• 29/10/2014 01:00

De justicia, misericordia y el prisionero de Gamboa

Relatan los periódicos que al ser destituido abordó un avión de carga militar norteamericano, cargado con innumerables baúles

Las noticias proclamando la muerte de Jean-Claude Duvalier, a la edad de 63, en su residencia en Haití, me condujo a reflexionar sobre la naturaleza del encarcelamiento del general Manuel Antonio Noriega, la cual opino —palabra operativa ‘opino’— hemos intentado obviar, ocultando el sol con nuestras manos. Subrayo y sostengo: no pretendo volver a juzgar ni pronunciar fallo sobre la culpabilidad o inocencia del general ni revivir los hechos. ¡Eso es historia!

Por aproximadamente tres años fui anfitrión de un programa radial —’un talk show’— en Nueva York, llamado ‘Thinking it through’, traducido libremente como ‘Profundizando y pensando’. En él aconsejaba a mis radioescuchas sobre la necesidad moral de considerar todas las pautas antes de formar una opinión conclusiva.

Mi propósito aquí es igual: desafiarnos, como nación y seres humanos, a considerar conceptos que alegamos son partes integrales de nuestra formación nacional, ’justicia’ y ‘misericordia’; ¿y explorar dentro de las columnas racionales y morales de nuestra sociedad lo que a nivel pragmático y humano significan para nosotros? La pregunta no la hago para empezar una polémica idealista. Conceptualmente, es una pieza para hacernos reflejar.

Stephanie Hanes del ‘Washington Post’ escribe en su párrafo inicial ‘Jean-Claude Duvalier... ‘presidente vitalicio’, quien, utilizando el asesinato y saqueo, sumergió profundamente a uno de los países más pobres en la depresión; murió en su residencia en Port-au-Prince... Duvalier mantuvo el aparato opresivo creado por su padre...’. La brutalidad ignominiosa del ‘Baby Doc’ y los ‘Ton-Ton Macout’ es legendaria.

Relatan los periódicos que al ser destituido abordó un avión de carga militar norteamericano, cargado con innumerables baúles conteniendo centenares de millones de dólares para su exilio en Francia, donde radicó libremente por veinticinco años. Añaden que sus baúles no incluyeron sus depósitos astronómicos bancarios en Suiza.

Me pregunto: ‘Baby Doc fallece en su RESIDENCIA en Haití y el general Noriega, aún después de haber cumplido su sentencia, padece prisionero en Panamá, donde existe la ley ‘CASA POR CÁRCEL’. ¿Llegará el momento en que exploraremos estos conceptos a nivel nacional?

William Shakespeare en su comedia dramática ‘El comerciante de Venecia’ los exploró. Cuando Shylock —el comerciante— demanda legítimamente su libra de pellejo el dilema surge: ‘¿Acaso los conceptos de Justicia y Misericordia son opuestos?’. En la conversación entre los protagonistas, Shakespeare nos escribe: ‘La calidad de la misericordia no se filtra, cae como la lluvia gentil del cielo... es dos veces bendecido... bendice al que lo otorga y al que lo acepta’. Sucintamente, el juez libera a Antonio de la deuda contraída.

Habrá quienes dirán: ‘Eso está bien en la literatura, pero yo quiero mi libra de pellejo’. Justicia, para algunos, incluye la ‘venganza’.

Sugiero que recordemos que al caducar la lucha por la liberación de Sudáfrica —lucha en la cual miles de africanos fueron encarcelados, torturados y asesinados por el Apartheid, entre estos su futuro presidente Nelson Mandela—, el nuevo gobierno estableció la ‘Comisión de la Verdad y Reconciliación’, cuya función principal fue juzgar a aquellos que supuestamente cometieron los crímenes atroces del periodo, pero sin promulgar el restablecimiento de las olas de venganza y muerte. Hasta la fecha lo han logrado.

Si esto no fuera suficiente para hacernos reflexionar, tal vez las palabras y comportamiento judicial del juez William Hoeveler, quien presidió el juicio del general Noriega, nos ayudarán.

Subsecuentemente en el juicio para considerar la reducción de la sentencia del general, Hoeveler proclamó: ‘Si hubiese una manera divina por la cual se pudiera equivaler la naturaleza del confinamiento del acusado a aquello que es normal, presumo que este ha pasado más tiempo encarcelado que los nueve años que han transcurrido’.

Hoeveler redujo la sentencia. Posteriormente, cuando los abogados del general presentaron una solicitud a la Comisión de Indultos, Hoeveler, los apoyó.

Reitero, ¡no estoy polemizando! Opino para hacernos cogitar. No tengo la menor duda de que aquellos que aún están de luto por el fallecimiento de sus familiares y amistades tendrán dificultad válida en considerar lo expuesto. ¡Nada en este mundo puede reemplazar a un ser querido! Entiendo y comparto su dolor.

Opino, ¿únicamente para que consideremos la calidad de nación y de seres humanos que deseamos ser? ¿Como Shylock demandando su ‘libra de pellejo’? O aceptando lo que expresamos en nuestro Himno Nacional: ‘Es preciso cubrir con un velo del pasado el calvario y la cruz...’.

¿Qué seremos? ¡No sé! De acuerdo con la Biblia, lo cierto es: ‘La venganza es mía, dijo el Señor’.

*ESCRITOR Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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