• 06/04/2010 02:00

Un café con Jesús

Hacía cierto tiempo que no me reunía con mi amigo Jesús, cuando llegué al punto de reunión, ahí estaba él, muy puntual, me miró, sonrió ...

Hacía cierto tiempo que no me reunía con mi amigo Jesús, cuando llegué al punto de reunión, ahí estaba él, muy puntual, me miró, sonrió y levantó su mano en señal de saludo; caminé hacia la mesa y nos dimos un abrazo en señal de saludo fraterno y el me dijo:

Avelino, ¿cómo has estado?, de vez en cuando recibo tus comentarios y saludos, deberías hacerlo más seguido; asentí y le dije: sí, tienes razón Jesús, se que siempre contestas mis saludos, y que me escudo en los compromisos de trabajo, familiares y otros, y sé que no hay justificación para no poder conversar contigo frecuentemente, créeme amigo, que hablaré más contigo, no sólo porque me apena que siempre tienes tiempo para mí y yo saco excusas innecesarias, si no porque a pesar del tiempo, la distancia, con o sin problemas, siempre estás ahí, me aconsejas cuando estoy confundido, me guías cuando me siento perdido.

Jesús no paraba de mirarme y sonreír al escucharme, en ese momento el mesero nos trajo dos cafés con leche para ambos; mientras yo le agregaba el azúcar al mío, Jesús me comentó: sabes Avelino, cada día tengo más trabajo, pues el ser humano sigue enfocándose en lo material, lo carnal; están muy distraídos con lo efímero y encima de eso hay mucho distanciamiento entre todos, no se ayudan, y cada vez que pasa eso y otras cosas peores se distancian de mí, Avelino, yo tengo tiempo para todos, estoy en todo el mundo, y si me llaman, respondo, duele como me pasan al último plano cuando están en la abundancia, pero cuando están en el límite del problema, se acuerdan de mí, los ayudo, y cuando se recuperan, me olvidan, que piensas sobre esto, Avelino.

Jesús, tú eres el mejor amigo, lo que sucede es que la gente quiere todo masticado, quieren que le lean la Biblia, quieren que le señalen el camino a la Verdad, quieren que les resuelvan todos su vacíos espirituales sin un sacrificio, piensan que un milagro es ganarse la lotería, cuando el milagro es estar vivo, sentir el amor en la familia, los amigos, los hijos, sentir la brisa y mirar el sol; pero dime algo Jesús, estoy confundido en algo: ¿por qué te dejaste crucificar, por qué no luchaste? Jesús me dijo: Avelino, si hubiese luchado hubiese pecado, incitar a la violencia y a la muerte contradecía el mensaje de mi padre; es más hubiese quedado como una simple anécdota de alguien que luchó en nombre de los Zelotas contra los romanos y ese no era el objetivo, el objetivo era que los gentiles, la gente humilde, llegara a mi padre por medio de mí y no por los casi treinta mil dioses de barro y yeso que había en la época.

Avelino, dijo Jesús: me retiro, voy a ayudar a alguien, sólo te pido que no te pierdas y hablemos más seguido, el café ya está pagado, y bendiciones para ti, tu familia y tu niña que viene en camino. Me levanté, nos dimos un abrazo, y solo en la mesa concluí: “Jesús, si es mi amigo, siempre está ahí”, estimado lector, que espera, búsquelo, el nunca falla.

*Director del PRD. nino26880@gmail.com

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