• 11/12/2025 00:00

Ciencia y juventud: la nueva apuesta

En Panamá, el desarrollo de investigaciones científicas ha cobrado un impulso notable en los últimos años, posicionando al país como un referente emergente en la región. Este avance ha despertado el interés de organismos internacionales que cada vez más apuestan por promover programas, proyectos e intercambios académicos a nivel nacional y regional. La ciencia ya no se limita a los laboratorios universitarios; ahora también se construye en colegios, ferias estudiantiles, comunidades, con jóvenes que demuestran que la curiosidad puede transformar realidades.

Según datos de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y la Universidad de Panamá, la participación en proyectos de investigación por parte de panameños ha crecido de forma sostenida durante la última década, reflejando un compromiso creciente de jóvenes y docentes con la ciencia y la innovación como motores del desarrollo nacional. Este crecimiento se ve reflejado en el aumento de iniciativas escolares presentadas en ferias científicas, donde estudiantes entre 12 y 18 años exponen proyectos enfocados en sostenibilidad, biotecnología, energías renovables, agricultura circular y salud pública.

La Feria del Ingenio Juvenil 2025, por ejemplo, reunió a cientos de estudiantes de todo el país, muchos de los cuales desarrollaron investigaciones que buscan soluciones reales a problemas locales, como la contaminación, la seguridad alimentaria o el aprovechamiento de energías limpias.

Estos espacios se han convertido en plataformas donde los jóvenes no solo muestran sus conocimientos, sino también su compromiso con el futuro de Panamá.

La incursión de estudiantes entre los 15 y 18 años en proyectos de investigación representa una oportunidad invaluable para fortalecer su pensamiento crítico, promover la creatividad y despertar vocaciones científicas desde etapas tempranas. Diversos estudios internacionales muestran que los adolescentes que participan en proyectos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) mejoran su rendimiento académico, su capacidad de resolución de problemas y su orientación hacia carreras científicas o tecnológicas.

Además, esta participación temprana fomenta la autonomía intelectual y el liderazgo social. Los jóvenes aprenden a trabajar en equipo, a defender ideas con base en evidencia y a presentar resultados ante jurados, lo que desarrolla habilidades que serán fundamentales en su vida universitaria y profesional. La investigación se convierte así en un vehículo para formar ciudadanos críticos, creativos y con visión de futuro.

Es indispensable que se generen nuevos programas que permitan a los jóvenes explotar su potencial científico y tecnológico. Invertir en ciencia escolar no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Estos programas les permiten desarrollar habilidades intelectuales y profesionales que el país necesita para construir una economía basada en el conocimiento. La formación de talento temprano no solo beneficia al individuo, sino que fortalece al Estado al contar con ciudadanos capaces de aportar innovación, resolver problemas reales y contribuir al desarrollo sostenible.

En un país donde, según cifras del Ministerio de Educación (Meduca), solo tres de cada diez jóvenes que culminan la secundaria logran ingresar a la universidad, y donde muchos enfrentan dificultades para acceder a carreras científicas, promover la investigación escolar se convierte en una herramienta poderosa de inclusión y desarrollo. La ciencia en las aulas puede despertar vocaciones, cerrar brechas y ofrecer nuevas oportunidades de crecimiento.

Es momento de que Panamá apueste por los jóvenes con una política nacional de formación científica temprana, que incentive la creación de laboratorios escolares, clubes de ciencia y alianzas con universidades y centros de investigación. Los programas de investigación estudiantil no deben verse como actividades extracurriculares, sino como una inversión estratégica para el futuro del país.

Fortalecer la educación científica, tecnológica y ambiental permitirá que más jóvenes transformen sus ideas en soluciones reales para los desafíos nacionales: desde la producción sostenible de alimentos hasta la gestión de residuos, la energía limpia y la salud preventiva. Panamá necesita consolidar una red de apoyo interinstitucional entre escuelas, universidades, centros de investigación y empresas, que incentiven la curiosidad, la creatividad y la innovación. Solo así lograremos que el talento juvenil se convierta en motor de desarrollo, impulsando una Panamá más sostenible, competitiva y comprometida con el conocimiento.

El futuro científico del país ya está germinando en las aulas; solo falta que la sociedad, las instituciones y el Estado le den el terreno fértil para florecer.

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