• 14/04/2014 02:01

Los gurús y los candidatos

Creo que todo ser humano sensato puede concluir lo insensato que resulta la cantidad de dinero que se gasta en campañas politiqueras.

Creo que todo ser humano sensato puede concluir lo insensato que resulta la cantidad de dinero que se gasta en campañas politiqueras como la que estamos viviendo. Es más, se debe hacer un cálculo de lo gastado desde que acabó la última campaña en el 2009. Agrégale la publicidad estatal. Millones y millones de dólares para acceder a estos puestos. Desde la Presidencia de la República hasta los de representante de corregimiento. Ya muchos sensatos hemos hablado sobre lo que se pudiera hacer con todo ese dinero.

Pero esta campaña está subrayada por la contratación de los llamados genios en ganar contiendas políticas. Esos tipos que son los ‘gurús en marketing político’, asesores estratégicos, expertos en vender imagen, peritos del manejo de las encuestas, la propaganda y los mensajes en los medios. Los que garantizan el triunfo en las elecciones a como dé lugar. Hay varios candidatos que han probado ya que es un gasto innecesario.

Hay los que conocen muy bien la ‘conciencia colectiva’ nacional que David E. Durkheim señaló como ‘la totalidad de las creencias y sentimientos comunes a los ciudadanos de una misma sociedad y los de un sistema social determinado, que tiene vida propia’. El presidente de la Asamblea Nacional, por ejemplo, a razón de este conocimiento, ha esbozado su propia teoría, la puso en práctica y por el momento le ha funcionado: ‘El que no da, no va’. Eso tiene vida propia y le ha ahorrado miles de dólares en asesoría electorera a lo largo de los últimos 15 o 20 años.

Pero los candidatos, particularmente algunos presidenciables, han preferido hacer parecer que sus campañas son de primer mundo, recurriendo a la contratación de estos gurús internacionales para que les digan lo que algunos de sus propios equipos tienen la capacidad para señalarles. Eso ha sido siempre un problema de muchos ‘líderes’: prefieren oír de afuera lo que muy bien les pueden decir adentro. Y pagarlo bien caro.

La saturación propagandística en los medios de comunicación es cosa de muchos años. Supuestamente estos genios están afinando los mensajes de acuerdo a lo que leen en las mediciones. Pero lo que yo sé, es que la mayoría de las personas estamos cansados de tanta alharaca y promesas de la Tierra al Cielo. No creo que exista a estas alturas ser humano que se alegre cuando una de estas cuñas comienza a sonar en la televisión. Ni de gobierno ni de oposición.

Otra cosa de los gurús (porque tengo que asumir que por el dinero que cobran tienen las narices metidas en todo), no sé cuánto costó para que les dijeran que ensuciaran las calles y avenidas con vallas y letreros. La verdad es que van varias campañas de estar ocurriendo; pero no les dicen que, después de la contienda electorera, deben recoger y limpiar la ciudad y ahorrarnos la penuria de ver, por los próximos cinco años, la cara de todos los que compitieron... ganaron o no.

Estos ‘genios’ cobran por estrategias que son tan viejas que aparecen en la categoría de dominio público. Hay muchos aspectos en materia de comunicación que suceden al mismo tiempo; y, que el receptor común no se da cuenta de los mensajes... particularmente las sensoriales. Lo que quiere decir es que a través de otros elementos presentes en el momento de la trasmisión de mensajes, se puede fortalecer un producto.

En los recorridos por las comunidades, en donde generalmente hacen las grabaciones de video para las cuñas televisivas, no hay que pagar asesores para que estos candidatos besen niños y abracen ancianas. Eso es ‘pan comido’, como dicen en el barrio. En el debate de APEDE, por ejemplo: Vestido oscuro, camisa blanca, corbata roja, miren bien la foto. Eso es tan viejo y señalado como primordial para el éxito en los negocios y en la proyección de una imagen seria y profesional.

Esos gurús y genios que saldrán de aquí una vez pasada los comicios del 4 de mayo, les preparan la lista principal de mensajes fundamentados en sus promesas de campaña; y, pase lo que pase, ‘stick to message’. Eso lo vimos en el debate: regresaban una y otra vez al mismo discurso ensayado. Lo que no les dicen es que contesten las preguntas que les formulen y, ante todo, digan la verdad.

COMUNICADOR

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