• 31/05/2010 02:00

‘Cara a cara’... sociedad civil y democracia

Días atrás, fui invitado a participar en una reunión en la Presidencia de la República. Al llegar, un Salón Amarillo abarrotado presagia...

Días atrás, fui invitado a participar en una reunión en la Presidencia de la República. Al llegar, un Salón Amarillo abarrotado presagiaba una reunión larga y tendida.

Hubo de todo, herencias, peticiones de fondos para proyectos, carreteras, canciones, clubes de canicas, prédicas cristianas, reclamos de fallos de la Corte, invitaciones a pernoctar en El Chorrillo ‘a ver si podía dormir con los disparos’. Propuestas cuya tónica común era la falta de respuesta gubernamental. También, otros denunciaron daños ambientales al Río Pacora, Termoeléctricas en La Chorrera, explotación minera y la poca voluntad de algunos miembros del gobierno en las iniciativas legislativas, para el uso racional de las bebidas alcohólicas y los problemas de educación.

El tiempo era corto y las necesidades muchas. Fue ocupado en un 80% por temas locales de gobierno. Mientras tanto, organizaciones integrantes de la Foro Ciudadano Para una Participación en Democracia, optaron por entregar una carta sobre Políticas de Estado pidiendo el respeto a la institucionalidad, modificaciones al Código Judicial, la libertad de prensa, independencia de poderes, tolerancia, respeto a los pueblos indígenas, la reactivación de la mesa de concertación, entre otros.

En la democracia Cara a Cara o Democracia Directa, un grupo de ciudadanos o agrupaciones se reúnen para discutir un determinado problema que les atañe. Las decisiones, son tomadas por voto mayoritario del colectivo. El Ejecutivo no interviene en la decisión y se limita a cumplir lo dispuesto por la asamblea ciudadana. Obviamente, las sociedades modernas tienen tal complejidad, que no se puede consultar a todos los ciudadanos para todos los temas. Siendo necesaria la división de temas de gobierno (locales) y de Estado (que atañen a todo el país).

Nace pues, la democracia semidirecta o Participativa. Donde se combina el gobierno electo democráticamente y la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas. Aunque eventualmente se deba descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado.

El peligro más grande de este sistema demócrata, es la llamada oclocracia o ‘gobierno de las mayorías’, que marca el origen de muchas dictaduras de derecha e izquierda. En esta, la clase política electa, realiza consultas puntuales, con poca información a amplios grupos de la población, con el fin de validar sus intereses particulares y sustentarse en la ‘voluntad’ de una mayoría poco informada, imponiendo sus criterios por encima de los grupos organizados conocedores de la materia.

La participación ciudadana, puede ser desnaturalizada, mediante la utilización de mecanismos de control psicopolíticos, como la trivialización, el descrédito, la cortina de silencio y la ridiculización.

En la trivialización se trata de no ‘dar importancia’ al asunto en particular. Con el descrédito, se realzan afirmaciones falsas o verdaderas, de debilidades del proponente, para restarle reputación social. La ‘cortina de silencio’, acalla el tema, utilizando la fuerza coercitiva del estado sobre individuos y medios. Finalmente, la ridiculización expone al individuo o grupo a la burla o al menosprecio de los demás, minando entonces la posibilidad de que las ideas, proyectos y acciones propuestas logren conseguir el impulso político necesario o que sus representantes puedan aglutinar a grandes sectores sociales alrededor de sus objetivos. En definitiva, se trata de decretar la muerte social de ciertas ideas o personas, molestosas o peligrosas a los intereses de determinados grupos o poderes.

Por lo anterior, un ‘cara a cara‘ verdaderamente democrático, debe darse en el contexto de mecanismos institucionales previamente establecidos, como la Mesa de Concertación y dándole al impulso necesario al proyecto de Ley de Participación Ciudadana, lo que permitirá generar propuestas de solución sobre temas nacionales específicos, cuyas conclusiones, sean fundamentalmente respetadas por los representantes electos. Mientras, se mantiene el ‘cabildo abierto’ como un mecanismo de retroalimentación, para que nuestros gobernantes constaten de la viva voz del ciudadano si la respuesta institucional requerida por su necesidad es dada con la prestancia, eficiencia y eficacia que el gobierno de turno se ha trazado.

*Asociación Conciencia Ciudadana.concienciaciudadana09@gmail.com

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