• 06/12/2009 01:00

Panamá en la crisis de Honduras

Dos misiones de cancilleres a Tegucigalpa, decenas de consejos permanentes regulares, extraordinarios y privados, múltiples artículos pe...

Dos misiones de cancilleres a Tegucigalpa, decenas de consejos permanentes regulares, extraordinarios y privados, múltiples artículos periodísticos, interminables reuniones para acordar el Pacto de San José. Desde que llegué a Washington el 4 de julio a la Asamblea General de Cancilleres, que terminó en la madrugada siguiente suspendiendo a Honduras como miembro de la Organización, el tema ha dominado sus discusiones, gastándose ingentes recursos en la búsqueda de una solución.

Desde el primer instante Panamá jugó un rol importante en la búsqueda de la solución: Su decidida participación en el tema ha marcado una ruta que se ve como la próxima salida a la crisis política luego de las concurridas y transparentes elecciones del 29 de noviembre.

La noche del 30 de junio, antes de la Toma de Posesión del presidente Martinelli, nos pusimos en contacto con el secretario general de la OEA, para saber si era cierto que José Manuel Zelaya estaría en Panamá al día siguiente. Fue recibido en Panamá con los honores propio de un jefe de Estado.

Las elecciones hondureñas, programadas desde que Zelaya era presidente, tuvieron un resultado que favorece a Porfirio Lobo Sosa, con una concurrencia mayor a aquellas cuando Zelaya fue electo cuatro años antes. Panamá fue el primer país que desde semanas atrás dijo que de resultar ese proceso transparente apoyaría su resultado, porque las mismas debían entenderse como la expresión auténtica de los hondureños para superar la crisis creada con la brusca separación del cargo del presidente Zelaya. Estados Unidos, Colombia, Costa Rica, México y Perú han señalado su apoyo al proceso. Quizás serán más al publicarse este artículo.

La posición de Panamá, presentada por el presidente Martinelli en la Cumbre Iberoamericana de Estoril, sirvió para que España dijera que no apoyaba el reconocimiento a Honduras, pero no podía ignorar el resultado electoral, y que otros atenuaran sus críticas a ese proceso, sembrando esperanzas sobre acuerdos entre el ex presidente Manuel Zelaya y el presidente electo, Porfirio Lobo.

Al margen de lo ocurrido el 30 de junio en Honduras, donde los involucrados encontrarán considerar justificado lo ocurrido, unos, y otros lo censuran, la elección efectuada abre un camino para resolver la crisis de Honduras, la cual va mucho más allá que poner nuevamente en la Presidencia a Mel Zelaya, sino que incluye facilitar soluciones sociales a uno de los países más pobres de América Latina.

La clase política hondureña, incluyendo el partido que eligió a Zelaya, fue el primero en reconocer el triunfo de su contendor y en apostar a un gobierno que apoye la reconstrucción social del país.

*Embajador de Panamá ante la OEA.gcochez@covad.net

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