• 05/03/2015 01:00

El gasto público y el crecimiento económico

La recesión se caracteriza por una disminución de la actividad económica

Es evidente que en nuestro país se vislumbra una recesión económica. La recesión se caracteriza por una disminución de la actividad económica. Los peligros radican en que, cuando se prolongan, se puede generar una ‘depresión’ con efectos fatales para la producción, el empleo, los ingresos, la demanda, el consumo, y deja a su paso efectos letales en la inversión pública y privada.

Lo que técnicamente se recomienda es utilizar los mecanismos que tienen a mano los Gobiernos para, a través del ejercicio del Gasto Público, desarrollar las políticas sociales y económicas que garanticen la provisión de bienes y servicios a la población. Se trata en realidad de establecer políticas fiscales que impliquen el manejo adecuado del Presupuesto Público, como un instrumento de desarrollo, control de eficiencia y evaluación de resultados. En consecuencia, debe lograrse el volumen y el contenido de los impuestos, manejo responsable y transparente de la deuda pública, incremento planificado del gasto público y con énfasis en las inversiones y desarrollo de las infraestructuras físicas y sanitarias que puedan crear las condiciones para el crecimiento y la reactivación económica.

El problema que ha experimentado nuestro país en las últimas décadas es que el gasto productivo no aumenta; sin embargo, la ‘deuda social’ crece ilimitadamente, lo que genera pobreza y desigualdades sociales. La brecha entre ricos y pobres se agudiza. Cada día se aprecian las muestras de descontento generalizado, denuncias, protestas callejeras, debido a que la población no recibe las respuestas oportunas a sus problemas y necesidades. Allí están latentes los problemas en salud, viviendas, educación, agua, aseo, seguridad, calles, en fin, una amplia gama de problemas no resueltos que afectan la vida de los ciudadanos.

Lo que ha ocurrido es que los Gobiernos se dedicaron a aplicar ‘medidas paliativas’ que no han contribuido a redistribuir la riqueza ni a realizar profundos cambios estructurales que eleven el nivel de vida de la población.

Es posible el uso del presupuesto público como una herramienta adecuada para coadyuvar al desarrollo y a la reactivación de la economía. Sin embargo, en los últimos años, este instrumento ha experimentado altos niveles de ineficiencia e inequidad. Sin duda alguna, el Presupuesto Público cumple funciones importantes, como convertirse en un instrumento ideal para el desarrollo nacional. Pero esta herramienta financiera debe ser manejada con responsabilidad. Todavía están frescas las acciones cuestionadas de los malos administradores que manejaron los recursos del Estado como si fuera una ‘hacienda personal’, sin control de ninguna naturaleza.

El actual Gobierno debe aprender la lección de los malos manejos de los recursos del Estado que se experimentaron en el anterior Gobierno. En consecuencia, no puede ‘bañarse en el mismo río’ y, nuevamente, regresar a las prácticas nocivas y corruptas que resultaron en un mal manejo de las finanzas del Estado. El Gobierno no puede gastar más en bienes suntuarios, aumentar en forma desmedida la planilla estatal e incurrir en despilfarros de los fondos públicos. Es ineludible que el Gobierno debe definir claras políticas económicas, demostrar eficiencia administrativa, dar prioridad a los proyectos de inversiones en obras de infraestructura social y sanitaria, investigación, educación, tecnología, salud, viviendas, en fin, en todo lo que en el futuro pueda ser recuperable y contribuya a mejorar la productividad y la competitividad del país. Pero sobre todo, el manejo de los recursos con absoluta responsabilidad, honestidad y total transparencia.

*LICENCIADO EN CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS.

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