• 27/08/2009 02:00

Marcus Garvey, a 122 años de su natalicio

Ese caluroso día de 1921, para el cual se había previsto el arribo de aquel mítico personaje a Almirante, provincia de Bocas del Toro, s...

Ese caluroso día de 1921, para el cual se había previsto el arribo de aquel mítico personaje a Almirante, provincia de Bocas del Toro, se parecía al que se prefigura para la llegada de El Mesías tal y cual se anuncia en el Viejo Testamento. Su viaje formaba parte de una gira de consolidación de las bases de la Asociación Universal para la Superación del Negro (U.N.I.A), una organización que él, Marcus Mosiah Garvey, había fundado en Jamaica en 1914. La escena era una réplica de lo que sucedía en todos los países y ciudades donde se presentaba, con el agravante, en el caso de Panamá, de que Garvey había residido en Bocas del Toro (1910), donde trabajó primero como impresor y luego como periodista.

Los pobladores, fundamentalmente inmigrantes de Las Antillas, se agolparon a lo largo de la vía del tren, para ver y vitorear a ese hombre de quien tanto se había escuchado y cuyas prédicas de cara a la redención de los africanos de la Diáspora, lanzadas desde Kingston y Harlem, habían generado muchas expectativas. Se trataba de un hombre vibrante y orador persuasivo nacido en un humilde hogar de Jamaica, el 17 de agosto de 1887, cuyo discurso fogoso y substantivo amenazaba con provocar un masivo retorno de millones de descendientes de esclavos, dispersos por el mundo, a la madre tierra: África.

Para Marcus Garvey de lo que se trataba era de acometer las tareas empresariales pertinentes a la preparación de un gran éxodo que inicialmente repoblaría lo que hoy día constituye la República de Liberia, y fundar allí un reino justo para los hombres y mujeres de piel oscura, en un esfuerzo de autosuperación material y espiritual, para sobreponerse a la opresión y el sometimiento que se derivó del inhumano trasiego trasatlántico, operado cinco siglos antes.

La empresa naviera Black Star Line, creada en el año 1919 por el ingenio y la obstinación de Garvey, fue la punta de lanza de un gran emporio empresarial que alcanzó una extensión envidiable, sobre todo para un “ entrepreneur ” negro en los primeros años del siglo XX. En su entorno se aglutinaron muchos afroamericanos y caribeños, entre ellos un número importante de antillanos, así como su descendencia nacida en el istmo de Panamá, que asumió una identificación plena con los postulados de ese diminuto hombre entrado desde muy temprano en libras y con poses mesiánicas.

Edgar Hoover, a la sazón figura emergente en el FBI, fue uno de sus más conspicuos adversarios, y en una sucesión de tramas oscuras, aunadas a errores en el manejo administrativo de la naviera, logró colocar a su enemigo “ de color ” fuera de circulación entre 1925 y 1927.

Pero para los seguidores de Marcus Garvey, a quienes la historia de esta parte del mundo registra con cifras significativas, la entrega fue más allá de las simpatías ante su discurso emancipador. Aun hoy día, pueden ser ubicados, celosamente resguardados en viejos estantes de algunas familias panameñas de ascendencia antillana, los Certificados de Acciones emitidos por la Compañía Black Star Line, que fueron adquiridos con sacrificios extremos por una primera generación que soñaba con mejores días para los suyos en estas tierras ajenas y hostiles.

De modo que ese día inolvidable para los garveyites, la ciudad de Almirante se vistió con sus mejores atuendos. La prensa de la época reportó que las actividades de la compañía frutera, principal resorte económico de la provincia, quedaron paralizadas. Con semejante capacidad de convocatoria puede uno tener una idea bastante aproximada de la dimensión de ese hombre, pionero y propulsor de una propuesta quimérica: la vuelta a África; un hombre que se pensó a sí mismo como El Mesías Negro y a quien, para muchos, razón no le faltaba.

*Abogado.albertobarrow@yahoo.com

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