• 21/05/2014 02:00

¿Qué pasó con las escuestas?

Ninguna de las tres encuestadoras más importantes que trataron de tomar el pulso electoral durante la campaña acertó

Ninguna de las tres encuestadoras más importantes que trataron de tomar el pulso electoral durante la campaña acertó razonablemente al resultado de los comicios del 4 de mayo. Algunos han tachado a las encuestadoras de manipuladoras. Sin embargo, la hipótesis conspirativa de que las encuestadoras manipularon adrede los números, no parece explicar el fenómeno. Para comenzar, todas indicaban la misma tendencia (Arias arriba, Varela de tercero), a pesar de que los tres medios que contrataron a las encuestadoras respectivas han sido duros críticos del gobierno de Martinelli. La hipótesis de que MEDCOM quería favorecer al PRD colocando a Navarro mejor de lo que estaba, obliga a la pregunta: ¿y cómo explicamos que la encuesta del Diario La Prensa, al que nadie puede acusar de ser simpatizante del PRD, también colocara a Varela de tercero?

Por el contrario, creo que las encuestadoras erraron de buena fe. No creo que Neira/TVN ni IPSOS/MEDCOM/La Estrella ni Quantix/La Prensa quieran tirar por la borda sus reputaciones. Entonces, ¿qué ocurrió? Una hipótesis interesante apunta a que las encuestas reflejaron de modo correcto la temperatura, pero los días previos al 4 de mayo ocurrió un giro radical en las preferencias de los electores. Los constantes y sucios ataques mal disimulados del oficialismo contra Varela, lo habrían fortalecido. En primer lugar, por la natural simpatía que sienten las personas decentes hacia aquellos que son blanco de ataques bajos. En segundo lugar, porque tales ataques apuntaban a Varela como el terror del oficialismo. La segunda hipótesis va en sentido de que la intención de voto real siempre estuvo oculta. Ya sea por temor (el ambiente de intimidación hacia los funcionarios públicos en los últimos meses, por ejemplo), o simplemente porque los votantes prefiriesen la discreción frente al encuestador (quien a fin de cuentas es un total extraño). Lo que esta tesis señala es que las personas no estaban revelando sus verdaderas intenciones de voto en los sondeos.

Creo que lo ocurrido es una combinación de ambas cosas. Había un voto oculto por un lado y, además, los ataques sucios del oficialismo hacia Varela lograron despertar simpatías hacia él que reforzaron su percepción en el ciudadano como el David que podía vencer a Goliat. Lo que resulta indiscutible es que los resultados del 4 de mayo fueron muy distintos a lo que las tres encuestadoras importantes proyectaron.

Lecciones por aprender: como bien me lo observó un amigo, el error fatal de las encuestadoras fue el promoverse como profetas. Si las encuestadoras fuesen más francas en sus estimaciones, sin pretender que ‘siempre hemos acertado en todas las elecciones desde 1994’, como famosamente hacía ver constantemente una de estas empresas, y dejasen claro que se trata de estimaciones y no de sentencias de oráculo, no se habrían puesto ellas mismas en la penosa situación en que se encuentran hoy, luego de su evidente fallo.

Por otro lado, tampoco sería correcto concluir que las encuestas no sirven en lo absoluto. Toda encuesta, como modelo de la realidad, jamás puede reproducir ésta de manera fidedigna y completa. La posibilidad de error se puede reducir, más no eliminar. Decir que las encuestas son herramientas científicas, queriendo hacer ver con ello que son infalibles, implica desconocimiento profundo de lo que es el Método Científico. Este no es una fórmula de infalibilidad, y quien ello pretenda no ha entendido nada desde Bacon hasta Popper. Mientras el modelador esté consciente de esto, el modelo es herramienta útil. Cuando lo olvida y pretende que su modelo es el Oráculo de Delfos, comienza el problema. ¿Aprenderemos la lección?

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