• 17/12/2009 01:00

XX aniversario de la invasión

Desde el punto de vista militar, la invasión de EE.UU a Panamá en 1989 se constituyó en un laboratorio para ensayar un “modelo de guerra...

Desde el punto de vista militar, la invasión de EE.UU a Panamá en 1989 se constituyó en un laboratorio para ensayar un “modelo de guerra total” alterno al de la guerra de baja intensidad. En El Chorrillo, fue destruido un total de 4000 viviendas en pocas horas, dejando sin hogar a más de 14000 personas. La destrucción fue el producto de un bombardeo entre las 12:15 am y las 4:15 am del 20 de Diciembre de 1989.

Las fuerzas invasoras se llevaron valiosos botines de guerra, desde armas y equipos —muchos de estos nuevos—, así como miles de cajas llenas de documentos y las computadoras del Servicio de Inteligencia (G2) de las Fuerzas de Defensa. Saquearon piezas arqueológicas irremplazables, joyas precolombinas y tesoros artísticos. Existen testimonios de personas a quienes las tropas norteamericanas despojaron de joyas, dinero y pertenencias.

Miles de personas no combatientes fueron arrestadas y retenidas en campos de concentración durante largos períodos de tiempo, tan solo por el hecho de pertenecer al partido político gobernante, por ser funcionarios del gobierno, por simple sospecha o necesidad de prevención o por puro terrorismo de Estado.

Todos los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) —salvo los colaboracionistas— fueron intervenidos por las fuerzas invasoras y sometidos a estricta censura y la totalidad del país fue sometida a un régimen de ocupación violatorio del Derecho Internacional.

Todo indica que la fecha de la invasión se escogió para contribuir a la popularidad del presidente de EE.UU, George Bush (padre), era justo antes de Navidad. Aprovechó la ventana que se abrió para demostrar que era un hombre con capacidad de mando (macho), sin importar los costos y pérdidas de vida, y que controlaba las fuerzas armadas más poderosas del mundo.

La invasión de Panamá fue manipulada en EE.UU, para que apareciera como una inmensa victoria de la Casa Blanca, que supuestamente había derrotado un peligroso enemigo. Los críticos de Bush fueron silenciados y el Congreso aplaudió la supuesta fortaleza demostrada por Bush.

Según la analista Jane Cramer, sin embargo, la invasión fue una guerra “ diversionista ”. Fue concebida, planeada y ejecutada por razones de política interna de EE.UU. Una guerra diversionista es promovida y desatada por un líder político con “ el propósito de lograr objetivos diplomáticos o militares que pueden contribuir a solucionar sus problemas políticos domésticos ”. Cramer agrega que con frecuencia los líderes son motivados por “ condiciones políticas internas deterioradas ” para iniciar aventuras militares en el exterior.

En el caso de Panamá, las razones que EE.UU ofreció fueron banales. Cramer concluye que se trataba de una manipulación de la opinión pública para sostener la popularidad de Bush.

Según el sacerdote panameño, Xavier Gorostiaga, “ ni la defensa del Canal o el arresto (ilegal) de Noriega justificaba la invasión que “costó miles de vidas, mucho sufrimiento y daños, sin resolver problema alguno ”.

Según analistas de EE.UU, “ la invasión militar de EE.UU a Panamá le recordó al mundo que Washington continuaba siendo hegemónica en el hemisferio decidido a “sobrematar” (over-kill) cualquier adversario ”. El presidente Barack Obama y Hillary Clinton —desde la capital imperial— han reiterado el mismo mensaje 20 años después en Honduras. En 2009 se aplica una nueva táctica (poder inteligente), pero respondiendo a la misma estrategia de dominación.

*Profesor de la UP e investigador asociado del CELA.gandasegui@hotmail.com

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