• 01/05/2015 02:00

Clientelismo y privatización de la educación superior

La estructura clientelar de la Universidad de Panamá está basada en el reeleccionismo de su máxima figura

A propósito del Foro de Rectores que se escenificó en nuestro país previo a la Cumbre de las Américas, nos queda claro que resulta impostergable un debate ciudadano amplio, participativo y profundo, sobre el papel de la educación superior en la sociedad actual —a nivel nacional y regional—.

Por un lado, desde los años noventas del siglo pasado, se viene discutiendo cómo la innovación tecnológica y globalización del conocimiento impacta las estructuras de educación superior, eminentemente liberales y profesionalizantes. El Banco Mundial y la OMC han insistido en concebir a la educación terciaria como ‘mercancía', para lo cual presionan en el sentido de fortalecer la oferta de la enseñanza particular, restringir los gastos públicos dirigidos a las universidades y promover la ‘internacionalización' asimétrica (investigación científica, movilidad y acreditación desde los grandes centros de poder —EU y Europa—). Frente a este esquema, la UNESCO y el grupo de universidades latinoamericanas (Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI, París, 1998) han insistido, por lo menos a nivel declarativo, en la necesidad de que la educación terciaria sea permanente, de acceso a todos, de calidad y pertinente, sin perder su carácter de ‘servicio público'.

Por otro lado, han sido incesantes y graves los cuestionamientos de la opinión pública en nuestro país hacia la estructura clientelar y autoritaria de la institución que concentra el 40 % de la matrícula universitaria nacional, la Universidad de Panamá. Y nos sorprende que haya un silencio cómplice de esta situación por parte de la máxima autoridad política y la máxima autoridad educativa del país; y no solo ello, sino que se le otorgara a su rector el privilegio de dar el discurso inaugural del precitado cónclave.

Creemos que no puede existir innovación tecnológica per se en las aulas, sin un desarrollo significativo de la investigación científica (que apenas alcanza el 0.2 % del PIB). Tampoco se trata de que las instituciones de educación pública incursionen en la mercadotecnia académica y asuman un modelo de gestión ‘empresarial' para asegurar financiamiento, perdiendo su identidad como portadoras de una educación integral, de individuos adiestrados en el desempeño de su profesión, pero también con conciencia ciudadana, y dirigida a apuntalar el desarrollo sostenible de la Nación.

La estructura clientelar de la Universidad de Panamá está basada en el reeleccionismo de su máxima figura, que garantiza el control de resultados electorales, con base en un sistema de ponderación del voto estamental (60 % profesores, 30 % estudiantes y 10 % administrativos), donde las dirigencias funcionan como maquinarias electorales que negocian los ‘apoyos' a cambio de canonjías y privilegios; y donde los discursos ‘populistas' (menús de 50 centavos, escalas salariales, etc.) buscan atraer a las ‘masas' para conducirlos dócilmente a las urnas.

La concentración de poder en la Casa de Méndez Pereira se forjó a lo largo de dos décadas, en la medida en que el cogobierno degeneró en asambleísmo sin contenido y sin capacidad crítica ni propositiva; la autonomía universitaria se convirtió en patente de corso para perseguir, intimidar e incumplir decisiones judiciales y para subastar al mejor postor las propiedades de la institución; la libertad de expresión y de cátedra se anuló con las sanciones disciplinarias a universitarios como el profesor Miguel Bernal; la Defensoría Universitaria perdió su razón de ser con mi ‘separación' arbitraria indefinida, en mi calidad de primera defensora.

Coincidimos con Gómez Nadal en que el ‘despotismo universitario' destruyó el modelo de universidad humanista, ‘conciencia crítica de la nación', y ha servido para transitar hacia ‘el instrumentalismo teledirigido por los poderes financieros y el mercado laboral' (La Prensa, 17/3/15).

ABOGADA Y DOCENTE UNIVERSITARIA.

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