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- 03/12/2015 01:00
Panamá La Vieja contra el Cambio
Han pasado más de 500 años desde el primer asentamiento del pueblo originario y luego la construcción de la Ciudad de Panamá en su primera ubicación en la costa sur del litoral pacífico del centro del Istmo, el 15 de agosto de 1519. Aquí es donde actualmente encontramos el Centro Histórico de Panamá La Vieja, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003, en conjunto con el muy popular perímetro urbano denominado como Casco Antiguo en San Felipe.
Panamá La Vieja, es un centro histórico y área pública de alrededor de 27 hectáreas que cumple doble función, primero histórica y turística, pero también parque público y sitio escénico natural. La primera de ellas, la cumple a cabalidad ante los ojos de propios y extraños que la visitan en gran número, principalmente en época de alto turismo internacional, entre noviembre y abril. Ante los ojos de la Unesco, son otros los estándares y peligra su estatus de Sitio Patrimonio, ya que está adosado a otros sitios menos cuidados. En conjunto, todos nuestros sitios históricos, padecen del mismo mal. La pobre importancia en nuestras cuentas nacionales de los sitios patrimoniales fuera del Casco Antiguo, al ser poco considerados como sitios de alto costo de mantenimiento para la generación de cultura, turismo, espacio público y conservación natural. Igualmente sucede en sitios de alto perfil como Portobello, por mencionar solo uno.
En los primeros 100 años de nuestra historia patria, hemos sufrido constantes cambios en nuestro tamaño, ocupaciones, velocidad y dirección del crecimiento, que han ido generando una importante lista de riesgos, que debemos atender de manera certera, adaptándonos en ocasiones y mitigando frecuentemente los efectos en nuestra economía, sociedad y su impacto ambiental.
En el caso de la costa del pacífico panameño, el aumento en el volumen del mar y los acontecimientos naturales más frecuentes e intensos, ponen en riesgo las estructuras construidas hace casi 500 años, frente a la ahora creciente costa. Se hace un gran trabajo en dejar que crezca el manglar para proteger el patrimonio central del Sitio Histórico, pero es una verdadera pena su poco mantenimiento en la parte interior y el poco interés en recolectar los desechos que sus raíces acogen. Este material, puede y debe ser recolectado y esta área recuperada en lo ambiental y como espacio público alternativo al centro histórico.
La presión urbana, la nueva avenida Cincuentenario, la mayor densidad de Coco del Mar y Parque Lefevre y el intenso tráfico hacia la entrada/salida a Costa del Este, a la que está siendo sometido el centro histórico, están deteriorando ya algunas de sus más colindantes estructuras, como el puesto de control y el puente sobre el río Matadero al oeste de Panamá La Vieja, que son dos puntos que he podido constatar.
En un área de aproximadamente 2 hectáreas, donde se encuentran ubicados los edificios del Mercado de Artesanías y las oficinas de la Dirección de Artesanías del MICI, todos estos están desprotegidos ante los impactos del Cambio Climático, y sus estructuras de funcionamiento, archivos de material histórico, de mantenimiento y depósitos de elementos varios, almacenamiento y suministro de agua, paneles y circuitos eléctrico y equipos para aire acondicionado, están a menos de dos metros de la boca del río El Matadero y a menos de tres metros del frente de mar.
El sitio utilizado como parque público que se encuentra entre estas dos áreas, contiene una envidiable belleza escénica y paisaje natural; debido a lo anterior expuesto, está igualmente expuesta a los impactos negativos y desde los estándares de espacio público, subdesarrollada y dejada a su propia suerte; suerte que no tiene, ya que carece de un ente que la cuide permanentemente y la ofrezca al servicio del público, a la contemplación escénica y la conservación natural.
Se debe incluir la isleta cubierta con manglar a escasos 300 m de distancia, con limitado acceso peatonal y altamente contaminada, pero que alberga a una gran biodiversidad de aves y es estancia y área de alimentación para aves migratorias en la Bahía de Panamá, por lo que recibe cientos de amantes de las aves para su observación anualmente desde la mencionada zona pública. Este tipo de escenarios naturales es destacado a nivel mundial, por su participación en la mejora de las zonas biodiversas urbanas, el turismo y por su uso para el disfrute público. Muchos ejemplos hay por seguir.
Recientemente, en las mareas altas, denominadas como plena mar , la costa se vio expuesta a la acción del oleaje y la erosión de su material orgánico. Estas acciones se irán incrementando por el mayor volumen del océano Pacífico y constituyen un gran riesgo futuro, por los niveles proyectados de alta mar, las crecidas que pueden llegar a inundar este espacio y a los cuales tenemos que adaptarnos y saber mitigar sus impactos en nuestro patrimonio cultural y económico.
Es hora de poner cuidado a nuestras ciudades y pueblos costeros y al Patrimonio Histórico de Panamá, pues podrían ser destruidos, personas y animales morir y miles ser desplazadas por las nuevas realidades del cambio en el clima, la expansión de la huella humana, el urbanismo y el aumento del impacto ambiental del residente y los turistas sobre este pequeño y muy valioso pedazo de tierra panameña originaria.
Algo que no han tenido en cuenta ni las instituciones del Estado (MICI, ATP, Patrimonio Histórico, Alcaldía), regentes del todas las cosas del Parque Patrimonio ni de las personas que ejercen custodia, uso y usufructo del mismo. Igualmente es poco en materia de Cambio Climático y Patrimonio Histórico en la literatura científica, por lo cual considero que es materia de investigación.
Pongo a disposición mi visión, conocimiento y el material de información general sobre el tema que tiene la Unesco, para lograr visualizar la problemática, evaluar los riesgos e implementar las acciones de sostenibilidad necesarias para reducir los impactos presentes e identificar los futuros escenarios del cambio climático en Panamá y el mundo.
*COFUNDADOR, ALIANZA CONTAMINACIÓN CERO.
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‘..., en las mareas altas, denominadas como plena mar , la costa se vio expuesta a la acción del oleaje y la erosión de su material orgánico'