• 31/10/2014 01:00

Violencia: ¿igual delito?

Columna de opinión de Edilia Camargo del 31 de otubre del 2014

Una resonancia magnética explorando dolencias estomacales en una extenista —no tan conocida a nivel mundial— arrojó evidencias de una agresión sexual oculta. ¡La cosa horrible remontaba a casi 10 años atrás! La ‘víctima’ sencillamente la escondió allí! Imponiéndose ella una segunda violación, marcada por su silencio. Con la ayuda de psicólogos y un equipo interdisciplinario, incluyendo al gastroenterólogo, se descubrió que el verdugo había sido el entrenador. Y... no sólo con ella. El violador abusó de un grupo de ‘sus’ atletas... Fue denunciado y condenado a nueve años de cárcel... ¡Casi 20 años después!

Vanos han sido los intentos en nuestro medio por mostrar evidencias de esa ‘violencia dulce’ y oculta. Esa que es ‘pan nuestro de cada día...’... Y cuyas caras revisten mil y una máscaras. Negligencias (sí... la negligencia, tanto como la corrupción, bloqueo del acceso a la información y a la expresión son todas máscaras de la violencia), abusos (las largas filas en espera de un transporte, citas médicas para el año de san blando, etc.). Lo increíble de este tipo de violencia, no tipificada como delito, es que sus huellas no aparecen en ninguna base de datos... Peor aún. Se detecta un rechazo absoluto al reconocimiento del hecho... tanto por parte de los verdugos/violadores, como por parte de las víctimas...

Claude-Olivier Doron, intenta rastrear ese rechazo (de la culpa, dirán algunos) en un artículo Voluntad de sanar. Un singular deseo de atención y de sanación en las políticas penales... (La filosofía del cuido: ética, medicina y sociedad. PUF 2010). Muestra que de nada sirve decretar un aumento de pena a los violadores o a los feminicidas, puesto que en la mayoría de los casos rechazarán ser atendidos en las prisiones, para ‘sanar’ de ese mal... fruto de violentos (as). Se obliga muchas veces a los condenados a aceptar ‘terapias’ convertidas en ‘leitmotiv’ de reformas en las políticas penales... Y hasta charlatanes rehabilitadores ofrecen sus ‘programas’ en las prisiones, jactándose de cifras de no recidivas...

Pasa Doron en revista, cómo el sistema penal clásico, sencillamente ha estallado. Lo cual ha permitido la inserción de técnicas de ‘sanación’ convertidas en verdaderos ‘aceites’ para que pueda seguir funcionando la maquinaria del ‘nuevo’ sistema penal. ‘Porque la máquina penal ya no necesita del reconocimiento del delito ni de la personalidad del juzgado o condenado. Necesita de individuos que, a las buenas o a las malas, se sometan a todo el nuevo engranaje de ‘cuidos’ y de la formidable voluntad de sanar puesta en marcha. ¿Qué hacer ante un sujeto que miente o sencillamente calla? Concluye que en realidad la pena —que, como sabemos, no es equivalente al castigo— ha dejado de ser referencia central para las políticas penales... Ya no se castiga... se trata (se cuida). Quien no reconoce su ‘culpa’ no tiene remordimientos y, por lo tanto, no sufre. Entonces ¿para qué y por qué sería necesario ofrecerle terapias de rehabilitación? ¿De qué?

Lo que se ha producido es un fenómeno híbrido entre la pena y los cuidados, de acuerdo a principios de novedosos sistemas de ‘defensa social’. Castigar... ¿para qué? ‘In fine’ se trata de seguir ‘tratando’ de fuerza o por consentimiento a individuos para que no vuelvan a ‘delinquir’. El todo inscrito en ‘patologías de la personalidad’. De modo que ‘saldrás de prisión cuando ya estés curado’ ¡y ‘no vuelvas a pecar’!

Pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Es decir, ¿a la violencia no tipificada como delito? Y, la pregunta de oro: ¿para qué servirán los observatorios de violencia?

*FILÓSOFA Y ESCRITORA.

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