• 25/03/2015 01:00

Competencia laboral...

La competencia no es mala. Cuando hay competencia ganamos todos, excepto los mediocres.

‘Quiero que cada uno diga su nombre, profesión, dónde labora, nacionalidad y sus expectativas sobre la clase’, solicitó el profesor cuando inició su clase en una de las maestrías que tomé sobre Administración de Negocios en el 2014. Me sorprendió ver que de los 32 estudiantes que componíamos la clase, 15 eran venezolanos, 6 eran colombianos y una era brasileña; así que calculen cuántos panameños quedábamos en la clase.

Hay una realidad que no podemos negar y es que la inmigración de extranjeros no va a detenerse mientras nuestra sonada economía mantenga una tasa de crecimiento mayor que la del resto de la región. Tampoco podemos negar que algunos de ellos traen consigo un mayor acervo cultural, mejores aptitudes, y una gran disposición en trabajar en lo que sea y como sea. Los vemos ocupando plazas de trabajo como niñeras, camareras, entre otras ocupaciones informales, y los panameños expresan el buen trato y servicio recibido sin hacer mayor crítica de que estas posiciones no son ocupados por nacionales. La competencia laboral se da cuando los extranjeros ocupan ciertas posiciones técnicas o gerenciales apetecidas por los panameños.

La presencia de tantos extranjeros residiendo en nuestro país ha venido a subrayar más el tema de la competitividad de los panameños. Si nuestra competitividad a nivel internacional era muy discutida, ahora se ha vuelto un tema doméstico. Pero esta situación, lejos de ser un problema, ha de ser tomada como la oportunidad de elevar nuestra capacidad competitiva. La competencia no es mala. Cuando hay competencia ganamos todos, excepto los mediocres. El Canal de Panamá es fiel muestra de que somos competitivos y eficientes, pero tampoco podemos tomarlo como único estandarte. Somos capaces de eso y más. Nicaragua muestra una firme intención de crear otro canal y se generaliza un temor por la presencia de un posible competidor en la región, como si nosotros no fuésemos capaces de afrontar ese nuevo reto mejorando la capacidad competitiva del Canal de Panamá.

Si el panameño desea competir con el inmigrante en el plano laboral, necesitará más que una simple capacitación para aumentar sus competencias y experticias. Necesitará un total cambio de actitud. Dejar su zona de confort para arriesgarse a asumir nuevos retos. Decidirse a romper con estereotipos como ‘el panameño juegavivo’, ‘el nacional mediocre’ y ‘el político corrupto’, y tener mayor participación ciudadana en temas sociales y políticos. No conformarse con tener deficiencias y limitaciones, sino reconocerlas para mejorarlas y superarlas. Debemos entender que el país es nuestro; pero las oportunidades son exclusividad de los que están dispuestos a aprovecharlas.

ESTUDIANTE DE MAESTRÍA.

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