• 09/12/2025 00:00

121 años de relaciones entre Panamá y México

¡Panamá y México tienen tanto en común desde hace siglos! Sin remontarnos hasta la época precolombina cuando había “indios mexicanos” -algunos llamados Montezuma- en Bocas del Toro, desde el siglo XVIII hasta este año que celebramos 121 años del reconocimiento de la joven República de Panamá por parte del Gobierno de México hay un largo camino recorrido.

Camino en el que encontrarnos a Panamá a finales del siglo XVIII en el vértice de la mayor empresa familiar de transporte en la fachada del Pacífico americano cuando desde el Veraguas profundo salen cinco hermanos Icaza Caparroso para fundarla, con antenas en Guayaquil, Panamá, León (Nicaragua), ciudad de México y el puerto de Acapulco. Luego, los mexicanos y los panameños coincidimos en la fecha de independencia de España. Firman las actas de independencia en 1821 de Panamá y de México dos primos hermanos: el abogado doctor Carlos Icaza Arosemena en Panamá, y el doctor Isidro de Icaza Iraeta, en México. Esos estrechos vínculos humanos continuaron profundizándose.

A principios del siglo XIX registramos la emigración de una veintena de istmeños a Guadalajara, entre los cuales sobresale gente con los apellidos Prieto, Olasagarre, Berguido, Martínez del Río y Lasso de la Vega; con sus habilidades comerciales contribuirán a modernizar su economía más pastoril.

El primer presidente de Colombia -y de Panamá-, Simón Bolívar, convocó en nuestra capital el Congreso Anfictiónico al que asistieron en 1826 por México enviados por el presidente Guadalupe Victoria, José Mariano de Michelena y José Domínguez Manso; congreso que se trasladó ese mismo año a Tacubaya en los suburbios de la capital mexicana.

La apertura en 1855 del Ferrocarril de Panamá -utilizado por Benito Juárez ese año-, que unía las ciudades de Colón, en el Caribe, y Panamá, en el Pacífico, impulsó, en 1856, la apertura de un consulado de México en la ciudad de Panamá subordinado a la Legación Mexicana en Bogotá.

La primera etapa de nuestras relaciones políticas comenzó el 1 de marzo de 1904 cuando México, bajo Porfirio Díaz, reconoció la separación de Panamá de Colombia, pero esperaremos casi dos décadas para intercambiar embajadores. En 1923 llegó a nuestra capital Eduardo Ruiz Retes, para acreditarse como ministro plenipotenciario de México y fue recibido por el presidente Belisario Porras. El primer ministro (embajador) panameño fue el general Nicanor Arturo de Obarrio Vallarino, que presentó credenciales ese mismo año ante el presidente Álvaro Obregón. Todos los presidentes de ambos países, desde Adolfo Ruiz Cortines que vino a la cumbre de Panamá de 1956, se han encontrado para reforzar esas relaciones de amistad y cooperación.

Durante las negociaciones entre Panamá y Estados Unidos para resolver nuestro principal problema existencial, México apoyó firmemente la causa panameña. Sobresalió el respaldo que los presidentes Luis Echeverría Álvarez, y sobre todo José López Portillo, brindaron al general Omar Torrijos Herrera -quien también visitó México varias veces-, en las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter de 1977, el mayor éxito diplomático de Panamá en su historia.

Panamá y México se comprometieron en gestiones para lograr la paz en Centroamérica y crearon el Grupo de Contadora, en 1983, con Venezuela y Colombia. La invasión militar estadounidense en diciembre de 1989 llevó a México a enfriar sus relaciones diplomáticas con Panamá, normalizadas cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari invitó al presidente Guillermo Endara a la Primera Cumbre Iberoamericana, celebrada en Guadalajara en julio de 1991.

Desde 1994 los presidentes Ernesto Pérez Balladares y Ernesto Zedillo estrecharon las relaciones. En calidad de vicecanciller me honró establecer en 1995 con el canciller José Ángel Gurría la Comisión Binacional México–Panamá e invitarlo a adherirse al Tratado de Neutralidad Permanente del Canal de Panamá. Después que lo hicieran Argentina y Brasil, México es el único país entre los tres mayores de Latinoamérica que todavía no se ha adherido a su Protocolo, tarea pendiente de apoyo a Panamá.

El presidente José Raúl Mulino adoptó desde 2024 una política de mayor presencia internacional de Panamá; empezó con rapidez a ponernos nuevamente en el mapa del mundo, comenzando por el continente americano y siguiendo por Europa y Asia. Declaró: “quiero relanzar la relación de Panamá con México, que es un país importante para nosotros en la región y en inversión extranjera”.

Las relaciones económicas y empresariales son relevantes. Se estima que la inversión de mexicanos en Panamá superó 2.000 millones de dólares entre 1999 y 2024, mientras que la inversión directa en México desde Panamá alcanzó 500 millones. Nuestros gobiernos han suscrito más de dos decenas de convenios bilaterales: destacan el Tratado de Libre Comercio de 2014 y el Acuerdo de Asociación Estratégica de 2021. El presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó encontrar en 2024 restos de un revolucionario menor mexicano asesinado en Bocas del Toro en 1895.

Existe también una gran relación humana que se manifiesta en la educación. Desde mediados del siglo XX México es un lugar preferido de numerosos jóvenes panameños para estudiar en sus universidades, especialmente en la UNAM (cuyo hermoso claustro frecuenté en 1961) y en el Tecnológico de Monterrey. Muchos graduados llegaron a ocupar posiciones cimeras en los ámbitos políticos, económicos, sociales y culturales panameños.

Solo esperamos que continúe cada vez más fuerte esta amistad y que los representantes máximos de nuestros dos países puedan encontrarse pronto para seguir cultivando, con el mismo esmero que lo han hecho varios de sus predecesores, panameños y mexicanos, los más fuertes lazos entre dos naciones que hace 121 años establecieron relaciones diplomáticas en cumplimiento de un destino inevitable.

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