en el condicionamiento de defenderse a toda costa; de “no dejarse de nadie” ; no hacer, pero tampoco que otros hagan; de destruir a cualquiera que parezca un oponente en vez de tender puentes de cooperación y entendimiento; el individuo siempre se conducirá de manera ofensiva y destructiva.

La nota de Berrocal se queda en lo fácil y superficial y denota una falta de rigurosidad en el proceso de edición y aprobación. Su editor no le exigió profundidad ni aclaraciones mayores sobre la naturaleza de estos viajes y, particularmente importante, los resultados de las mismas para el país. En la nota de réplica de la ex primera dama —escrita aún con malestar— hay información sobre resultados que debieron formar parte de una verdadera investigación y pesadas adecuadamente dentro del estudio investigativo para llegar a un balance objetivo. Fue un trabajo pobre y a medias, publicado con intención y falta.

Es más difícil construir y promover algo que nos sirva a todos. La conducta de destruir no cuesta nada. Impera como hábito en la estructura social. Se vive en el barrio, en los colegios, en los sitios de trabajo, en la cosa política y con mayor constancia últimamente en los medios. Un condicionamiento aprendido y practicado, que atenta contra nuestro desarrollo y contra nuestra convivencia como grupo humano.

*Comunicador social.ernestoholder@gmail.com

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