• 12/07/2010 02:00

Conceptos básicos de convivencia

Hace dos entregas decía que ‘los cuestionamientos y rechazos en la ciudadanía que ha provocado la recién sancionada Ley 9 en 1 marcan el...

Hace dos entregas decía que ‘los cuestionamientos y rechazos en la ciudadanía que ha provocado la recién sancionada Ley 9 en 1 marcan el reto más significativo del gobierno en sus primeros 12 meses. Y creo que se equivoca en pensar que ya la Ley pasó, se aprobó y a otra cosa’.

En medio del fútbol creció el malestar social por la aprobación e implementación de estas leyes. En medio de esa distracción futbolística embriagante, las tensiones político—sociales tuvieron su ebullición durante los últimos 10 días, ante todo en la provincia de Bocas del Toro. Las autoridades no deben descartar la preocupación que inicia sobre las amenazas a la libertad de expresión. No descalifiquemos el acto realizado en el Parque Andrés Bello el viernes al atardecer.

La Confederación de Trabajadores de la República de Panamá convocó una huelga nacional. A la entrega de esta columna, mediodía del sábado, se ha dado una serie de arrestos de dirigentes gremiales que se encontraban reunidos en un hotel de la ciudad capital. En Changuinola hay cientos de detenidos. Hay actividad de protesta en Santiago de Veraguas. Esto no es bueno y creo importante subrayar lo básico para construir un mejor país.

En febrero de 2006, en Nueva York, las Naciones Unidas auspició la conferencia titulada ‘Crisis of Governance: The International Stake in Sustaining Democracy in Latin America’. Louise Fréchette, la entonces subsecretaria general de las Naciones Unidas, señaló que: ‘América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo’ y que ‘un aumento en la violencia y el crimen, ligado por algunos observadores a las inequidades y debilidades del Estado, representa no solo una amenaza a los ciudadanos, sino también al crecimiento...’. En esa misma Conferencia, el entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, se refirió a la conexión entre crecimiento económico y ‘males sociales’. Señaló que América Latina ha alcanzado grandes avances en términos de libertades (refiriéndose al giro democrático en el hemisferio), y que esto sentaba las bases para el crecimiento económico necesario. Pero identificó ‘la pobreza y la violencia como las mayores amenazas a la estabilidad en la región’. Insulza hizo hincapié en aumentar la capacidad de los gobiernos para atender y resolver los problemas de la violencia y la pobreza y crear la confianza que merece de sus ciudadanos.

Veo a Panamá en este espejo y para rectificar nuestra condición actual, no hacen falta pugnas entre gobernantes y gobernados. Esto no es un asunto entre el gobierno y los grupos organizados. Los problemas sociales están insistentemente presentes. Nos asfixian dificultades sociales que no parecen superables para los que los viven. Lo justo, en convivencia pacífica, es que se gobierne para todos. Que haya condiciones sociales que hagan justicia a los más necesitados. Que las posibilidades de crecimiento y desarrollo sean iguales para todos. Que haya una justa distribución de las riquezas que genera esta nación. Y que acabe el juegavivo.

Si observamos acuciosamente las reacciones ciudadanas durante las últimas semanas habrá suficientes muestras de un pulso negativo frente a los cambios impuestos. No tiene que ver con las protestas obreras o gremiales, también hay muestras claras de descontento ante imposiciones —a como dé lugar— que han afectado el estado actual y que le ha dado pie a los especuladores para que, en medio de la confusión inicial, se aprovechen de los ciudadanos. Los representantes del gobierno no necesariamente están preparados para tender puentes de entendimiento ni para buscar mecanismos que permitan un intercambio sincero y justo con la sociedad. Y el punto de ebullición fue la aprobación de la Ley 30.

Para hacer honor a la petición de Insulza y para gobernar con justicia social, hay que entender que ya los pueblos no son como hace 100 años ni mucho menos como hace 10 años. La multiculturalidad y las disparejas condiciones económicas y sociales tienen que ser consideradas. En la medida en que los políticos continúen utilizando mecanismos de decepción para acceder al poder (comunicación política engañosa), en esa misma medida se verán enfrentados a la realidad de que, para hacer cambios, deben contar con el apoyo de los involucrados, deben hablar con la verdad y deben estar dispuestos a pagar el costo por las decisiones basadas en imposiciones.

El respeto y la tolerancia a las opiniones divergentes son la columna vertebral para una convivencia armoniosa y de colaboración y todo cambio debe hacerse desde esa perspectiva, eso involucrar los cambios en los esquemas políticos que a un año de gobierno parecen persistir. Si no podemos hacer eso, mucho menos podremos atender seriamente la quebrantada conducta humana con estímulos que realmente sean de valor para la construcción de una mejor sociedad.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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