• 26/04/2010 02:00

Benedicto XVI, 5 años de Pontificado

Hace 5 años fue elegido Papa Benedicto XVI. Tras la muerte de Juan Pablo II, a quien había presentado su renuncia en repetidas ocasiones...

Hace 5 años fue elegido Papa Benedicto XVI. Tras la muerte de Juan Pablo II, a quien había presentado su renuncia en repetidas ocasiones sin que él se la aceptase, soñaba retirarse a escribir libros y cultivar su vena musical.

Pero, a través del voto de los cardenales, el Señor le llamó a ser sucesor del apóstol Pedro y pastor universal de la Iglesia Católica.

Me impresionó su generosa respuesta, pues, conociéndolo desde 1982 personalmente, sabía que había sufrido varios ictus cerebrales. He admirado su manera sobria, sabia, serena y firme de conducir a la Iglesia.

Este aniversario ha coincidido con toda una campaña de desprestigio contra él y contra toda la Iglesia católica a causa de la culpa de unos pocos. Que existe una campaña lo dicen también voces de no católicos, bien diversas, a quienes los medios no les suelen dar espacio. Sólo algún ejemplo: Un famoso poeta, novelista, ensayista y columnista español, que es judío, Jon Juaristi, escribió en ABC de Madrid el domingo 4 de abril que “no es necesario ser católico para ver con claridad hacia dónde conduce esta batida mediática contra la Iglesia: explotando el escándalo, la prensa amarilla sólo busca vender, y la progre, sacar a los católicos del espacio público, o al menos, si la campaña no diera para tanto, dejar la reputación del clero por los suelo”. “No soy católico, pero no se me escapa la inmensa talla moral del actual Pontífice en comparación con sus actuales y pululantes detractores, verdadera masa de acoso”. Y añade: “Sólo el Papa y la Iglesia se han tomado en serio este asunto”.

En Italia, el ex presidente del Senado, el profesor de filosofía de la ciencia y agnóstico Marcello Pera ha escrito que “la campaña contra el Papa es una guerra entre el laicismo y el cristianismo. Bastaría sustituir «sacerdotes» con «maestros», o con «políticos», o con «periodistas» para «socavar la legitimidad» de la escuela pública, del parlamento o de la prensa. Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro”. Y concluye diciendo que “se debe llevar la memoria al nazismo y al comunismo para encontrar una guerra similar”. “Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como ayer, la destrucción de la religión. Entonces Europa pagó a esta furia destructora el precio de la propia libertad”.

El ex alcalde de New York y ex congresista Ed Koch, judío, escribió en el “Jerusalem Post” del 8 de abril que “los ataques continuos de los medios de comunicación a la Iglesia y a Benedicto XVI se han convertido en manifestaciones de anticatolicismo”. Se han difundido todas y cada una de las acusaciones, a veces con muy poca seriedad y rigor intelectual.

El New York Times ha sido acusado por otros medios, como el Wall Street Journal, de beber en fuentes parciales e interesadas. Pero aquí no se ha publicado ni una sola de las explicaciones que, puntualmente y de manera pormenorizada, con documentos originales en la mano, han sido dadas sobre cada uno de los casos señalados. Y eso ha contribuido a crear en muchas personas la falsa idea de que el Papa ha sido un encubridor.

Un ejemplo: se ha hablado de una reunión en Munich, donde el Cardenal Ratzinger era arzobispo, en 1980, en la cual se decidió acoger la petición de la diócesis de Essen para hospedar al sacerdote Hullermann, culpable de abusos sobre menores, para que pudiera someterse a tratamiento psiquiátrico en Munich.

Y el diario La República de Roma subrayó que en esa reunión estuvo ausente “por casualidad, entre otros, su actual secretario Gänswein”.

El lector imagina que también el secretario estaba al corriente.

Otro periódico italiano, Il Foglio , comentó: “Tal vez Padre Gänswein no se encontraba presente porque era todavía seminarista (se ordenó sacerdote en 1984); tal vez tampoco estaba presente porque se convirtió en secretario del cardenal Ratzinger en Roma, en el año 2003, es decir, 23 años después de que se celebrara aquella reunión en la que ′por casualidad′ no participó”. Benedicto XVI está dando prueba de rigor y de firmeza: quien ha abusado de un niño debe responder ante la justicia civil además de ante Dios y las leyes de la Iglesia.

La posición del Papa, como lo demuestra su carta a la iglesia irlandesa —tan poco conocida— es lineal y transparente.

Hoy, sin querer buscar todos los elementos de juicio, se ataca a quien no sólo no es causa del problema sino que es la persona que más ha hecho por solucionarlo.

*Nuncio Apostóliconuncio@cableonda.net

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