• 23/02/2010 01:00

El pueblo elige, ¿quién lo mantiene?

Todos los políticos saben que necesitan del voto del pueblo para elegirse, inclusive el pueblo, por menos cultura política que tenga, sa...

Todos los políticos saben que necesitan del voto del pueblo para elegirse, inclusive el pueblo, por menos cultura política que tenga, sabe del valor de su voto. Pero, lo que pocos políticos entienden, es quién los mantiene en el poder una vez elegidos. En sociedades más avanzadas, el sistema parlamentario es más obvio esto, el primer ministro sabe que si su ejecución cae, el Parlamento podría acortar el tiempo de gobierno y convocar a votaciones adelantadas.

En nuestros sistemas presidenciales, el presidente, senador, diputado o alcalde asume que su elección le garantiza el período para el cual fue electo, cualquier intento de sacarlo rompería el orden constitucional. Por supuesto el rompimiento se da, no con mucha frecuencia en nuestros tiempos, aunque fue particularmente repetitivo en los setenta y ochenta, y en particular a lo largo del siglo pasado en nuestra América Latina.

Hoy, los presidentes en particular empiezan a entender que los pueblos no son los que los mantienen en el poder. Si bien los eligen, no los mantienen. Una vez electos, el pueblo espera recibir beneficios, lo que da popularidad y la impresión de contar con las masas en su apoyo, cuando en realidad los gobiernos nuestros se mantienen por el apoyo que tengan de la Fuerza Pública, partidos fuertes o bien el poder económico. Si uno de estos factores se propone un cambio, la inestabilidad se inicia, y cuando varios se unen la caída es segura.

El secreto del gobernante moderno es conjugar sus proyectos con los intereses de los verdaderos centros de poder, la dosis de populismo y subsidios debe ir acompañada por prebendas a copartidarios y a políticos de partidos, mientras se apoya igualmente al poderoso sector económico. Las masas por lo general son simples espectadores del juego de la política. Grandes líderes populares han caído por la fuerza de otros actores, como Salvador Allende en Chile, Abdalá Bucaram en Ecuador, Jorge Serrano Elías en Guatemala, cuya popularidad no es discutida, pero intereses de sectores importantes logran descarrilar su gestión. Esos pueblos lejos de poder restaurarles el poder, quedan prisioneros del nuevo régimen.

Omar Torrijos realizó su revolución respetando los intereses económicos, las conquistas sociales que dio fueron aprobadas por los demás actores e inclusive efectuó ajustes y cambios a algunas medidas presionado por sectores, habiendo podido mantenerlos con la fuerza. Omar sí entendía que, aunque el pueblo quisiera la revolución, el pueblo no era capaz solo de mantenerla.

Hoy, políticos pierden el sentido electoral al confundir el aplauso con el apoyo. Le aplauden medidas de subsidio y regalías, pero, ¿lo apoyan? No necesariamente, el pueblo siempre quiere más, no importa lo qué le des. Si hoy 100 a los 70 les parece bien, mañana pedirán un aumento por inflación. Si hoy el bono escolar es de 20 balboas, mañana querrán que sea de 40 balboas, y en el 2014 lejos de votar con quien les dio los 100 y 20, buscarán al que prometa 150 y 40. Al final, los presidentes cometen el mismo error, creerse su popularidad y descuidar su partido, verdadero sostén de su gobierno.

*Ingeniero y analista político.marognoni@cwpanama.net

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