• 21/10/2010 02:00

Ciclo de la oligarquía

Fue Aristóteles (384 a. C. -322 a. C.) quien definió la oligarquía como una forma pervertida de gobierno, en la que una minoría comprome...

Fue Aristóteles (384 a. C. -322 a. C.) quien definió la oligarquía como una forma pervertida de gobierno, en la que una minoría compromete la democracia con el único fin de satisfacer su avaricia. ‘No hay que perder de vista que la oligarquía es una categoría política, no una categoría social. No es oligarca todo miembro de una clase social y en particular no lo es todo miembro de la burguesía nacional’, explicó el politólogo Marcel Salamín en su revelador ensayo El ciclo social democrático y revolucionario del Torrijismo.

Salamín aseguró que ese nuevo ciclo social debe ocupar el lugar preponderante en un proyecto de poder político, económico, cultural y moral. Y habilitar a los panameños para construir una economía nacional democrática, justa y plena de oportunidades para todos los ciudadanos en igualdad de condiciones.

Pero advirtió la amenaza de una facción minoritaria del poder económico que ha extendido su control hegemónico al poder político e impone un modelo particular de economía de mercado. Algo similar a la experiencia vivida en 1968 con un país atrapado por una oligarquía que prolongó las inequidades en la distribución de la riqueza nacional.

Esa facción oligárquica es la que controla actualmente el poder político y pretende intervenir lo económico, cultural y social para ‘embalsamar la pobreza a perpetuidad y convertir a los ciudadanos en mendicantes del favor público’. Mientras, simultáneamente, relanza su modelo conservador, a fin de continuar apropiándose, en forma inequitativa e inmoral, de una porción del patrimonio que pertenece a toda la Nación panameña.

Para legitimar ese proyecto, autoritario e intolerante, esa facción oligárquica, viola el ordenamiento jurídico, destruye la separación constitucional de los poderes y, sobre todo, envilece la democracia hasta dejarla irreconocible como forma de organización política, denunció Salamín.

Las herramientas para consumar sus planes son el dinero y el control de los medios de comunicación. ‘El dinero para comprar silencios, complicidades, lealtades, votos, traficar con la pobreza, la discriminación, la marginalidad y la indefensión’, sostuvo Salamín. Los medios de comunicación y la propaganda para ‘devaluar todo proyecto de poder alternativo que no convenga a sus intereses corporativos y de clase social’. Está, además, la represión para evitar que la oposición use ‘el conflicto social para construir ciudadanía y para plantearle al electorado un proyecto de poder autónomo y democráticamente alternativo’.

Salamín identificó la existencia de debilidades, conflictos, vulnerabilidades y el carácter autodestructivo del ciclo oligárquico. Está ‘la corrupción incontinente’ y un inocultable rechazo social a la inmoralidad de las prácticas de dominio político, lo cual obligará al régimen a emplear más la coerción y la represión.

El ciclo oligárquico es incompatible con la democracia. Salamín anticipó la institucionalización de las peores prácticas políticas de la oligarquía y la consiguiente destrucción de la autonomía de lo político frente a lo económico.

Pero también adelantó que ‘esta vez, las enormes fuerzas que liberará la sociedad no se canalizarán en contra de una potencia extranjera ocupante colonial del territorio patrio, sino contra el modelo oligárquico de la economía de mercado’.

Para recuperar las normas éticas y rescatar la democracia de esas ‘fuerzas envilecedoras’, Salamín propuso al Torrijismo y al PRD volver a sus raíces y escuchar para interpretar al colectivo social, hacer propuestas y asumir su papel de vanguardia política.

Los vicios del ciclo oligárquico no deben tener cabida en el PRD. Hay que retomar en forma consecuente ‘aquellas prácticas éticas del Torrijismo que colocaban los intereses de la institucionalidad democrática y del colectivo social por encima de los intereses electoreros y pecuniarios personales’, resaltó Salamín.

Eso demanda refundar al PRD ‘para cumplir nuevas tareas en un nuevo ciclo de su devenir y superar el orden social dominante’. También ‘presupone tener un proyecto de poder alternativo y en condiciones de hacerse valer tanto en oposición como cuando se ejerce el gobierno’.

Todo pasa por reconocer a los ciudadanos, más que como titulares de derechos y obligaciones, como titulares de poder. Gobernar, es reconocer el poder de los otros y convocarlos a pactar, a negociar, a ceder, y ganarse la jerarquía moral para liderar, sostuvo Salamín.

Finalmente, llamó al PRD a corregir su conducta ‘como único recurso para recuperar la reserva de moral, de cariño, de confianza y de credibilidad que Omar Torrijos todavía tiene en el pueblo panameño. Solo así podremos emprender, junto al colectivo social, la construcción de un proyecto de poder político democrático y de un orden social auténticamente justo, fundados ambos en la participaci ón de todas las fuerzas sociales, políticas y culturales’.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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