• 11/10/2014 02:00

Política actual

Hoy, estamos viviendo una nueva etapa que debe ser de libertad, democracia y justicia social, según el pronunciamiento del Pueblo.

Hoy, estamos viviendo una nueva etapa que debe ser de libertad, democracia y justicia social, según el pronunciamiento del Pueblo en las últimas elecciones por una ideología de defensa de los interese nacionales y desarrollo social con metodología de transparencia y eficacia ejecutiva.

El presidente Juan Carlos Varela, panameñista, ha sido claro en sus promesas por ‘el pueblo primero’. Entonces la acción tenemos que darla con el apoyo de los civilistas, independientes, gremios de trabajadores en los hechos. Lamentablemente, muchos políticos de los partidos han caído en un descrédito por las prácticas de corrupción, apartarse de sus ideologías y llevar la política al mercantilismo, desviados por malos empresarios.

La depuración de las instituciones, la designación de funcionarios idóneos y honestos, la revisión de la deuda externa oficial, el no reincidir en permitir intervenir y negociar a políticos y militares de funesto pasado y la aplicación de actuales procedimientos de gobernabilidad; tiene que seguir el criterio de JUSTICIA y ejecutividad en un Panamá mejor.

La comunicación popular, la atención a la voz ciudadana es la fuerza de que disponen los buenos propósitos gubernamentales. La voz del pueblo es la voz de Dios. El poder del voto popular compromete al bienestar social con educación, seguridad alimenticia y justicia social. Las actitudes y conductas que tienen que orientar a la ciudadanía a participar en el desarrollo social tienen que originarse en la recta y ejecutiva aplicación de los programas, leyes y en una nueva Constituyente.

Nuestra posición geográfica tiene que ser para beneficiar a los que aquí trabajamos. Las inversiones, tecnologías y colaboraciones a este propósito, tienen que dar un servicio ‘pro mundi’, pero para un Panamá beneficio. Las empresas que se benefician de nuestra geográfica deben crear empleo con sueldos justos, precios razonables y contribución con sus impuestos. Los errores del pasado, fueran de violencia, corrupción e ineficacia, de militares, comerciantes, civiles o políticos, deben superarse, corregirse y enmendarse. La impunidad es la peor lección que podemos dejar a la juventud. Más de 15 000 millones se han robado en 50 años. La economía ha funcionado con préstamos y no de producción. La deuda externa es un riesgo. Esos fondos deben rescatarse para pagar la deuda externa e indemnizar a las víctimas de la violación de los DDHH.

Los mitos y falsos dioses de nefastos modelos y ejemplos de enriquecimientos ilícitos, muertes y violación de DDHH, golpes de Estado y robo de elecciones tienen que ser descartados del camino de este nuevo Panamá.

Nuestra fuerza es la justicia, la neutralidad, la dignidad y la paz. Para hablar de gobernabilidad y unidad nacional tiene que haber credibilidad y justicia, y esto tiene que concretarse con hechos. Políticos y empresarios con tenebrosos pasados de enriquecimientos ilícitos, cómplices de la dictadura, tiene que ser descartado por los mismos partidos y por la ciudadanía. Ya padecimos la tragedia de una dictadura militar y de una política corrupta. Eso no debe repetirse. Los objetivos tienen que ser educación, producción de alimentos, crear empleo.

Las deudas buitres y sus pagos, que atentan contra nuestro desarrollo social, tienen que ser revisadas y pagadas con recursos rescatados de los despilfarros, coimas, compras y gastos innecesarios o de sobrecostos. Esas prácticas que nos han colocado en listas de riesgo económico internacional han perjudicado al país. La Justicia tiene que ser valiente, oportuna y efectiva que son los procedimientos que decidió el electorado. Organismos internacionales y en varios países se ha hecho efectiva la Justicia contra las violaciones de los DDHH y el rescate de los bienes del Estado, delitos que no prescriben y que han sido los fundamentales pasos para avanzar en la democracia y el progreso. El país quiere apoyar y avanzar en las transparentes y efectivas medidas anunciadas.

Es preciso prevenir negativas consecuencias de un pasado de 50 años y que la ejecutividad y la justicia real den paso a ese Panamá que todos queremos. El entreguismo oportunista mimetizado de pragmatismo militar internacional, como lo fue en el pasado, tiene que ser erradicado de los tratados. El conflictivo mundo macroeconómico con la OCDE, la banca mundial y otros en franca competencia entre ellos y con nuestro centro financiero deben afrontarse para proteger primero nuestra economía. Los argumentos de evasión de impuestos y movimientos de blanqueo de capitales, del tráfico de armas y otros delitos debe aplicarse antes a todos los países.

Nuestra neutralidad para el funcionamiento de nuestros recursos marítimos es una materia en que diplomáticamente hay que iniciar los contactos ahora; y no permitir que conflictos militares de otros países puedan alcanzarnos.

*MÉDICO Y EX MINISTRO DE ESTADO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus