• 16/09/2009 02:00

El Santo Padre en Panamá (I)

La noticia de que Su Santidad Benedicto XVI pueda visitar nuestro país nos llena de alegría y de esperanza por todo lo bueno que, en muc...

La noticia de que Su Santidad Benedicto XVI pueda visitar nuestro país nos llena de alegría y de esperanza por todo lo bueno que, en muchos aspectos, ella significará para el pueblo panameño. Debemos recordar la impronta que dejó en nuestra nación la presencia de Juan Pablo II hace veintiséis años, cuando cientos de miles de panameños pudieron escuchar su mensaje y recibir su bendición, produciendo una obligada renovación espiritual. A nuestro juicio hoy, más que ayer, Panamá tiene necesidad de la palabra inspiradora del Santo Padre y de su mensaje orientador.

Recordemos que Su Santidad además de jefe de Estado, es un reconocido líder mundial y un teólogo de primera línea; pero, sobre todo, es el Vicario de Cristo en la Tierra, el sucesor de la roca sobre la cual Él construyó su Iglesia. Esta diversidad de roles que él desempeña y representa nos obliga —por igual a autoridades, pueblo, representantes de la Iglesia en Roma y en Panamá— a planear con la debida acuciosidad las actividades en suelo patrio del Santo Padre para poder derivar el máximo provecho de su presencia entre nosotros.

Como jefe de Estado, será huésped del gobierno nacional; recibirá el tratamiento y los honores de rigor que ordene la formalidad oficial. A diferencia de la visita papal anterior, esta vez el anfitrión será un gobierno democráticamente elegido; pero seguramente será la fase menos importante de su visita, aunque ella deberá cumplirse al pie de la letra por elementales razones protocolares.

Por tratarse de un indiscutible líder de estatura mundial, la noticia de su presencia aquí recorrerá el Continente americano y el mundo entero. Siendo que el motivo principal de su visita es la celebración del 500º aniversario de la fundación del primer templo católico en tierra firme americana, seguramente enviará un mensaje especial a los países americanos sobre la vigencia de los valores religiosos, éticos y culturales que transmitió la obra catequizadora que se institucionalizó en el Darién.

Como filósofo y teólogo, de seguro no perderá oportunidad de exponer, en términos sencillos y comprensibles, aquellos principios fundamentales y trascendentales de la doctrina de la Iglesia que responden a las necesidades y circunstancias del mundo —y sobre todo de Panamá— en el Siglo XXI. En ese sentido, en dos de sus cartas encíclicas, ya ha recalcado el genuino significado que tiene la caridad —bien entendida— en todas las facetas del quehacer humano y en el horizonte sobrenatural.

Como Vicario de Cristo, el Papa bendecirá al pueblo panameño; pero seguramente rogará especialmente para que las autoridades vean en la caridad, iluminada por la verdad, el legítimo móvil que debe inspirar sus medidas para la redención de excluidos y marginados.

Como nación, como gobierno y como individuos debemos prepararnos a conciencia para aprovechar los beneficios de la oportuna presencia del Santo Padre.

Es un privilegio que no podemos desperdiciar con superficialidades, perdiendo de vista enseñanzas de fondo y ojalá no surjan factores dentro o fuera del país que frustren la visita.

En preparación de ella, comencemos por conocer a la persona de Joseph Ratzinger, su vida, su pensamiento y, entre muchos temas, el significado que para él tiene la íntima vinculación ética entre “ caridad ” (amor) y “ verdad ”.

*Ex diputada de la República.mireyalasso@yahoo.com

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