• 29/05/2015 02:00

Salud: lo instrumental y lo estratégico político

La senda del desarrollo solo tiene un vector conocido que es la educación

Los trabajadores de salud deben aprender a reconocerse y entender que en sus diversas reclamaciones y posiciones son actores de dos tipos de cambios: el instrumental y el estratégico.

Lo instrumental se refiere a la tarea de posibilitar la salud como derecho tanto de la población que recibe los servicios como de los actores que dispensan el mismo.

Lo estratégico político se refiere a la capacidad de los actores de salud para concretar su aporte para encauzar el desarrollo general del país.

La senda del desarrollo solo tiene un vector conocido que es la educación. La salud siempre ha de operar como cobertura y protección del esfuerzo educativo.

El esfuerzo educativo debe implementarse en función de la visión de desarrollo que tiene el país. Lo anterior implica abordar la discusión necesaria: ¿Qué queremos, país de tránsito o país de producción?

La historia puede acompañarnos en el tratamiento del problema: Prontamente desde la colonización española se instauró la tendencia transitista con las ferias de Portobelo, pero al agotarse estas el país entró en una larga recesión. Como consecuencia, el área ístmica central pasó a ser soportada por el situado del Perú (parte del presupuesto virreinal de ese país que se destinaba a auxiliar los gastos de la administración de la colonia española en el Istmo y para ello se situaba su ejecución en tierras panameñas.

En ese intermedio histórico el área del interior estuvo creciendo vegetativamente y era su vigencia económica, débil pero existente, la que impulsaba a sus regiones a asumir el protagonismo político hasta casi las postrimerías del siglo XIX. Los avatares de la faja central entre filibusteros, gambusinos y marines parecían tener por teatro a otro país, hasta el momento en que el protagonismo agrarista de los cholos de Victoriano Lorenzo se asomó hasta las lindes de la capital y llenó de pavor a los detentadores de la faja de tránsito.

Hoy se plantea el tema de la inserción de la sociedad en el mundo del mañana: en él serán legítimos los países que produzcan lo que comen y además los que reparen y den mantenimiento a su equipamiento (por lo tanto la actitud de compro y desecho será inmoral).

En consecuencia la visión exclusivamente transitista de la economía panameña deberá aprender a posar su mirada en nuestro interior de potencial agrario y hacerlo productivo. Es imperativo moral no solo de carácter nacional, sino mundial.

En algún momento de nuestra historia reciente algunos notorios hombres públicos señalaron como imagen objetivo la ‘singapurización' del país. Esta propuesta tenía en cuenta la conocida inserción de aquel país en la economía mundial en base a una vocación fundamentalmente de servicios y zona libre de tipo maquila.

Lo importante es destacar que aquella nación, con algo más de cinco millones de habitantes, se ubica sobre un archipiélago rocoso de 63 islas que totalizan 697 km2; es decir, poco más de la mitad de la antigua zona del canal. Es comprensible entonces que, con tan reducido espacio, la producción de la tierra no sea un recurso al cual se pueda apelar y es justificable el tipo de inserción en la economía mundial por el cual optó ese país; pero Panamá con su cómodo ‘hinterland' interiorano no puede moralmente escapar al imperativo universal de contribuir a la canasta alimentaria mundial independientemente de los precios de producción.

De lo anterior se infiere que los objetivos educativos y culturales del país han de torcer su mirada hacia el agro y en consecuencia los servicios de salud también han de adecuar su visión estratégica al camino transitado por una educación renovada.

MÉDICO SALUBRISTA.

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