• 30/09/2015 02:00

Todos deberíamos soñar

Cuando hace cincuenta años Martin Luther King exigía el reconocimiento de derechos civiles y políticos para los afroamericanos en Estados Unidos

Cuando hace cincuenta años Martin Luther King exigía el reconocimiento de derechos civiles y políticos para los afroamericanos en Estados Unidos y exclamaba ‘Tengo un sueño' frente al monumento a Lincoln en la capital norteamericana, sus palabras entonces fortalecieron el ánimo de la multitud que allí lo escuchaba en persona y resonaron en las conciencias de hombres y mujeres de buena fe en el mundo entero. El papa Francisco hoy vigoriza y amplía ese sueño, aplicándolo al contexto de nuestro tiempo y circunstancias, llamando a ‘todos a la acción, a la participación y al compromiso', preocupado por la inquietante situación social y política en el mundo, especialmente la situación de los excluidos y de la casa común que es el globo terráqueo.

Ante representantes de 170 naciones en las Naciones Unidas, el papa puntualizó clarísimos objetivos a partir de la protección de un mínimo indispensable de bienes materiales que fomenten el respeto a la dignidad del ser humano y le permita formar y mantener una familia —techo, trabajo y tierra— y en lo espiritual, libertad de espíritu y religiosa, el derecho a la educación y los demás derechos cívicos. En palabras del papa, los gobernantes han de arbitrar medios para lograr esos bienes materiales y espirituales, que incluyen vivienda propia, trabajo digno debidamente remunerado, alimentación adecuada, agua potable, libertad religiosa y de espíritu, y el derecho a la educación, a la vida y a la propia naturaleza humana. Sin olvidar la protección de la biodiversidad necesaria para garantizar la supervivencia del hombre y de la mujer, ambiente hoy amenazado por los propios seres humanos.

El mensaje del papa va dirigido también al empresario que tiene a su disposición una capacidad particular y al pudiente que dispone de recursos para generar riqueza y puestos de trabajo que necesitan los menos afortunados. ¿Cuál debe ser el sueño de ese empresario que ha descrito Francisco?

El sistema capitalista del mundo occidental no es innoble en la medida en que tome en consideración su justa misión y se inspire en sueños de solidaridad con el ser humano desprotegido. No se trata de obsequiar nada, sino que, reconociendo la fragilidad de la condición de excluidos y menos afortunados, contribuir a solucionarla con una visión integral de su responsabilidad social. A estos últimos los llama a reflexionar sobre la dimensión social de su especial habilidad, que no debe limitarse al egoísmo miope de lograr riqueza solo para sí, sino en crearla para adicionalmente crear fuentes de trabajo para aquellos cuyos recursos son escasos.

La creación de riqueza es un objetivo natural del empresario, pero a ese espíritu emprendedor, en una economía que aspira a ser moderna, solidaria y sustentable, le corresponde particularmente la tarea de idear e implementar métodos para la justa distribución de esa riqueza. En su ‘Laudato Si', que cita Francisco, señalaba que la creación de puestos de trabajo es parte del servicio empresarial en pro del bien común; implícita en esa filosofía está la invitación al empresario a soñar con formas de lograr una justicia que dignifique la persona humana.

Mensaje profundo y poderoso de Jorge Bergoglio, lanzado al mundo desde las más conspicuas tribunas de los poderes mundiales —la Casa Blanca y el Congreso de Washington y la Asamblea de Naciones Unidas— y escuchado con atención y respeto, es un aldabonazo a la conciencia del ser humano. El soñar nos inspira a grandes metas. Nos mueve a mejorar, a progresar, a no quedarnos estancados en un conformismo deshonroso, como en buena medida lo logró Martin Luther King.

Preguntaría: ¿cuál es el sueño de nuestros políticos?

EXDIPUTADA

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